'The Following' se consolida como una serie de policías inútiles y giros absurdos

'The Following' se consolida como una serie de policías inútiles y giros absurdos
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Dedicarle el tiempo a ‘The Following’ es como tirar monedas en una máquina tragaperras: quieres que te dé una alegría pero sabes que esa posibilidad es muy remota. Esta es una realidad que asumí después de terminar la primera temporada y ver que el potencial del piloto se había ido al garete. Podía ser una serie de terror correcta, como las películas de ‘Scream’ escritas por el mismo Kevin Williamson, pero prefirió ser una obra infumable. Y la segunda temporada, que terminó el pasado lunes, no sirvió para llevarme la contraria.

Si hubiera que describir la temática de la temporada en pocas palabras, podría decirse que este año ha tratado el concepto de venganza. Ryan Hardy quería salir de dudas con respecto al paradero de Joe Carroll y ajustar cuentas con él, al igual que su compañero Mike pasó a tener su propia agenda de violencia. Pero también sería indecente tratar ‘The Following’ como si fuese una serie conceptual. La venganza era el hilo conductor, sí, pero sin ningún tipo de sustancia, ni un rumbo verosímil.

La razón principal fue la muerte de Claire, que habíamos despedido el año pasado recibiendo puñaladas de la ex amante de Ryan y cómplice de Joe. ¿Pero era el único que sospechaba que estaría vivita y coleando, como acabamos descubriendo? Resultaba extraño que ni tan siquiera la viéramos en sus últimos instantes, como si Natalie Zea se hubiese negado a interpretar más escenas, y ‘The Following’ es precisamente esa serie donde tienes que matar a una persona, luego rematarla y finalmente someterla a pruebas y a una autopsia para asegurarte que realmente está muerta.

Claire en

Claire tras tomar una decisión estúpida.

Joe, la religión y la resurrección

Es ridículo que el año pasado emitieran un último episodio con dos golpes de efecto (la muerte de Joe y luego la de Claire) y que ambos resultaran ser falsos, pues los dos habían sobrevivido a las circunstancias. Este fue, además, el punto más débil del arranque de esta segunda temporada. ¿Por qué no mantuvieron a Joe un tiempo más oculto, ni que fuera para darle fuerza a su esperado retorno? Pues probablemente porque hubiera hecho que ‘The Following’ fuera algo mejor y no querían permitirse este lujo, pudiendo hacer las cosas mal.   Sólo hace falta ver el recorrido de Joe. Si despojamos su camino, podríamos decir que tuvo una revelación mística. Su primer asesinato del año fue un sacerdote que se acostaba con prostitutas, descubrió que la fe era la clave del dominio mundial y asesinó un cura evangélico mediático para transmitir su mensaje. Tenía que ofrecerse como un retorcido salvador mesiánico, tenía que adaptar su discurso a textos sagrados porque la literatura y Edgar Alan Poe siempre le mantendrían como un ídolo minoritario. Al fin y al cabo, ¿quién lee hoy en día?

Jake Weber en

Por el bien de Allison Dubois, olvidaremos que esto ha ocurrido.

Pero esta conversión de sus métodos, que él sabía que era cuento, fue muy absurda. Cada vez que pienso en esa secta inútil encabezada por Jake Weber (por favor, que resuciten ‘Medium’ y este hombre pueda recuperar su dignidad), me entra vergüenza ajena. Era todo muy de manual pero con un añadido: que Joe encima les convencía de la noche a la mañana que matar era muy sano. ¡Claro que sí! Las mentes débiles harán todo lo que quieras y descubrirán que asesinar a personas les sienta de maravilla. ¿Progresión? ¡No hace falta!

En esta línea también iba la otra secta, la formada por Lilly Grey y sus disfuncionales hijos adoptivos, cuya función principal era rellenar metraje porque James Purefoy no ha conseguido hacer que Joe Carroll sea un personaje inquietante y carismático. Pero era más de lo mismo. Una persona con mucha personalidad, mucha inteligencia y motivaciones absurdas para matar gente a diestro y siniestro y para provocar situaciones de “si creías que te librabas de un psicópata, aquí viene otro peor”.

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La conducta de los psicópatas

El problema de tanto psicópata no solamente es la falta de interés en crear escenas francamente inquietantes. No había ningún tipo de atmósfera y ni tan siquiera sustos efectivos. Pero es peor el código de conducta de todos ellos. ¿Por qué ‘The Following’ está tan obsesionada en mostrar psicópatas a decenas pero no se molesta en demostrar que realmente son seres enfermos, más allá de efectismos? Todos ellos tienen fetiches mortales y protagonizan momentos turbios, sí, pero su forma de relacionarse y motivaciones no pueden ser más normales. Como ocurría en su primer año, a ratos parece un mal culebrón y esto sólo demuestra que Kevin Williamson no tiene ni idea de presentar personajes interesantes.

A todo esto, además, sumémosle la estupidez supina del bando bueno. Primero, Hardy y su obsesión por actuar por libre, una idea que siempre cree fantástica y siempre le sale mal. Lo mismo digo de Mike, de Gina Mendez y de Claire, que regresa de entre los muertos para tomar decisiones horribles. Es un juego de los despropósitos y debemos suponer que son los mejores en su campo y en el caso de Joe Carroll en particular. Claro, sí.

Ryan y Joe en

Ryan y Joe en plan amiguetes. Todo muy verosímil.

Por todo esto, cuando llega el momento de la verdad y Hardy y Carroll se comportan como mejores amigos para salvar a Claire cuando dos minutos antes se estaban intentando asesinar, ya ni sorprende. Supongo que Williamson creyó que había escrito una relación similar a la de Lecter y Clarisse en ‘El silencio de los corderos’ pero nada más lejos de la realidad. ¿Que podría entender esa situación? Sí, pero la progresión no estaba en ninguna parte. Las constantes alusiones de Joe de que él y Ryan son la misma persona, por más que las repita hasta la extenuación, no son una progresión dramática.

Y en este punto terminó la temporada. Qué intentarán de cara la tercera es una incógnita. ¿Querrán hablar de la conexión entre Ryan y Joe mientras el policía pide la ayuda del psicópata? Es una opción que resultaría refrescante porque la serie necesita urgentemente un caso nuevo que no tenga que ver con Carroll. Sea como sea, no creo que Bacon sea especialmente inteligente con sus últimas palabras hacia Carroll. Sí, es un desalmado psicópata. Pero no le retes tanto que ha demostrado suficientes veces que escaparse para él es pan comido y crisparle sólo hará que poner en peligro a ti, a tu sobrina y a Claire.

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