'Community' sigue haciendo lo que mejor sabe

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Empezar a analizar el comienzo de una temporada de ‘Community‘ es harto complicado. Por un lado, siempre te ves en la tesitura de no quedar a la altura de la cantidad de referencias y homenajes que da la serie por capítulo, y por el otro, si comienzas a elogiar la genialidad de cada uno de sus capítulos, temes pasarte de la raya y acabar haciendo una oda a la serie que un análisis propiamente dicho.

Lo mismo le debe ocurrir a los guionistas. La primera temporada de la serie fue un continuo ejercicio de genialidad y originalidad que nos dejó a todos patidifusos, pero su segunda temporada subió y bajó tantas veces la calidad de sus capítulos, que si fuera una persona tendría estrías por todos los lados. Esta tercera temporada parece que recoge un poco el espíritu de aquella primera, pero siempre parece que va a haber algún claroscuro que nos lleve a aquellas pasadas de frenada que tuvo la serie en su segundo año.

El comienzo de temporada nos trajo algo a lo que no estamos muy acostumbrados en ‘Community‘, un pequeño arco argumental que hizo las delicias de los fans del Señor Chang. Y es que algo que habíamos echado de menos en la segunda temporada con respecto a la primera, fue a ese Chang autoritario con decisiones absurdas y locas que llevaba al grupo a situaciones de lo más extrañas. Durante tres episodios volvimos a ver a Chang con autoridad (en esta ocasión como seguridad de la universidad) y aunque no fue tan brillante como antaño, me trajo buenos recuerdos y unas cuantas risas, sobre todo el episodio en el que se creía un investigador privado y tenía conversaciones internas consigo mismo de lo más extrañas.

Después de ese pequeño arco narrativo llegamos al cuarto episodio, un episodio que aunque no ha sido tan trascendente en la opinión pública como los de paintball, es un punto fijo en el tiempo (como dirían en ‘Doctor Who‘) en la serie tanto por su genialidad como por su contenido meta. En las series el recurso de realidades alternativas es bastante utilizado, pero lo que hicieron en este episodio fue otro nivel. Manejar con tal maestría un concepto tan complejo de contar en ficción como el de las diferentes líneas temporales y convertirlo en algo divertido y no pesado (algo que suele ocurrir con este recurso), hizo que me maravillara ante Dan Harmon y compañía. Tuvo mucho de meta, mucho de personalidad grupal (pudimos ver que ocurría cuando faltaba un miembro del grupo) y mucho de risas, ya que ver a Britta gritando “Yummy Yummy” o a Pierce contando una y otra vez su aventura a mil pies me arrancó muchas carcajadas.

Y qué decir del último episodio emitido, el de Halloween. No está al nivel del de las líneas temporales por sus continuas referencias que no pueden ser cogidas por todo el mundo, pero lo cierto es que fue un episodio notable. Y le doy una nota alta porque detrás de las historias de Halloween de cada uno, se puede sacar muchas conclusiones acerca de las interrelaciones de los personajes, sobre todo viendo qué papel tiene cada personaje según cuente la historia uno u otro personaje. Y ese “cold ending” con Troy y Abed unidos en la historia de Troy fue simplemente uno de los mejores gags que he visto mucho tiempo en una comedia.

En definitiva, esta comienzo de tercera temporada está siendo notable. Sólo espero que a lo largo de los episodios no se les ocurra hacer alguna de esas “ideas geniales”, porque de tanto geniales que quieren ser, acaban saturando hasta límites insospechados.

En ¡Vaya Tele! | ‘Community’, sobredosis de genialidades

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