'Magic Mike' y los asuntos pequeños sin importancia

'Magic Mike' y los asuntos pequeños sin importancia
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En mi opinión, 'Magic Mike' (id, 2012) es una de las mejores películas de su director, Steven Soderbergh cuya obra, tan variada como para incluir cintas perfectamente comerciales como 'Ocean's Eleven' (id, 2001) y otras tan claramente independientes como 'Sexo, mentiras y cintas de vídeo' (Sex, lies and videotapes, 1989), a menudo obliga a los cinéfilos a ignorar la evolución que ha llevado a cabo con su estilo, con derivas manieristas y otras, en cambio, más logradas.

Como cualquier buena historia de ficción, los temas de 'Magic Mike' no están en una superfície si no que apenas se cuelan por gestos de los personajes o por la diferencia entre lo que hacen y lo que dicen. La película es una fábula en tiempos de crisis, y su protagonista stripper, el Magic Mike del título que interpreta Channing Tatum, inicia a un chico más joven, encarnado por Alex Pettyfer, en la profesión. Mike está en el negocio por habilidad, pero también de manera temporal.

El chico, no obstante, disfruta con la exuberancia, prefiere entender su cuerpo como transacción y disfruta de todo lo que rodea a la profesión, metiéndose en líos. Mientras Mike ahorra para empezar una pequeña empresa de muebles artesanales, se descubre enamorado de la hermana del chico, una mujer sensata que parece bastante inmune a sus encantos o al tipo de relación banal, pasajera e interesada que suele mantener, con otra mujer (Olivia Munn) sin apenas afecto o entendimiento.

Cuento la trama, pero sé muy bien que escribí ya una crítica de la película (y Caviaro otra). Lo que voy a tratar de explicar es por qué Soderbergh demuestra que se puede hacer una película con mucho estilo y que se pueden encontrar soluciones visuales excelentes a una historia intimista sin necesariamente suscribir la dinámica de plano y contraplano o la ausencia de trípode como elementos diferenciadores.

Por supuesto, usaré solamente dos subrayados. El primero es la escena donde Mike y su pupilo tratan de convencer a dos chicas, presumiblemente universitarias y en la edad legal estadounidense (21) para beber, de que acudan al espectáculo que luego celebran. Mike, descubrimos, ejerce de gancho en locales de moda de la zona. La escena está exquisitamente compuesta a partir de simetrías visuales, nada obvias, para resaltar un punto de vista. Veamos.

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Ojito a la audacia compositiva de Soderbergh. Da el mismo espacio visual a los personajes femeninos y a los masculinos. Pero cambia el ángulo de las dos figuras femeninas. Muestra sus rostros llenos de alegría, y algo coquetos. Luego Mike toma el plano (lateral, medio) y finalmente los cuerpos. La película sabe expresar perfectamente lo que sucede sin enfatizarlo de una manera exagerado (ya sea mediante primeros planos, movimientos, etc.).

Vayamos a otra escena de la película. ¿Cómo definir la relación entre el stripper Mike y Brooke, encarnada por una espléndida Codey Horn. Él flirtea con ella, pero ella no parece atraída por sus encantos físicos. La película, además, contrasta visualmente entre los interiores (artificialmente iluminados y con cuerpos espléndidos) y los exteriores (rodados con digitales, menos vistosos). También se agradece que la película además de situarse en el presente más o menos nuestro, transcurra en un lugar poco común (Tampia, en la zona de Los Ángeles). Cuando Mike y Brooke van a tomar algo, Soderbergh, de nuevo, escoge un ángulo poco común que además entrena nuestra mirada al lugar adecuado. Es decir, rueda una primera cita con planos medios y generales de las dos figuras.

Veamos.

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Lejos de concentrarse en los primeros planos, de las miradas de él y ella, Soderbergh escoge colocar a los personajes en un marco. En un marco vulgar (un centro comercial californiano) pero también profundamente real. Así, la película no solamente esquiva las retóricas más vistosas si no también crea un cine íntimo bastante más profundo de lo que parece.

¿Y qué decir del final? Soderbergh mantiene la coherencia. Aunque el centro de la película y el protagonista es Mike, se niega a dar a la mujer un tratamiento distinto. Este hallazgo ya comienza en el guión. Brooke es, de hecho, más madura y fuerte que cualquiera de los hombres que aparece en pantalla. Pero no es divina, ni redentora, ni cualquier rasgo al que nos ha acostumbrado un cierto cine comercial de madres santurronas y famílias delirantemente ejemplares, tanto que terminan por ser inhumanas.

Es una persona tan vulgar y hermosa como Mike. Y Soderbergh resuelve la escena amorosa sin beso, naturalmente, pero con dos miradas separadas que se encuentran en el mismo espacio. Observemos. Dos primeros planos laterales (constante en la película, como ya hemos visto) y uno general.

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Y sabemos que por primera vez estas dos figuras se han encontrado también en otro lugar más allá de su paisaje.

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