Cómo Netflix ha conseguido que 'Un príncipe de Navidad' y su secuela se hayan convertido en citas indispensables para las fiestas

Cómo Netflix ha conseguido que 'Un príncipe de Navidad' y su secuela se hayan convertido en citas indispensables para las fiestas

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Cómo Netflix ha conseguido que 'Un príncipe de Navidad' y su secuela se hayan convertido en citas indispensables para las fiestas

Qué risas nos echábamos cuando Netflix incluyó dentro de su programación el plano sostenido de una chimenea (incluso en 4K!!) dando calor a una noche de frío invierno. Aquello que parecía un disparate (original, pero disparate) solo era el comienzo de una nueva era de dominación televisiva navideña.

A un par de días de su estreno, 'Un príncipe de Navidad: La boda real' seguía en proceso de rodaje. Al menos así aparecía en la correspondiente ficha de IMDb. Tampoco nos extrañaría, porque las historias navideñas directas al corazón siempre esperan al momento límite para tocar más de cerca.

Streaming de paz

Pero esto solo es la punta del iceberg de un nuevo y boyante vacío cinematográfico que probablemente no vaya dirigido a ti, pero como ni tú ni yo somos el centro del universo, Netflix ha vuelto a marcarse otro puntazo a favor.

¿De verdad alguien necesita ver cada año las mismas malas películas mutiladas en las televisiones autonómicas? ¿No estarán ya nuestros padres y abuelos hasta el gorro de ver cómo se repite año tras año la emisión de aquella película de una familia unida por las fiestas en un formato que no es el original? Bien, eso se ha terminado: Netflix ha llegado para regalarnos nuevos clásicos y placeres culpables de navidad. Y la llegada de la secuela del gran éxito de 2017 ya está aquí. Y no viene sola.

La semana pasada Netflix estrenaba 'Crónicas de Navidad', una aventura de espíritu clásico protagonizada por una leyenda como Kurt Russell que ya nos advertía, por si había algún despistado, que la navidad ha llegado.

Si bien la película con Russell es un trabajo acorde a la chimenea de Netflix, no es menos cierto que la plataforma también apuesta por públicos diversos, como hizo hace unos años con otro especial navideño muy diferente: 'A Very Murray Christmas'.

Merry Prince

Las pasadas navidades, 'Un príncipe de navidad' fue el éxito que pretendía la plataforma. Para bien o para mal todo el planeta habló de la producción mientras las redes ardían.

¿El secreto? Haber conectado con el espíritu de miles de suscriptores que o bien se aburrían o bien necesitaban algo ameno con lo que entretener a sus mayores y tenerlos una hora y media calladitos y sin molestar, sin que corrijan constantemente la receta del pavo al horno o nos adviertan cada dos por tres que ese cordero se quedará seco como no le pongas más vino blanco.

Siempre magistrales en su relación con la audiencia y dominando las redes, la compañía supo reclamar los focos y ser el centro de atención cuando desde Netflix USA comenzaron a trollear a cincuenta y tres clientes que reprodujeron 'Un príncipe de Navidad' diariamente durante 18 días. Hablar de la peli ya no era exclusividad de las peluquerías y las oficinas de gente madurita que o bien eligieron por su propia voluntad ese título o, como algunos no fumadores, fueron alcanzados en modo pasivo.

Por supuesto, el tema no quedó así, y hubo quien quiso ver en la broma navideña una clara similitud con el Gran Hermano y demás ficciones apocalípticas sobre cómo la tecnología blablabla. Lo único que ha hecho Netflix es cubrir un hueco que antes ocupaba Disney. Y lo hace con sus mismas armas.

Un campechano para Netflix

No es complicado entender el éxito de un producto como éste: la eterna historia de la Cenicienta de turno que se da de bruces con un nuevo mundo que la recibe con los brazos abiertos es siempre apuesta ganadora. Triunfó ´Pretty Woman´, triunfó 'Princesa por sorpresa' y ahora es el momento de 'Un príncipe de Navidad'.

Además, lo cierto que es la película sabía economizar sus ideas como pocas veces hemos visto. Sin medias tintas, directa al grano y con la actitud adecuada para afrontar lo que en un mal momento podría ser un espectáculo bochornoso. Y no lo es. Es más, la película se disfruta.

La razón, puede ser, por qué no, que los espectadores españoles encontremos ciertas similitudes en esa relación que se forja entre una periodista que ha roto con su pareja y todo un heredero al trono.

Las comparaciones son odiosas, sí, pero el parecido es razonable, y algunos de nuestros mayores no tardarán en atar cabos entre lo que tenemos en casa y lo que están viendo en Netflix. Casi lo mismo que cuando somos nosotros los que vemos 'Ultimate Beastmaster' y tenemos que levantarnos del sofá para ir al baño.

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