Volver... a disfrutar con Almodóvar

Volver... a disfrutar con Almodóvar
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Cuando una película me emociona, me resulta difícil escribir con claridad (de la objetividad mejor ni hablamos) ya que, por hacer una comparación, es como si dentro de mi cabeza, se estuviera celebrando una fiesta de fuegos artificiales, que me deslumbran, y me hacen creer que todo lo visto, es una maravilla.

En más de una ocasión, cuando este efecto disminuye, y recuerdo la película, releyendo lo escrito, me doy cuenta de que mi opinión ya no es la misma, que algunas cosas me desagradan, que otras no son coherentes, que tampoco era para tanto o lo que es peor, que acabo de entusiasmarme con un bodrio, y encima lo he proclamado a los cuatro vientos.

El pasado viernes, después de disfrutar con Volver, como hacía tiempo que no me ocurría con una película de Almodóvar (me atrevería a decir que desde La flor de mi secreto), exaltada a la salida del cine, como un niño en víspera de Reyes Magos, decidí ser prudente y esperar unos días, para reflexionar sobre el tema.

Pero mi opinión, más que favorable, sobre la película permanece intacta, y me basta con recordar algunos momentos, si es posible acompañados de la voz de Estrella Morente, en su magnifica adaptación del tema principal, para que se me ponga de nuevo la piel de gallina. Y es que, aunque no se puede decir que Almodóvar haya hecho una película perfecta, si ha vuelto a encontrar el camino justo para llegar directo al corazón de los espectadores, y para hacerles reír, como antes, a carcajada limpia, porque la comedia y el drama, como sucede en la vida real, se entremezclan continuamente.

Penélope Cruz, que ya me había sorprendido anteriormente en No te muevas, de Sergio Castellito, está impresionante, con su escote prominente, los ojos cubiertos de sombra negra, y un culo postizo, que según ella le ayudó a encontrar el personaje, y le otorga un caminar que recuerda a Sofía Loren en sus mejores tiempos.

Pero no es su aspecto lo más llamativo, si no su capacidad de hacernos llegar y sentir, todos los matices de su personaje, como mujer, como madre, como hija, como luchadora que todo lo puede, aunque no consiga contener las lágrimas, siempre que le gustaría.

El resto del reparto, aunque en un plano en comparación siempre más secundario, también está excelente, Carmen Maura, Lola Dueñas, Blanca Portillo, Yohana Cobos, y Chus Lampreave, demuestran una vez más, su talento, y el de Almodóvar, como director de mujeres, que aunque pueda sonar a tópico, a mi me parece una verdad como un templo.

La fotografía de José Luis Alcaine, y la música siempre acertadísima de Alberto Iglesias, redondean un magnífico conjunto, que a pesar de que probablemente falla, en su trama general, un tanto previsible, transmite un abanico tan amplio de emociones, y deja una sensación tan apacible, y esperanzadora, que aunque parezca un juego fácil de palabras, uno se levanta de la butaca, con unas ganas enormes de volver, al día siguiente, y puede que al otro también, para llenarse de todo el amor que desprende esta película.

Ese amor que supera la muerte, el pasado, el presente, el dolor y lo que se le ponga por delante.

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