‘Lady Bird’, una tierna comedia que capta el enigma adolescente a pesar de sus insulsas subtramas

‘Lady Bird’, una tierna comedia que capta el enigma adolescente a pesar de sus insulsas subtramas

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‘Lady Bird’, una tierna comedia que capta el enigma adolescente a pesar de sus insulsas subtramas

El debut de Greta Gerwig cuenta con un personaje iconoclasta precoz y un tanto insoportable que se hace llamar Lady Bird, a la que interpreta con convicción una Saoirse Ronan que da el pego por su físico, pero que requiere un pequeño acto de credibilidad para verla como una adolescente. Una joven inteligente pero no demasiado buena estudiante y suficientemente ingenua como para dejar romperse el corazón por un par de malas decisiones en su último año de instituto.

La recolección sobre sus últimos meses puede tomarse como una historia de iniciación, pero es más una versión derrotista de una comedia adolescente, con mucho de lo que no salía bien en las películas de John Huges y una visión más millenial del horror de la pubertad en clave tierna y divertida. Se presenta como una suma de distintas viñetas un poco inconexas y poco focalizadas sobre temas tan cotidianos en la época del instituto que en ocasiones parece un documental editado para darle sentido a al historia.

Lady Bird

Sin embargo, su narrativa es tan distraída como su protagonista y deja suficientes botones, perdonen si queda ofensivo, para evidenciar que está dirigida por una principiante, aunque esté redimida por un reparto bastante sólido como Timothee Chalamet, que compone perfectamente al típico adolescente misterioso, atormentado por nada en especial, y atractivo que realmente resulta ser el gilipollas indolente que todos hemos conocido en el instituto o el primer año de facultad.

Dispersión narrativa gratuita

Es uno de los secundarios que mejor funcionan dentro de un escaparate del que va picando el guion hasta que coge forma hacia el último tramo de la película. Hasta ese momento, muchas historias están dispersas y el hilo conductor es la relación de Lady Bird y su madre (Laurie Metcalf). Hay que reconocer el valor de Gerwig para presentar a Christine como una adolescente inconsciente sin miedo a que el espectador se haga su propio juicio de valor cuando su idea de ir a Nueva York a estudiar le hace pedir ayuda financiera a su padre en paro, en una mezcla de inconsciencia y egoísmo.

Lady Bird V1

Su obsesión por ser aceptada en una universidad de la Costa Este deja pocos elementos de redención a una versión poco comprensible de Holden Caufield femenino, siendo su rabia contra el mundo un tanto arbitraria pero no menos creíble. Su madre, interpretada por Metcalf, está también llena de claroscuros. Una enfermera que trabaja en turnos dobles para mantener a su familia que transmite a su hija sus inseguridades y desilusiones en una actitud pasivo agresiva. En uno de los diálogos, Lady Bird le pregunta cuánto le costó criarla para poder pagar todo e irse de casa, a lo que su madre responde que duda que ella pueda conseguir un trabajo para llegar a eso.

Golpes bajos creíbles en un texto lleno de perlas pero también de detalles caprichosos, no tan certeros o sencillamente sin relación con el núcleo. En sus peores momentos hay una autoconsciencia que provoca rígidez narrativa y transiciones a contrapelo, que en sus mejores detalles ayudan a dar color al tema central, sobre lo difícil de ser una adolescente y la complicada relación madre e hija. Pero, por ejemplo, toda la trama secundaria que involucra al hermano adoptivo de Lady Bird y su novia es absolutamente superflua, poco creíble y gratuita.

Ladybird 02

'Lady Bird': comedia adolescente con poso

La historia con su primer novio, que resulta ser homosexual se ve como una piedra más para ella en un momento, pero no justifica el nada interesante camino que se ha construido para llegar a esa revelación. Su historia de enemistad y amistad con las chicas de su clase no dejan de ser un remedo indie de ‘Chicas malas’ (Mean Girls, 2004) que acaba cerrándose por que el baile de graduación todo lo cura. No es que molesten, pero incluso una obra aparentemente más obvia y sin pretensiones como ‘Ya no puedo esperar’ (Can’t Hardly Wait, 1999) creaba una convergencia de hilos sueltos más armoniosa.

Ambientada en los suburbios de Sacramento en 2002, se le intenta dar cierta entidad al entorno que no cobra un sentido hasta los planos finales, donde ‘Lady Bird ‘apunta a que las lecciones más importantes de la vida vienen de forma infusa, gracias a momentos pequeños como ese plano final y silencioso que logra ser conmovedor por su falta de ambición. Como si la propia obra fuera aprendiendo según avanza, es el final el que deja ver a una conocedora del engranaje de los sentimientos a esa edad.

Gergiw permite un poco de postureo ingenuo como forma de completar los huecos a lo que realmente quiere contar, y el resultado es una versión aguada y un poco cursi de las fundamentales ‘Ghost World’ (2001) o ‘Bienvenidos a la casa de muñecas’ (Welcome to the Dollhouse, 1995), tras pasar por una batidora del Apatow más intensito, logrando una obra bienintencionada y agradable pero tan irregular e imperfecta como cualquier debut de alguien que tiene algo valioso que contar.

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