'Confianza Ciega', Nostalgia TV

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[[actualizacion: {"text":"Hoy se cumplen 15 años del estreno de este reality show en Antena 3, así que recuperamos este \"Nostalgia TV\" que le dedicamos."}]]

La sociedad española se divide entre los que preferimos la Nutella a la Nocilla y los que vimos 'Confianza Ciega' y los que piensan que 'Gran Hermano' lo inventó todo. Sí, hay otras cuestiones que nos separan, pero estas son dos de las fundamentales si hablamos de cultura popular. Si disfrutaste de las aventuras de Carol y Nube en la casa amarilla, fuiste testigo del primer de uno de los primeros realities de convivencia ever. Al menos, en una casa y no en un Bus turístico, y que tuvo relativo éxito frente al fracaso de aquel experimento.

Y digo relativo porque los que lo descubrimos lo hicimos casi en clandestinidad: en España prácticamente no sabíamos lo que era un reality y aún no despertaban mucho interés. Hasta la llegada de 'Gran Hermano', claro. Pero precisamente por eso, 'Confianza Ciega' se convirtió en un programa de culto, venerado por los que asistimos -atónitos al tiempo que agradecidos- a aquel show. Los que os lo perdisteis, gracias a algún alma caritativa podéis descubrirlo en YouTube. Servidora se lo ha tragado entero, los 11 capítulos y el epílogo.

Traición, confianza, celos, tentación, amor...



"Y ustedes se preguntarán: ¿Qué tipo de personas se someten a una prueba así?
Pues probablemente se sorprendan de lo normales que son"

Francine Gálvez

Discrepo con Francine (en el mejor trabajo de su carrera), pero lo argumentaré más adelante. La susodicha prueba consistía en testear la confianza mutua de tres parejas, separándolas durante 16 días en dos casas, -azul para ellos, amarilla para ellas, ambas con barra libre, jacuzzi y piscina- en las que debían convivir -y resistir a la tentación- con seis seductores y seductoras dispuestas a ¿hacerles caer? Bueno, al menos a que parezca que caen.

Sin ningún tipo de contacto mientras durase el programa, Carol e Isra, Nube y Rafa y Jon y Mónica, debían demostrar fe ciega en sus parejas, aún después de pasar por la sala de cine en la que Francine le ponía una película -por lo ficcionado- sobre lo que estaba pasando al otro lado del muro. Las imágenes -les advertía una y otra vez- podían estar o no manipuladas: eso lo decidían los concursantes según su nivel de confianza. Los hubo quienes creyeron no ser capaces de pasar la prueba y se fueron a la primera de cambio: Jon y Mónica entraron para sustituir a una pareja que puso pies en polvorosa el segundo día.

Desde luego, Carol y Nube demostraron desconfiar de sus chicos desde el minuto uno. Reaccionaban con nerviosismo, despecho ("pues se lo regalo, todo para ella") y celos ("¿Quién es esa chica? ¿Esa chica quién es?") ante los montajes de manual con los que el programa jugaba a sembrar la duda. Y aunque ellos mantuvieran la mente más fría casi hasta el final, ellas, almas de cántaro, necesitaron pasar por toda la experiencia para entender que todo había sido un engaño y que allí nadie se enamoraba de nadie. Pero se dejaban llevar tanto que incluso fantaseaba con la idea de su suegra rechazando a esa "gol... esa chica".

Un 'Gran Hermano' mucho más fresco

Imaginaos un 'Gran Hermano' (Endemol y Zeppelin estaban detrás del programa) concentrado en apenas dos semanas. Pero con mucha menos parafernalia y recursos, con una realización casi amateur y con una absoluta falta de normas. Si hubiera estado Mercedes Milá allí, se hubiera clausurado el primer día. Pero Francine era mucho más transigente, hasta les dejaba fumar en el cine. No faltaron los insultos de las novias a las seductoras -que al fin y al cabo sólo hacían su trabajo- a las que llamaron de todo menos bonitas; agresiones (la clásica pelea de gallos) y amenazas. Y mucho tabaco: ellas no soltaron el piti ni para el abrazo del reencuentro final.

Aquí se inventó el término magnificación y no en Guadalix. En la casa amarilla, las chicas confundían realidad y ficción. Pensaban que las seductoras eran unas "lagartas" y unas "calentorras" que querían robarles a sus novios, pero no fueron capaces de detectar el engaño cuando los seductores les declaraban su amor con esos guiones tan estudiados. Porque si un tío te dice que lo que más le gusta de tu físico son tus hombros (súper normal) y reconoces que en el casting dijiste que esa es la parte que menos le gusta a tu novio (qué casualidad), hay que estar ciega para no ver que todo está dirigido y creer que has ligado de verdad.

También fueron los precursores de la guionización, pues el programa se encargaba de echar leña al fuego y crear las tramas en función de afinidad entre concursantes y seductores, con vídeos más o menos elaborados que enseñaban a sus parejas: un corte aquí, un cambio de plano allá y ¡magia! parece un beso real cuando no lo es. Y si hacía falta, tiraban de dobles (algo que no descubrí en su momento). Eso sí, lo reconocían abiertamente, aunque tal vez se excedieran en los métodos.

En el caso de Jon y Mónica, con una relación más madura y más "liberal" tuvieron que usar artillería pesada y hacerles creer, en directo y a pelo, que se habían sido infieles. Nunca un reality volvería a ir tan lejos. Y aunque daría muchísimas razones de por qué debería volver a televisión, soy consciente de que el formato -tal cual se hizo entonces- no sería viable hoy en día, menos aún con lo resabiada que va la gente a participar en los realities. Ellos eran pura inocencia en una época en el que el poder de engaño de la televisión era mucho mayor.

"¿Quién es esa chica?"


Si decides voluntariamente prestarte a algo llamado la "lucha entre fidelidad y tentación", sabiendo que hay unos "seductores" (el término ya debería darte pistas) cuya "única misión" es conquistar a los concursantes, ¿cómo puedes afirmar lo siguiente?

"Me parece increíble que ella sabiendo que hay otra persona al otro lado que puede estar sufriendo, como es mi caso, esté haciendo eso para darme a mi más caña, ¿me entiendes?"

Recapitulemos, Carol. Tal vez no has entendido la dinámica del programa. Y es que Carol y Nube vivieron los 16 días en una ídem, sin entender lo que estaba pasando realmente a su alrededor. Cometieron el error de llevarlo al plano emocional (Nube hasta creyó sentir algo por varios seductores) mientras que ellos lo vivieron como una prolongada despedida de soltero; con alguna salida de tono pero sin traicionar sus sentimientos. Claro que el mismo programa jugó con esos tópicos: los seductores debían enamorarlas, hacerles creer que sentían algo por ellas, hacerles sentir especiales, escucharlas, entrarles desde el corazón. Las seductoras tiraban de carnaza y casi de guión de peli erótica. Todos eran auténticos clichés: mucho volumen tanto en ellas como en ellos.

Se trataba de creer ciegamente y en todo momento (pese a lo visto) y aun con todas las claras señales de manipulación que resultan ahora tan obvias, todos en mayor o menor medida dudaron o directamente cayeron en la trampa que Francine, con su poker face y su habilidad para meter cizaña, les tendió. Desde luego, ahora me queda claro que el leitmotiv del programa era cargarse las parejas -o, cuanto menos ponerlas al límite- y que lo tuvieron muy en cuenta a la hora del casting.

El experimento resultó ser más útil de lo que parecía: Nube entendió que había vida más allá de Rafa y se dio cuenta de que no quería estar "apalancada en casa como una maruja". Carol e Isra salieron reforzados de la experiencia y años más tarde aún se querían (a día de hoy, quién sabe). Y Jon y Mónica, como mostraba el epílogo, siguieron juntos un tiempo -más convencidos si cabe de su relación- después de haberla dado por perdida para descubrir que todo había sido una prueba. Nadie la superó, en realidad. Si algo les quedó claro a todos -yo también lo pienso- es que es imposible no dudar, ni siquiera titubear cuando ves a tu pareja siendo acosada para caer en la tentación.

Como espectadora, creo que pocas veces he disfrutado tanto viendo un programa. Fue tan surrealista que, aún hoy, no doy crédito de todo lo que pasó aquellos 16 día en El Algarve portugués. 'Confianza Ciega' también fue valiente: con la verdad por delante, dejando claro en todo momento que esto iba de manipular, consiguió engañarles a todos (casi hasta a nosotros) y ofrecernos un espectáculo sin floritura, una especie de Carne Cruda en formato telerrealidad.

Ficha Técnica: 'Confianza Ciega'

Hoy se cumplen 15 años del estreno de este reality show en Antena 3, así que recuperamos este "Nostalgia TV" que le dedicamos.

La sociedad española se divide entre los que preferimos la Nutella a la Nocilla y los que vimos 'Confianza Ciega' y los que piensan que 'Gran Hermano' lo inventó todo. Sí, hay otras cuestiones que nos separan, pero estas son dos de las fundamentales si hablamos de cultura popular. Si disfrutaste de las aventuras de Carol y Nube en la casa amarilla, fuiste testigo del primer de uno de los primeros realities de convivencia ever. Al menos, en una casa y no en un Bus turístico, y que tuvo relativo éxito frente al fracaso de aquel experimento.

Y digo relativo porque los que lo descubrimos lo hicimos casi en clandestinidad: en España prácticamente no sabíamos lo que era un reality y aún no despertaban mucho interés. Hasta la llegada de 'Gran Hermano', claro. Pero precisamente por eso, 'Confianza Ciega' se convirtió en un programa de culto, venerado por los que asistimos -atónitos al tiempo que agradecidos- a aquel show. Los que os lo perdisteis, gracias a algún alma caritativa podéis descubrirlo en YouTube. Servidora se lo ha tragado entero, los 11 capítulos y el epílogo.

Traición, confianza, celos, tentación, amor...



"Y ustedes se preguntarán: ¿Qué tipo de personas se someten a una prueba así?
Pues probablemente se sorprendan de lo normales que son"

Francine Gálvez

Discrepo con Francine (en el mejor trabajo de su carrera), pero lo argumentaré más adelante. La susodicha prueba consistía en testear la confianza mutua de tres parejas, separándolas durante 16 días en dos casas, -azul para ellos, amarilla para ellas, ambas con barra libre, jacuzzi y piscina- en las que debían convivir -y resistir a la tentación- con seis seductores y seductoras dispuestas a ¿hacerles caer? Bueno, al menos a que parezca que caen.

Sin ningún tipo de contacto mientras durase el programa, Carol e Isra, Nube y Rafa y Jon y Mónica, debían demostrar fe ciega en sus parejas, aún después de pasar por la sala de cine en la que Francine le ponía una película -por lo ficcionado- sobre lo que estaba pasando al otro lado del muro. Las imágenes -les advertía una y otra vez- podían estar o no manipuladas: eso lo decidían los concursantes según su nivel de confianza. Los hubo quienes creyeron no ser capaces de pasar la prueba y se fueron a la primera de cambio: Jon y Mónica entraron para sustituir a una pareja que puso pies en polvorosa el segundo día.

Desde luego, Carol y Nube demostraron desconfiar de sus chicos desde el minuto uno. Reaccionaban con nerviosismo, despecho ("pues se lo regalo, todo para ella") y celos ("¿Quién es esa chica? ¿Esa chica quién es?") ante los montajes de manual con los que el programa jugaba a sembrar la duda. Y aunque ellos mantuvieran la mente más fría casi hasta el final, ellas, almas de cántaro, necesitaron pasar por toda la experiencia para entender que todo había sido un engaño y que allí nadie se enamoraba de nadie. Pero se dejaban llevar tanto que incluso fantaseaba con la idea de su suegra rechazando a esa "gol... esa chica".

Un 'Gran Hermano' mucho más fresco

Imaginaos un 'Gran Hermano' (Endemol y Zeppelin estaban detrás del programa) concentrado en apenas dos semanas. Pero con mucha menos parafernalia y recursos, con una realización casi amateur y con una absoluta falta de normas. Si hubiera estado Mercedes Milá allí, se hubiera clausurado el primer día. Pero Francine era mucho más transigente, hasta les dejaba fumar en el cine. No faltaron los insultos de las novias a las seductoras -que al fin y al cabo sólo hacían su trabajo- a las que llamaron de todo menos bonitas; agresiones (la clásica pelea de gallos) y amenazas. Y mucho tabaco: ellas no soltaron el piti ni para el abrazo del reencuentro final.

Aquí se inventó el término magnificación y no en Guadalix. En la casa amarilla, las chicas confundían realidad y ficción. Pensaban que las seductoras eran unas "lagartas" y unas "calentorras" que querían robarles a sus novios, pero no fueron capaces de detectar el engaño cuando los seductores les declaraban su amor con esos guiones tan estudiados. Porque si un tío te dice que lo que más le gusta de tu físico son tus hombros (súper normal) y reconoces que en el casting dijiste que esa es la parte que menos le gusta a tu novio (qué casualidad), hay que estar ciega para no ver que todo está dirigido y creer que has ligado de verdad.

También fueron los precursores de la guionización, pues el programa se encargaba de echar leña al fuego y crear las tramas en función de afinidad entre concursantes y seductores, con vídeos más o menos elaborados que enseñaban a sus parejas: un corte aquí, un cambio de plano allá y ¡magia! parece un beso real cuando no lo es. Y si hacía falta, tiraban de dobles (algo que no descubrí en su momento). Eso sí, lo reconocían abiertamente, aunque tal vez se excedieran en los métodos.

En el caso de Jon y Mónica, con una relación más madura y más "liberal" tuvieron que usar artillería pesada y hacerles creer, en directo y a pelo, que se habían sido infieles. Nunca un reality volvería a ir tan lejos. Y aunque daría muchísimas razones de por qué debería volver a televisión, soy consciente de que el formato -tal cual se hizo entonces- no sería viable hoy en día, menos aún con lo resabiada que va la gente a participar en los realities. Ellos eran pura inocencia en una época en el que el poder de engaño de la televisión era mucho mayor.

"¿Quién es esa chica?"


Si decides voluntariamente prestarte a algo llamado la "lucha entre fidelidad y tentación", sabiendo que hay unos "seductores" (el término ya debería darte pistas) cuya "única misión" es conquistar a los concursantes, ¿cómo puedes afirmar lo siguiente?

"Me parece increíble que ella sabiendo que hay otra persona al otro lado que puede estar sufriendo, como es mi caso, esté haciendo eso para darme a mi más caña, ¿me entiendes?"

Recapitulemos, Carol. Tal vez no has entendido la dinámica del programa. Y es que Carol y Nube vivieron los 16 días en una ídem, sin entender lo que estaba pasando realmente a su alrededor. Cometieron el error de llevarlo al plano emocional (Nube hasta creyó sentir algo por varios seductores) mientras que ellos lo vivieron como una prolongada despedida de soltero; con alguna salida de tono pero sin traicionar sus sentimientos. Claro que el mismo programa jugó con esos tópicos: los seductores debían enamorarlas, hacerles creer que sentían algo por ellas, hacerles sentir especiales, escucharlas, entrarles desde el corazón. Las seductoras tiraban de carnaza y casi de guión de peli erótica. Todos eran auténticos clichés: mucho volumen tanto en ellas como en ellos.

Se trataba de creer ciegamente y en todo momento (pese a lo visto) y aun con todas las claras señales de manipulación que resultan ahora tan obvias, todos en mayor o menor medida dudaron o directamente cayeron en la trampa que Francine, con su poker face y su habilidad para meter cizaña, les tendió. Desde luego, ahora me queda claro que el leitmotiv del programa era cargarse las parejas -o, cuanto menos ponerlas al límite- y que lo tuvieron muy en cuenta a la hora del casting.

El experimento resultó ser más útil de lo que parecía: Nube entendió que había vida más allá de Rafa y se dio cuenta de que no quería estar "apalancada en casa como una maruja". Carol e Isra salieron reforzados de la experiencia y años más tarde aún se querían (a día de hoy, quién sabe). Y Jon y Mónica, como mostraba el epílogo, siguieron juntos un tiempo -más convencidos si cabe de su relación- después de haberla dado por perdida para descubrir que todo había sido una prueba. Nadie la superó, en realidad. Si algo les quedó claro a todos -yo también lo pienso- es que es imposible no dudar, ni siquiera titubear cuando ves a tu pareja siendo acosada para caer en la tentación.

Como espectadora, creo que pocas veces he disfrutado tanto viendo un programa. Fue tan surrealista que, aún hoy, no doy crédito de todo lo que pasó aquellos 16 día en El Algarve portugués. 'Confianza Ciega' también fue valiente: con la verdad por delante, dejando claro en todo momento que esto iba de manipular, consiguió engañarles a todos (casi hasta a nosotros) y ofrecernos un espectáculo sin floritura, una especie de Carne Cruda en formato telerrealidad.

nostalgia-tv_confianzaciega.jpg

Traición, confianza, celos, tentación, amor...

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         <li><strong>Título Original</strong>: 'Confianza Ciega'</li>
         <li><strong>Género</strong>: Reality-show</li>
         <li><strong>Cadena en España</strong>: Antena 3 (2002) y Cosmopolitan Televisión (2004)</li>  
         </ul></div>

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