'Campamento de verano', la pobreza del low cost

'Campamento de verano', la pobreza del low cost
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'Supervivientes' se convirtió en 'Acorralados' y 'Acorralados' parece que ha sentado el precedente para 'Campamento de verano'. Telecinco ha vuelto a hacer su truco de magia más común, ese en el que los conejos empiezan a salir de la chistera para agolparse en un nuevo reality del que pueda sacar tajada el resto de su programación. En esta ocasión, la convivencia se traslada a un campamento en la sierra de Gredos y los participantes están extraídos de diversos programas, la mayoría de la factoría Mediaset, que ha aprendido como nadie a reutilizar a sus personajes. Eso es reciclar y lo demás son tonterías.

Pero esta vez no hay isla, ni casa llena de cámaras. Ahora el entorno se transforma en un pobre campamento en el campo que rebosa low cost por los cuatro costados. En este caso, el problema no es el bajo presupuesto en sí, sino lo que han conseguido hacer con él. Al menos en su presentación, 'Campamento de verano' demostró que es capaz de ofrecer a la audiencia cualquier cosa, reciclando el plató de 'Sálvame', algunos de sus colaboradores y a dos presentadores que están muy lejos del carisma y de conseguir darle la vuelta a la tortilla para ofrecernos un show que se ría de sí mismo, la única excusa que podría salvar este despropósito.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

La única sorpresa de la gala de presentación ha sido ver a Lucía Etxebarría como participante del programa, que se llevó todos los palos posibles por ser la novata en esto de los realities. Pasó de no ser reconocida por un buen número de compañeros a ser una de las primeras nominadas, además de ser interrumpida constantemente y soportar que la llamaran gorda desde el plató sin ningún tipo de titubeos. Un esperpento que refleja a la perfección en lo que se ha convertido Telecinco en la actualidad.

El primer programa de 'Campamento de verano', que sirvió de adelanto de lo que se emitirá a partir del jueves, también ofreció fallos de cámara y sonido, que unidos a los gritos con los que Joaquín Prat decidió conducirlo nos hizo pensar que se tratará de un espectáculo propenso a repartir dolores de cabeza entre los espectadores. Poco podemos esperar de este nuevo reality, ya que solo se trata de un producto de transición con el que Telecinco quiere pasar las vacaciones de verano.

No sabemos cómo reaccionará la audiencia y cómo evolucionará en las ocho semanas que a priori durará el experimento. En realidad, para los propios espectadores lo peor sería que 'Campamento de verano' funcionase, algo que vendría a demostrar que la televisión actual puede tirar con cualquier cosa. Si esto ocurriera nos podríamos echar a temblar con los productos que le sucederían, susceptibles de heredar su empobrecimiento y su técnica. En este caso, quizá sería mejor aprovechar el verano apagando la tele y saliendo a la calle para disfrutar de un buen mojito o simplemente para mirar a la luna. La luna en verano al menos suele brillar con fuerza, algo que no ocurre con el nuevo truco de magia de Telecinco.

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