"La película es un objeto artístico, no una herramienta para la militancia". Alberto San Juan, codirector de 'El rey'

"La película es un objeto artístico, no una herramienta para la militancia". Alberto San Juan, codirector de 'El rey'

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"La película es un objeto artístico, no una herramienta para la militancia". Alberto San Juan, codirector de 'El rey'

'El rey' es una de las películas más difíciles de definir de la cartelera actual. Su naturaleza abiertamente teatral, modesta y autofinanciada y su mensaje combativo, casi incendiario, la convierten en una producción tan inclasificable como valiosa en nuestro cine. Revisa una pesadilla del Rey Emérito la noche en la que abdica en su hijo, cuando se le van apareciendo, como si fueran los fantasmas del pasado de Dickens, distintos espectros de personalidades de nuestra historia que le pusieron en el poder.

Porque eso es 'El rey': una reflexión sobre los poderosos y sus métodos, su moral y sus límites. Hablamos del importante trasfondo actual de la película con Alberto San Juan, director de la obra de teatro original en la que se inspira y codirector de la película junto a Valentín Álvarez. El actor no se muerde la lengua a la hora de apuntar a los monstruos reales que se emparejan con las pesadillas sobre las que se construye el film.

¿Cómo nace el proyecto?

Del puro deseo de hacer una película, compartido por Valentín Álvarez y por mí. Yo me encargo sobre todo de guión y dirección de actores, y Valentín de iluminación y realización. En la fase posterior de montaje estamos los dos mano a mano. Hacía tiempo que nos apetecía, y 'El rey' nos permitía desarrollar una apuesta artística que nos interesaba con los escasísimos recursos económicos que teníamos: rodar en pocos días en un solo espacio, con actores que ya se sabían los papeles. Lo hicimos en seis días y medio en el Teatro del Barrio, y al ser una pesadilla como la que puede tener cualquiera (no en contenido, claro, pero sí en forma), la libertad es absoluta. Eso nos interesaba para experimentar, y aparte podíamos hacerla sin medios.

¿Nunca se planteó entonces de otra forma, como una película más convencional?

No, en realidad fue producto de un arrebato. Lo decidimos y en unas semanas estábamos rodando. La preparación fue mínima y no pedimos ninguna ayuda.

Pero habéis financiado parcialmente por crowdfunding...

Sí, porque pensábamos que saldría mi barata. Con mi mala cabeza para el dinero, engañé sin querer al Teatro del Barrio y les dije que con diez mil euros hacíamos la película. Al final ha costado como 30.000 o así, porque había una gran cantidad de gastos que yo no podía prever. De hecho la película se ha podido hacer porque ha cobrado todo el equipo (aunque algunos se bajaron el sueldo) salvo actores y directores. Y luego una productora que tienen unos amigos nos regalaron cuatro semanas de edición y un editor que pagaron ellos. Gracias a esos 1120 coproductores del crowdfunding esto ha podido salir adelante.

¿Estamos viviendo un clima político que hace necesarias películas como esta?

Estamos todavía, desde 2011, en un cambio de ciclo histórico y político, el cambio que se inicia con la Constitución de 1978 está en declive, está agotado, aunque aún puede seguir caminando como un zombi durante años. Pero aún no sabemos cuál es el ciclo político que le seguirá, así que por supuesto que hay un debate social en todos los ámbitos, y esta película participa en ese debate de quiénes somos y a dónde vamos. Pero es un objeto artístico, no es una herramienta militante (o no lo es en su primer propósito). Que luego sirva para el debate, pues estupendo.

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Pero es una película claramente posicionada...

Bueno, intentamos que la película no sea un panfleto. Tengo mucho respeto por los panfletos, pero creo que no son expresiones artísticas. O quizás sí... no sé si 'El Manifiesto Comunista'... (risas) Desde luego, la película no pretende ofrecer ninguna verdad cerrada alternativa a la oficial, pretende compartir preguntas. Insistí mucho en no caricaturizar a los personajes y entenderlos. La única caricatura que hay, y no estoy seguro de que fuera un error o no, fue en el caso de Tejero, ahí nos venció la tentación.

Aunque la película está claro que tiene elementos de humor, ¿no?

Me alegra de que veas humor, pero hay mucha gente que no lo encuentra.

Bueno, en el tratamiento satírico de muchos personajes, como Franco, que interpretas tú mismo...

Yo no he intentado darle un matiz humorístico. Quizás algún diálogo concreto, como el de las sardinillas, pero desde luego con ese personaje yo no buscaba la risa.

Uno de los temas primordiales de la película es el de los privilegios: cómo se encuentran, cómo se heredan... ¿Qué te interesa de esa cuestión?

Es sin duda el gran tema de la película. El golpe de estado franquista del 36 se da para defender unos privilegios históricos de los grandes propietarios del campo, la industria y los estamentos militar y eclesiástico, que los veían en peligro por culpa de la República. Lo revistieron de cruzada para salvar el cristianismo y la civilización occidental del comunismo, pero defendían unos privilegios de clase, que luego se fortalecieron con el franquismo y el genocidio que lo inauguró.

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Y fueron privilegios que no se tocaron en la transición a la democracia, y yo creo que esa es la gran debilidad, la gran trampa de ese proceso. Y todo eso llega hasta ahora, nos afecta hoy, como ha sido el caso de la mujer que se ha suicidado hace unos días porque la iban a desahuciar. Es una realidad criminal a la que aún tenemos pendiente enfrentarnos.

¿Ves 'El rey' como una película optimista, que declara el fin de un régimen en decadencia? ¿O más bien al contrario, hablando de cómo los regímenes se perpetúan sin descanso?

Yo creo que la película permite distintas lecturas. Hay a quien le parece contundente, hay a quien le parece light... Para mí, la esperanza está en lo que la película denomina "la calle". El rey dice que "la calle es el peligro". Claro, la calle es la democracia, el espacio público, la asamblea. y eso no casa con los privilegios de ninguna minoría ni de ninguna familia. Por tanto, no casa con la monarquía. Calle y monarquía son excluyentes.

Y yo creo que la calle acabará arrebatando el poder a la monarquía. Pero por otra parte, tengo la sensación de que los responsables de esa minoría privilegiada ya están dando vueltas a cómo sustituir la monarquía y crear una tercera república española al servicio del capitalismo internacional. Porque se cae por su propio peso la monarquía española, pero en ese cambiar cosas para que no cambien los privilegios, la monarquía está en la lista de cosas que podríamos cambiar para garantizar otros cuarenta años de saqueo cómodo.

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