'Tropa de élite', desgarrador retrato de la corrupción y la violencia

'Tropa de élite', desgarrador retrato de la corrupción y la violencia
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Desde antes de su exhibición, 'Tropa de élite' ya dio mucho que hablar. En Brasil se convirtió en todo un fenómeno, por tratarse de un retrato realista y fiel del oscuro submundo de las favelas en la violenta ciudad de Río de Janeiro. Pero, se nos posiciona en el punto de vista opuesto a 'Ciudad de Dios' (con la que la comparación es inevitable), y nos muestra las miserias desde un batallón especial de la policía.

Se trata del debut en la ficción del documentalista José Padilha (ganador en el pasado festival de Berlín), que relata este mordaz retrato de la corrupción y la violencia con enorme brío, tremenda fuerza visual y un ritmo narrativo trepidante. Padilha ha sido criticado por mostrar con tanta contundencia el ensalzamiento de la violencia desmedida por parte de la policía como única solución para luchar contra la podrida vida en las favelas por culpa del narcotráfico. Y lo cierto, es que el realizador no escatima en crudeza de las imágenes, pero también es cierto que en el fondo nos muestra que en ambos bandos, el del mal (los narcotraficantes) y del bien (el sistema policial), no son tan diferentes y están igual de degradados y corruptos.

El relato tiene lugar en 1997, a unos meses de la visita del papa Juan Pablo II, y la misión de mantener limpia la zona del cerro de Turano, en Río de Janeiro. Ante esta situación, el capitán Nascimento, víctima del estrés propio del desempeño de sus funciones y con la debilidad que le asola por convertise en padre, tiene que encontrar algún sustituto que esté a la altura para abandonar la primera línea de fuego. El guión esta adaptado por el propio José Padilha, Bráulio Mantovani (guionista de 'Ciudad de Dios') y Rodrigo Pimentel, un ex miembro de la tropa de élite, que aporta su personal punto de vista, lo que acrecenta la verosimilitud.

Para adentrarnos en la desgarradora historia, la narración está a cargo del capitán Nascimento, verdadero estandarte de la BOPE (Brigada de Operaciones Policiales Especiales), el batallón más duro y implacable para mantener a raya a los narcotraficantes. A través de su voz en off, acompañada de imágenes impactantes, nos va introduciendo en las corruptelas policiales y en la dureza de la vida en este violento rincón del planeta. El actor Wagner Moura hace un trabajo sobresaliente y logra aumentar, si cabe, más realismo a la cinta, sobre todo, a través de su lucha interna, con sus dudas, sus miedos, que se acentúan cuando se quita el uniforme y regresa a su hogar.

El apartado interpretativo es sobresaliente, ya que tanto Walter como el resto de actores, logran convencer. Pero donde la cinta destaca es en su poderío visual. En las escenas de acción, con cámara en mano, logra introducir al espectador en las intervenciones de la tropa de élite de forma impactante, con un estilo próximo al cinéma-verité. Todo apoyado por una soberbia fotografía y un montaje brillante, que resaltan sobremanera el duro y sombrío ambiente, tanto en las veloces escenas de acción como en los momentos más íntimos, en interiores asfixiantes, donde se palpa la tensión.

Padilha no se ceba especialmente con los tejemanejes policiales, sino que también realiza una dura crítica contra la clase burguesa que consume drogas y facilitan que el círculo no se cierre. Y también nos remueve los sentimientos con los daños colaterales, esas muertes de niños y adolescentes que ayudan a los narcotraficantes y que acaban siendo también víctimas, sin vía de escape.

La crudeza de la historia se dispersa algo hacia el final del segundo tercio del metraje, cuando la historia se desvía para contarnos, de forma exagerada y demasiado distorsionada, el entrenamiento de los aspirantes al BOPE y la consiguiente decisión del protagonista entre los dos candidatos mejor situados. Momento menos lúcido e incluso prescindible hasta que de nuevo el protagonista toma las riendas y nos lleva hasta el único desenlace posible, atroz, congratulante en lo moral, pero a la vez desasosegante y lleno de pesimismo, sin dejar un resquicio para una posible solución de la situación planteada.

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