'Rastro Oculto', por la vía fácil

'Rastro Oculto', por la vía fácil
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Gregory Hoblit, tras más de una década dedicándose a series de televisión, entre ellas la magnífica 'Canción Triste de Hill Street ('Hill Street Blues'), saltó al cine de forma contundente e irregular con la muy aceptable 'Las Dos Caras de la Verdad', película que nos descubrió a ese camaleón de la interpretación llamado Edward Norton. Sus siguientes films se caracterizaron por poseer en sus guiones trazos realmente interesantes, en sus castings actores más que eficientes, y resultados taquilleros a veces muy decentes, a veces no tanto, tal es el caso de la incomprendida 'La Guerra de Hart' ('Hart´s War'). Películas como su ópera prima, la inteligente 'Frequency' (para el que esto suscribe su mejor trabajo), o 'Fallen', son films de sobra conocidos por la audiencia. Pero Hoblit es un desconocido, algo injusto para alguien que por lo menos ha sabido entretenernos sin recurrir a artificios varios, y sí con cierto vigor narrativo acompañado de un leve clasicismo.

Esas películas no son un prodigio de cinematografía, pero al menos no tratan al espectador como si éste fuera idiota. Con 'Fracture' empezó a dar muestras de cansancio, y con 'Rastro Oculto' termina sucumbiendo con todos los fallos típicos de los thrillers de hoy día.

SPOILERS

'Rastro Oculto' ('Untraceable', 2008) narra las investigaciones llevadas a cabo por Jennifer Marsh, agente del FBI, dedicada a delitos informáticos, que esta vez tendrá que vérselas con un asesino en serie que secuestra agente para torturarlas delante de una cámara que vierte lo filmado en una página de Internet, cuyas visitas suben como la espuma. El problema es que cuantas más visitas reciba esa página, la víctima tardará menos en morir, lo que pondrá en jaque a todo el departamento del FBI para intentar atrapar a tan sádico asesino.

El único punto interesante de 'Rastro Oculto' se encuentra en su denuncia, por llamarlo así, de cómo es usado Internet por sus usuarios, y como seríamos capaces de acelerar la muerte de una persona que está siendo torturada en directo, ya que el morbo por ello nos mueve, y al fin y al cabo, todo lo que podemos ver a través de una pantalla no tiene porqué ser cierto. Somos capaces de escudarnos en esa mentira con tal de satisfacer nuestros más bajos instintos. Lo malo del asunto es que este tema está tocado de refilón en un thriller, que como tal, posee una historia que hace aguas por todos lados. Incluso, se permite el lujo de resultar enormemente moralista en una de sus escenas finales, cuando un personaje pone delante de la cámara la placa de policía, en lo que es una clara acusación de culpabilidad hacia todo aquel que está mirando. ¿Verdad? sin duda, pero en la película y de esa forma tan facilona queda poco menos que ridículo.

Y es que 'Rastro Oculto' no puede ocultar, valga la fácil redundancia, sus armas totalmente artificiosas y facilonas. Su escena de apertura es de lo mejor del film, en ella queda perfectamente constatada la enorme efectividad del personaje central, interpretado por una cansada Diane Lane, algo que choca directamente con su forma de actuar durante el resto de la proyección. Asistimos estpefactos al trabajo de investigación más endeble y absurdo que se ha visto en un thriller policíaco en años. Los logros conseguidos en él no se deben a la inteligencia de algunos de sus personajes (salvo por el detalle del morse), si no a golpes de suerte, y también a que el asesino comete alguna que otra estupidez de considerable altura. Todo el tramo final del film clama al cielo de lo ridículo que es, quedando al descubierto las debilidades de un guión que hasta ese momento caminaba tambaleándose por una cuerda muy, muy floja. ¿a qué narices viene que el asesino lleve a la mujer al sótano de su casa? ¿y por qué ésta no se quita el trapo que tiene en la boca, si tiene las manos atadas por delante de su cuerpo? y peor aún, ¿por qué el asesino es tan imbécil que la filma balanceándose, no sólo hasta que ésta termina librándose de sus ataduras, si no dando pistas a todo el mundo de donde pueden estar? Demasiados despropósitos para terminar una película que no llama la atención ni engancha.

Y por supuesto voy a dejar a un lado todas las incongruencias que hay sobre los ordenadores o Internet, para aquellos más enterados y que disfrutarán como enanos con la cantidad de chorradas que se narran en el film. Esto es cine, y hay que creer. Eso sí, que nos hagan creer como Dios manda. Aún así, no me resisto a mencionar el detalle del asesino ocultando su IP en un servidor ruso, y como el FBI no tiene jurisdicción allí no pueden investigarlo. Claro, claro, a los guionistas Robert Fyvolent, Mark Brinker (que se estrenan en esto de los guiones con esta película), ayudados por Allison Burnett, no se les ocurrió otra cosa mejor.

Menos mal que algunos como yo teníamos a doña Diane Lane animándonos la función en la medida de lo posible. La actriz no ofrece una de sus mejores interpretaciones, pero al menos nos regala toda su espléndida madurez, e intenta tomárselo en serio. Colin Hanks, hijo-clon de su padre, es su compañero, y su destino queda muy claro desde el principio. Billy Burke, que ya trabajó a las órdenes de Hoblit en su anterior película, da vida al anodino agente de policía que ayuda en la investigación, y al que cargan con algunas de las frases de diálogo más estúpidas de la película.

Hoblit se muestra cansado, como sin confiar en el material que tiene entre manos, cosa que no es de extrañar. Y por momentos, se detiene en filmar sin parangón una serie de escenas explícitas sobre la sádica tortura a la que son sometidos algunos de los personajes, con artilugios que más bien parecen sacados de la mente de Jigsaw. Una mala película que no aporta nada nuevo a los nuevos tiempos en los que nos encontramos. Sólo una pequeña reflexión para el camino: ¿por qué en su escena final no se traducen al español todas las frases que aparecen en el foro de la página del asesino? Algunas de las no traducidas son realmente terribles. En Blogdecine:

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