'Quemar después de leer', el informe más gracioso de la CIA

'Quemar después de leer', el informe más gracioso de la CIA
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Joel y Ethan Coen son dos cineastas que tienen una filmografía que habla por sí sola. Y tienen un humor muy particular. Y punto. 'Quemar después de leer' es su última película, un prodigioso "a caballo" entre el humorismo caótico de 'El gran Lebowski' y el fatalismo de 'Fargo'. Decir, a bote pronto, como ya he leído en muchos sitios, que 'Quemar después de leer' es una obra menor, me parece una afirmación cuanto menos precipitada. Seguro que este film ha conectado con un sector al que nunca le había entusiasmado el cine de estos hermanos, ese sector que mira con gesto de extrañeza cuando oye que 'No es país para viejos' es "una gran película".

Un agente de la CIA, de nombre Ozzy Cox (John Malkovich), es despedido sin contemplaciones. Como revancha se propone escribir sus memorias, para despotricar contra el sistema que le ha excluido de un día para otro. Su mujer (Tilda Swinton), una víbora que le engaña, le roba el CD donde están almacenadas las memorias, y por cosas de la vida (eufemismo para decir "giros narrativos típicos de los Coen") acaba en manos de dos empleados de un gimnasio, Linda (Frances McDormand) y Chad (Brad Pitt).

Como se puede intuir, 'Quemar después de leer' cuenta con un reparto de campanillas, con los ya mencionados y también con George Clooney y J. K. Simmons. Eso da credibilidad a una historia que en ningún momento da sensación de trascendencia. A cuento de esto, memorables esos diálogos en los que el jefazo (Simmons) habla con su subordinado para ponerse al corriente de todo, con una cantidad de información similar a la que tienen los espectadores. "Avíseme... no sé, cuando tenga sentido", es el resumen perfecto de los despropósitos que se suceden en el cada vez más enrevesado entramado que salpica a todo el elenco de personajes, y que acaba, cómo no, de una manera grandilocuente, excesiva, patética. Los personajes son puramente coenianos: rozan el arquetipo pero más bien lo burlan, y son tan estúpidos que el espectador va dando tumbos hasta darse cuenta de que no se ha identificado con ninguno.

La mejor interpretación (algo de lo que ya escribió mi compañero Antonio Toca), es la de Brad Pitt, que encarna a un personaje que, pese a su idiotez, está encantado de haberse conocido, y que protagoniza, junto a Malkovich (histriónico como nunca, genial como siempre), las mejores escenas de la película. George Clooney hace de George Clooney, y sin embargo su presencia nos basta. De los demás, hay que subrayar la convicción que pone J. K. Simmons, pero desde luego todas las actuaciones poseen la suficiente fuerza como para que el conjunto sobresalga.

'Quemar después de leer' juega a ser thriller y otras veces a comedia disparatada. No es brillante en ninguno de esos escarceos, pero sí bastante aguda. Es una comedia con personajes estúpidos, pero (y éste es el milagro) que trata al espectador como alguien inteligente y audaz, que sabrá reír las gracias en cuanto conecte con la película. 'Quemar después de leer' es, en fin, la consagración del peculiar humor de los Coen, que se sabe reír de todo y de todos sin usar el aura paródico, y que es plenamente consciente de sus limitaciones y honesta con sus pretensiones. Se sitúa en el límite del surrealismo, desafía a la lógica con el comportamiento de sus personajes, y funciona. Por cierto: Carter Burwell lo ha vuelto a conseguir. La última película de los hermanos Coen es una gran opción para ir al cine a pasar un buen rato. No le podemos pedir mucha riqueza de contenido, pero nos da lo que podemos andar buscando: una comedia entrañable, simpática, destartalada, repleta de humor negro, y que destapa a Brad Pitt como un cómico desternillante.

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