'Nightcrawler', el monstruo del morbo

'Nightcrawler', el monstruo del morbo
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El morbo vende mucho y como resultado de ello siempre habrá alguien dispuesto a ir un poco más allá para sacar tajada. No creo que haya nadie que pueda discutir esa triste realidad, algo que el cine ha denunciado en varias ocasiones. Sin embargo, es un problema que no deja de ir a más y los auténticos culpables de ello somos los espectadores por seguir consumiéndolo, ya que su popularidad se debe básicamente a eso y no a ningún plan secreto para intentar idiotizarnos o cualquier ridícula teoría de la conspiración.

Nightcrawler’ se aprovecha de ese morbo para ofrecer una radiografía de la bajeza moral de nuestra sociedad a través de Lou Bloom, un joven delincuente con mucha labia que está buscando su lugar en la vida y lo encuentra grabando las imágenes más morbosas fruto de accidentes, robos o asesinatos. La magnífica y perturbadora interpretación de Jake Gyllenhaal es el principal –pero no único- motor esta estupenda ópera prima de Dan Gilroy.

’Nightcrawler’ y la ambición sin límites

Jake Gyllenhaal y Rene Russo en

Hay un momento de ‘Nightcrawler’ en la que su protagonista señala que aprende muy rápido, algo que no dudará en volver a recordarnos de forma explícita más adelante. Esa es una idea que la propia película lleva a sus últimas consecuencias cuando mi gran miedo era que no terminara de dar ese paso adelante dentro de su sórdido y retorcido planteamiento y buscara el escudo de algún tipo de redención para el personaje de Gyllenhaal. No es el caso, ya que Gilroy huye de todo subterfugio moral para mostrarnos la obsesión de Lou por triunfar a cualquier precio.

Sin embargo, Gilroy no quiere que ‘Nightcrawler’ sea una mera parábola, por lo que el retrato psicológico del protagonista también tiene un peso fundamental. Es ahí donde los precisos y afilados diálogos escritos por el propio Gilroy son la base que Gyllenhaal utiliza para interpretar a un perdedor que seguramente habrá leído infinidad de libros de autoayuda y que tiene una idea muy retorcida y directa de cómo conseguir lo que quiere y nada ni nadie va a impedirlo, dando para ello al personaje un encanto repulsivo la mar de peculiar.

Son muchos los que han querido buscar diversos referentes tanto de la propia película como de la actuación de Gyllenhaal, pero creo que es más valiosa la explicación que la comparación. Antes de nada, me gustaría que vierais este vídeo que muestra bien su lado más encantador y accesible, que luego paséis a este otro donde ya se muestra su rostro más ambicioso y por último que echéis un vistazo a su impulsividad para ser el primer en llegar al lugar de los hechos y también su particular actitud cuando está grabando una vez allí.

Escena de

Como es natural, no son más que diferentes detalles de su personalidad y del arsenal dramático empleado por Gyllenhaal para deslumbrarnos como un enfermizo pero muy inteligente manipulador que enseña sus cartas únicamente cuando se sabe en una posición de poder –memorable el momento en un restaurante con una muy efectiva Rene Russo- y que va absorbiendo todo lo cree que puede ayudarle a alcanzar el éxito –muy ilustrativas todas las escenas que comparte con un notable Bill Paxton-. Para ello, resulta esencial el repertorio gestual del actor, pues sólo con la forma en la que está utilizando su cara, en especial sus ojos, en cada momento ya nos transmite el estado mental particular por el que está pasando Lou.

Todo ello ayuda a que los excesos no sean necesarios por parte de Gyllenhaal más allá de algún instante puntual en el que exterioriza su frustración, pero siempre en solitario para evitar que se vea su verdadero yo en un momento en el que podría perder todo lo logrado hasta entonces. De hecho, Lou da mucho más miedo cuando está callado o suelta frases que se escapan de su guión preestablecido para llegar a la cima, ya que es entonces cuando su monstruosa personalidad resulta más evidente y bien sabemos que es capaz de hacer cualquier cosa para lograr su objetivo.

Para dar más entidad al protagonista cobra mucha importancia el personaje de su ayudante, una especie de apoyo emocional para el espectador –los mejores momentos de, por así llamarlo, alivio cómico están protagonizados por él- que también nos recuerda los límites que va traspasando el protagonista, pero sin enfatizar más de lo necesario en lo cuestionable que resulta moralmente o en su crítica hacia la decadencia de los medios de comunicación actuales –esa función ya la cumple el personaje interpretado con simple corrección por Kevin Rahm-.

El inquietante encanto nocturno de Los Ángeles

El morbo y

Todas las ciudades cambian mucho de noche, algo que varios directores han sabido captar a la perfección para mostrar su lado más decadente, peligroso y perturbador. Ese es también el principal objetivo de Gilroy en su trabajo de puesta en escena, para lo cual se apoya de forma notable en la excelente fotografía liderada por Robert Elswit mediante el uso dominante de una iluminación artificial que realza las rarezas de lo que vemos sin distorsionarlas.

El trabajo de Gilroy también se ve favorecido por un necesario rodaje en exteriores para mantener la credibilidad necesaria, apostando por regla general por un trabajo de dirección austero y eficiente para mantener ese necesario aire de verismo y al que la única pega real que podría ponerle es que le falta ese último empujón no desmerecer en comparación a Gyllenhaal y el guión del propio Gilroy. Al menos eso fue lo que pensé durante los dos primeros actos de ‘Nightcrawler’, pero en el último da ese paso adelante para que lo que sucede en pantalla nos conquiste por completo.

Es durante esos últimos 30-40 minutos cuando el trabajo de cámara se vuelve más visceral para potenciar el clímax dramático hacia el que la acción se encamina de forma inevitable, casi comparable a ver cómo dos coches están a punto de chocar y no hay nada que nadie pueda hacer para evitarlo, pero con el añadido de que todo forma parte del maquiavélico plan del protagonista. Y lo mejor de todo es que tiene el final perfecto dentro del peculiar tono en el que se había movido Gilroy hasta entonces, ya que justo es señalar que su medido guión resulta esencial para que todo encaje en su lugar de forma mucho más natural de lo que jamás habría esperado.

Esperando la noticia en

En definitiva, ‘Nightcrawler’ es ya la cuarta gran película que se ha estrenado en España en lo poco que llevamos de 2015. Es perturbadora, retorcida y apasionante, sobre todo cuando enfila el camino hacia su desenlace, que es cuando absolutamente todo se eleva para estar al nivel de un extraordinario Jake Gyllenhaal que nunca había estado tan bien como aquí, y eso que últimamente había encadenado algunos papeles de muy alto nivel. Imprescindible.

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