'Modus Anomali', Crimen y castigo

'Modus Anomali', Crimen y castigo
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Un hombre (Rio Dewanto) despierta sin saber quien es y se ve inmerso en un extraño y perverso juego, tratando de salvar las vidas de los que descubre que son sus hijos y en constante huida de una presencia asesina y aparentemente sobrenatural que lo persigue y le habrá borrado la memoria.

Son tiempos nuevos para los juegos del gato y el ratón, aunque no han dejado de beber y descender de aquel cuento inspirado de Edgar Allan Poe en el que un pobre diablo estaba a merced de un péndulo mientras yacía atrapado, inmóvil, en un lugar soterrado.

De la filmografía indonesia nos llega esta película, proyectada en la última edición del Festival de Sitges, y dirigida por Joko Anwar, un cineasta del que nada sabemos por estos lares, aunque a poco que busque uno por la red sabrá que esta 'Modus Anomali' (id, 2012) es su cuarta película, siendo la primera la más rara, una comedia familiar, y siendo la segunda y la tercera su entrada de lleno en el género de horror.

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Conviene que el lector sepa dos cosas: la primera es que esta película es recomendable, y es muy recomendable verla sin conocer mayores detalles de su guión. La segunda es que, debido a eso, haré el análisis entrando de lleno en la discusión de las revelaciones argumentales clave así que vean la película antes de proseguir con la lectura de esta crítica.

Bien, la idea de esta película se instala, aunque sea de refilón, en la onda que puso, de nuevo, en circulación el 'Memento' (id, 2000) de Christopher Nolan y que podríamos decir que se basa en la combinatoria de asesino, elipsis temporal y naturaleza detectivesca de la propia situación.

Pero aquí el esquema es más sencillo y con ello, más efectivo, al mismo tiempo no admite revisionados puesto que la primera e intrigante mitad de la película es explicada por la segunda, así que en revisiones la película es poco menos que inservible, siendo tan dependiente como es de su guión.

Pero, adoptando rasgos de un survival horror con no poca imaginación visual, y contando con un estupendo actor principal, un dispuesto Rio Dewanto, el antagonista de la película es poco menos que fascinante: un asesino que, cansado del esquematismo divisorio de los roles, todo lo quiere para sí.

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No son tanto los gozos del acto criminal en cuanto a hecho que tiene un autor, como el disfrute de la secuencia entera del crimen. Y ese egoísmo moral es francamente repulsivo y fascinante, porque este asesino se desmemoria para matar y quiere ser víctima y verdugo, quiere ser padre sufridor y asesino despiadado, quiere ser verdad y mentira, quiere, en definitiva, toda la sangre del mundo para sus entrañas, la que se ha vertido y la que permanece fría en las venas del ejecutor, quiere el llanto lleno de rabia y la risa henchida de satisfacción. Si eso no es la pesadilla definitiva, qué puede serlo.

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