'Malditos bastardos', la peor película de Quentin Tarantino

'Malditos bastardos', la peor película de Quentin Tarantino
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Diez años ha tardado Quentin Tarantino en tener lista su particular visión de la II Guerra Mundial. Diez años desde que, tras finalizar ‘Jackie Brown’ (la única de su filmografía que no parte de un guión original, y curiosamente, para muchos su obra más redonda), Tarantino quiso crear su propia película bélica, inspirado por la italiana ‘Aquel maldito tren blindado’ (‘The Inglorious Bastards’ en Estados Unidos) de Enzo G. Castellari, por la que siente verdadera fascinación, a pesar de ser un aburrido bodrio de cabo a rabo. Pero es que al director de ‘Pulp Fiction’ le pierde la serie B y el exploitation, lo bizarro, lo cutre y lo exótico, como queda bien claro por todos los homenajes (o plagios, según el observador) que nutren su cine.

El norteamericano quería narrar la aventura de un grupo de soldados que deben infiltrarse entre los nazis para llevar a cabo una misión suicida. Pronto surgieron los nombres de Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone o Bruce Willis, pero Tarantino no se decide, deja el guión sin acabar y decide cambiar de proyecto, centrándose en otro que había nacido durante el rodaje de ‘Pulp Fiction’ (‘Kill Bill’, que por razones comerciales acabó dividida en dos). Con el apoyo de un gran estudio como la Universal, que cubría los costes de la película que tenía en mente, y tras permitirse el lujo de rodar la divertida ‘Death Proof’ para la fallida experiencia de ‘Grindhouse’, Tarantino acaba el guión y emprende por fin el rodaje de su ‘Inglorious Bastards’, que acaba llamándose ‘Inglourious Basterds’, y que en España se ha estrenado como ‘Malditos traductores’... ah, no, ‘Malditos bastardos’.

Afirma Tarantino que durante todos estos años ha estado reescribiendo el guión de ‘Malditos bastardos’, y que sus personajes han ido cambiando de bando a bando, de situación en situación, hasta que finalmente encontró una historia que le dejó satisfecho, y dio el aviso para empezar con la pre-producción de su nuevo trabajo como director, el séptimo en términos oficiales (no se cuenta ‘My Best Friend´s Birthday’, según el realizador, un film de aprendizaje). Lo que finalmente se ve en la gran pantalla dista mucho de parecerse a su querida ‘Quel maledetto treno blindato’ (1978), lo cual es una muy buena noticia, manteniéndose sólo el tono ligero de la narración, dando cabida a bromas y diálogos intrascendentes aun en momentos de grave peligro, y, claro, que hay un comando de soldados norteamericanos que deben realizar una misión prácticamente suicida contra los nazis.

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Con el típico arranque de cuento, “Érase una vez…”, Tarantino nos prepara para sumergirnos otra vez en su singular universo, en esta ocasión para contarnos por primera vez una historia (o puzzle de historias, más bien) no contemporánea. La película comienza con un capítulo que parece sacado de un spaguetti western, incluso con la música de Ennio Morricone para hacer más creíble la ilusión, salvo por un pequeño pero crucial detalle; esto es, como nos han anunciado, la Francia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, y la cosa va de unos nazis despiadados que persiguen y aniquilan judíos. Así de simple, así de ficticio, así de sangriento; esto es Tarantino. Nada que objetar, lo contrario sería engañarse.

Así que empieza esta ‘Malditos bastardos’, tan esperada y con un guión que supuestamente ha requerido diez años de trabajo, y se nos presenta una situación en la que un granjero recibe, en su tranquila casa en medio del campo, la visita de un coronel nazi llamado Hans Landa. Desde el principio, sin sutilezas (que nadie las busque aquí), sabemos que el alemán sabe más de lo que aparenta y que el francés está mintiendo, pero claro, no se lo va a poner fácil al coronel, hay demasiado en juego. Todo bien, muy bien, hasta que la conversación y el juego detectivesco de Landa comienza a extenderse sin medida, de forma casi ridícula, sin llevar a ninguna parte. Todo es charla, y a Tarantino parece valerle, pensando que con los diálogos y el paso de los minutos es suficiente para crear tensión.

Pero la tensión hace aguas por todas partes cuando los dos tipos no dejan de hablar, y no pasa nada. Al final, como esperábamos desde hacía tiempo, el nazi pone las cartas sobre la mesa, el granjero confiesa y los judíos que estaba ocultando… Bueno, ya sabéis. El desenlace de la secuencia es estupendo, vigoroso y visualmente brillante (por cierto, con guiño cinéfilo a cierta obra maestra de ese director que “sólo” hacía westerns). Pero es que para llegar a eso, se ha tenido que pasar por un tedioso intercambio de frases que no tiene ningún sentido, más allá de que el realizador esté encantadísimo con sus personajes y encuentre tronchante cada detalle de la interpretación de Christoph Waltz, que efectivamente, como se dijo en Cannes (donde ganó el premio al mejor actor), es lo mejor de ‘Malditos bastardos’.

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La estructura de este primer capítulo se repite, más o menos, en todos los demás que están por venir, hasta que Tarantino se queda contento, después de unas innecesarias, exageradas dos horas y media, y nos dice a la cara, a través de uno de sus bastardos, que cree que ésta es su obra maestra (si esto es así, y no otro chiste más, es que ha perdido definitivamente el juicio). El cineasta adora tanto a sus personajes (esto es, en el fondo, a sí mismo) que no sabe cuándo parar, cuándo mandarles callar, y deja que suelten un rollo increíble cada vez que aparecen, regodeándose en larguísimas secuencias donde lo relevante se presenta al principio y al final, sobrando prácticamente todo lo demás (esto se nota especialmente en el interminable encuentro en la taberna). De los gratuitos y lentos planos detalle de la nata de los postres, o de Mélanie Laurent pintándose los labios, mejor ni hablar.

Dicho esto, no puedo sino sorprenderme (porque soy un tipo tranquilo, si no ya estaría correteando por los tejados lanzando patéticas maldiciones) ante el éxito cosechado por ‘Malditos bastardos’ en Estados Unidos, donde ha recaudado más de cien millones de dólares y parece que ha dejado al público de lo más contentico, hablándose ya de una secuela; en la popular Imdb, el nuevo trabajo de Tarantino(rrrrr) aparece entre las 50 mejores películas de todos los tiempos (da una risa tremenda, cuando lo piensas de verdad). No me cabe la menor duda de que aquí se dará un resultado similar en taquilla, esto se viene anunciando desde hace mucho, y el tono cómico-sangriento de la propuesta, más Brad Pitt en el cartel, atrae mucho; lo que no tengo tan claro es que la respuesta del público español sea tan positiva. Estoy impaciente por comprobarlo.

No estoy de acuerdo con los que dicen, como mi compañero Adrián, que esto es puro Tarantino. Lo parece, durante la película están los rasgos más superficiales de su cine, pero no está lo importante, la frescura y la fuerza narrativa de sus anteriores trabajos. ‘Malditos bastardos’ es la primera película de Tarantino que me aburre, la primera cuyos diálogos (la mayoría, no todos) no entretienen ni sorprenden, sino que parecen escritos sin ningún criterio, por mero divertimento de su autor; es más, exceptuando el Hans Landa que compone Waltz, no hay nada aquí que justifique un segundo visionado, cuando en otras ocasiones era algo que estaba deseando al salir del cine. ¿Divertida? Bueno, alguna risa saca, cierto, y si te divierte ver a Eli Roth masacrando nazis, definitivamente, ésta es tu película.

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