'Los Perros Dormidos Mienten', la mentira nos hará libres

'Los Perros Dormidos Mienten', la mentira nos hará libres
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El dicho de que la verdad nos hará libres es una verdad como un templo, valga la redundancia. En 'Los Perros Dormidos Mienten' se le da la vuelta a dicha frase de una forma un tanto original, y fresca, algo casi inaudito en los tiempos que corren. La película ha obtenido buenas críticas, pero también ha sido mal recibida en algunos sectores, quizá demasiados, llegando incluso a cambiar su título original, 'Sleeping Dogs Lie', por el de 'Stay'. Craso error, porque habrá muchos que la confundan con la película que dirigió Marc Forster en su momento.

Como siempre, y en este tipo de películas pequeñas, por así llamarlas, nos llega con dos años de retraso. Da la sensación de que a este tipo de películas, que sólo parecen tener su lugar en los festivales, en nuestro país las tratan siempre igual (aunque me pregunto qué narices está pasando con una película como '3:10 to Yuma', éxito en la cartelera estadounidense con dos actorazos estrella al frente, y que ya lleva seis meses de retraso). Pero qué le vamos a hacer, ya estamos acostumbrados, así que, que se acostumbren los señores distribuidores mononeuronales a nuestras quejas.

'Los Perros Dormidos Mienten' comienza con una confesión al espectador. Su protagonista, una chica llamada Amy nos relata como en sus años mozos, en un día de aburrimiento, le hizo una felación a su perro. Nunca supo explicar el porqué de aquella acción, y durante años, se lo ocultó, evidentemente, a todo el mundo. Ahora, con un futuro prometedor por delante, y con un novio, que parece ser la pareja perfecta, decide que tal vez para que todo sea ideal en su relación con él, tenga que contarle su pequeño secreto. A partir de ese momento, todo se desmorona.

El que el espectador conozca el secreto de la protagonista desde el mismo comienzo del film, es un notable acierto por parte del guionista, que también es el director, Bob Goldthwait. Éste se las ingenia para que el personaje central nos caiga lo suficientemente bien, que sintamos la más grande de las empatías, dejando a un lado que su secreto nos pueda parecer repugnante o no. De este modo, y por todo lo que viene a continuación, uno desea en todo momento que ella jamás cuente su secreto, porque en cierto modo, es también nuestro secreto. La película, que tiene una muy ajustada duración de hora y media, avanza a un buen ritmo, siendo en todo momento interesante. Poco a poco se van introduciendo los demás personajes del relato, formados por la peculiar familia de Amy, los cuales siempre aportan algo con miga a la historia. Incluso el dibujo de uno de ellos (su hermano), muy típico en este estilo de películas, no desentona en el conjunto.

Respecto a los actores, el premio se lo lleva por supuesto la actriz principal, Melinda Page Hamilton, conocida por haber trabajado en un sinfín de series de televisión, quien le concede a su rol una frescura algo atípica, y que le queda muy bien. A su lado, el resto del elenco parece empalidecer un poco, sin llegar a niveles preocupantes, salvo el caso de Geoffrey Pierson (algunos le conoceréis por interpretar al padre de Dexter), quien da vida al padre de Amy, reflejando muy bien sus dudas. Un personaje que por otro lado, parece ser el más normal de todos, el único que no tiene nada que ocultar.

Lo peor de todo es el lado técnico de la película. Es enormemente cutre en su puesta en escena, con un trabajo de fotografía verdaderamente lamentable, tanto que parece que no hay trabajo de fotografía. Es algo lógico si teneos en cuenta que la película parece ser que tardó en rodarse unos quince días. Pero también es una pena que estos detalles no estén más cuidados, pues de esta forma habrá mucha gente que rechace la película porque pensarán que están viendo un subproducto destinado al dvd. Aún así, no llega para acabar con una película, como ya he dicho varias veces, fresca, en ocasiones divertida, y sobre todo con una buena capacidad para tratar algo que parece sacado de la típica comedia escatológica como algo dramático, sin llegar a cargar las tintas en ello, que también se agradece. De esta forma, nos encontramos con una película que nos habla, partiendo de un hecho más o menos gracioso (aunque mirándolo bien no tiene nada de gracia), sobre la necesidad de la gente de saberlo todo sobre los demás, de las verdades que nunca deben desvelarse y de lo buenas que son las mentiras piadosas para algunos. Pues si algo nos demuestra esta película es que no todos están preparados para conocer ciertas verdades. 'Los Perros Dormidos Mienten' es una buena película que trae algo de dignidad a nuestra actual cartelera, un tanto alicaída con blockbusters más que penosos. Lamentablemente su penosa distribución hará que sean pocas las ciudades en las que se pueda disfrutar de esta simpática cinta. Lo de siempre.

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