'Los Juegos del Hambre', descafeinada distopía para adolescentes

'Los Juegos del Hambre', descafeinada distopía para adolescentes
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Felices Juegos del Hambre, y que la suerte esté siempre de vuestra parte.

El pasado viernes llegó a las carteleras españolas uno de los títulos más esperados y comentados del año, ‘Los juegos del hambre’ (‘The Hunger Games’), el nuevo trabajo de Gary Ross. A falta de solo un día para que se estrene un auténtico blockbuster como ‘Los Vengadores’ (‘The Avengers’), la que nos ocupa es de momento la película más taquillera de 2012. Acumula en torno a 570 millones de dólares en todo el mundo, más de 350 solo en Estados Unidos, donde se ha colado en la lista de las veinte producciones con mayor recaudación de todos los tiempos. Imposible no acordarse de la que estaba destinada a ocupar ese puesto, la más ambiciosa ‘John Carter’, cuyo fracaso ha provocado recientemente la dimisión del presidente de Walt Disney Studios, Rich Ross. La ley del mercado. El divertido espectáculo de Andrew Stanton no encontró a su público o éste no era tan amplio como para recuperar la descomunal inversión, mientras que el dirigido por Ross ha logrado el ansiado éxito comercial con mucho menos. ¿Las claves? Una base literaria actual con su propia legión de fans, mínimo riesgo (tanto en artístico como en lo económico) y apuntar al mayor número posible de espectadores, sin importar lo que se pierda por el camino.

Como sabréis, ‘Los juegos del hambre’ es la adaptación cinematográfica del primer libro de una trilogía de fantasía juvenil escrita por Suzanne Collins que es todo un fenómeno de ventas. Desde la compra de los derechos por parte de Lionsgate con la intención de iniciar una nueva y rentable saga para adolescentes (la segunda parte está prevista para finales de 2013), comenzó a hablarse de que estaba en camino la sucesora de ‘Crepúsculo’, cuya cuarta y última entrega se estrena también este año. La comparación con la franquicia basada en los best sellers de Stephenie Meyer fue buscada a conciencia por el estudio (que de hecho compró Summit Entertainment, propietaria de los derechos de ‘Crepúsculo’) y rechazada por los fieles seguidores de la obra de Collins, incansables a la hora de restar importancia a la trama romántica que involucra a los jóvenes protagonistas para destacar la supuestamente profunda y emocionante historia de ‘Los juegos del hambre’. No he leído la novela, y después de verla adaptada he perdido todo interés. Resulta muy atractivo el punto de partida, con jugosas posibilidades de crítica y reflexión en un momento tan complicado y convulso como el actual, pero lo que queda al final es una oportunidad perdida, ideas interesantes que se dejan de lado en beneficio de un simple e inofensivo entretenimiento diseñado para triunfar en taquilla. No tiene nada de especial y llega a resultar aburrida.

Elizabeth Banks y Lawrence en una escena del film

‘Los juegos del hambre’ nos traslada a un futuro indeterminado, a una nación dividida en doce distritos empobrecidos que son gobernados por la tiranía de una lujosa capital, que cada año organiza un cruel espectáculo televisivo donde los participantes deben matarse entre sí hasta que solo quede un superviviente. Pero el asunto es todavía más retorcido ya que los concursantes, conocidos como “tributos”, son adolescentes (un chico y una chica) seleccionados al azar en los diferentes distritos. El origen y el sentido de los Juegos del Hambre, obviamente relacionado con el dominio de los doce territorios, se explica vagamente un par de veces pero no se deja demasiado claro para que no resulten tan evidentes algunas normas y decisiones absurdas (¿perros monstruosos?) de esta peculiar variante de las antiguas luchas de gladiadores. Los tributos del distrito 12 son Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), verdadera protagonista de la historia, obligada a presentarse voluntaria para salvar a su hermana pequeña, y Peeta Mellark (Josh Hutcherson), que desde el principio asume su condición de probable perdedor. Los muchachos son trasladados de inmediato a la moderna y extravagante capital, donde descubren un mundo totalmente diferente al suyo. Allí reciben ayuda, entrenamiento y consejo, antes de verse forzados a competir violentamente contra otros 22 jóvenes.

Como digo, la premisa de ‘Los Juegos del Hambre’ podía dar mucho juego pero no se le saca partido. No impacta. Y elementos y situaciones que podrían servir para hablar de los males de la sociedad actual están tan filtrados por las necesidades comerciales que pierden casi toda su esencia. En todo caso, la primera gran torpeza que uno se encuentra al ver la película es la atropellada y nerviosa puesta en escena de Gary Ross, cuyo objetivo, según declaraciones del director de fotografía, Tom Stern (colaborador habitual de Clint Eastwood), era situar al espectador en la misma situación que la protagonista, un modo de reflejar su mundo interior ante las particulares circunstancias que la rodean. Se acepta la intención aunque lo más probable es que los verdaderos motivos estén relacionados con las prisas del calendario (motivo por el que Ross no se ocupará de la secuela); lo importante en cualquier caso es que el resultado visual dificulta la narración. La cámara en mano, con el constante tembleque para simular esa apariencia de documental que está tan de moda, llega a resultar ridícula y molesta, y el montaje es tan caótico que hay saltos de eje incluso en una escena tan sencilla como la entrega del emblema durante la despedida de las hermanas. Otro importante error es el metraje, son más de dos horas que, unidas al previsible desarrollo de los acontecimientos y el cobarde desenlace, logran despertar indiferencia y algunos bostezos.

Josh Hutcherson tras demostrar su habilidad como decorador de tartas

La película, necesitada de más crudeza (¿dónde está la terrible lucha por la supervivencia?) e imaginación (no solo por el guion de Billy Ray, Ross y Collins, también el diseño de producción es soso y convencional), se mantiene más o menos en pie gracias a un inspirado reparto al que se le pueden poner pocas pegas. Lawrence salva muchos minutos que descansan únicamente sobre sus hombros. Su personaje se asemeja al de ‘Winter´s Bone’ (por la que fue nominada al Oscar), lo que le facilita la interpretación, pero es una chica de gran talento, con facilidad para transmitir emoción y autenticidad, sin duda estamos ante una de las actrices (junto a Rooney Mara o Mia Wasikowska) más prometedoras del panorama internacional. Sus dos compañeros, Hutcherson y Liam Hemsworth, empleados en algunos momentos para crear un forzado triángulo amoroso (carece de sentido más allá del morboso espectáculo para las masas), no reciben tanto mimo ni cuentan con tantos minutos pero igualmente cumplen y resultan creíbles. Los secundarios también aportan buenos momentos, se les ve cómodos y metidos en la ficción (único mérito relevante del director). Destacan Stanley Tucci, Elizabeth Banks, Woody Harrelson (el mejor junto a Lawrence), Isabelle Fuhrman, Amandla Stenberg y Wes Bentley, mientras que lo de Toby Jones es casi un cameo, Lenny Kravitz parece ausente y las apariciones del veterano Donald Sutherland resultan sorprendentemente lamentables. A menos que contraten a un cineasta valiente y la trama de ‘En llamas’ sea más agresiva, esto tiene pinta de acabar como esa otra prescindible saga de vampiros y lobos enamorados.

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