'Los chicos están bien', actores en estado de gracia

'Los chicos están bien', actores en estado de gracia
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Mañana se estrena ‘Los chicos están bien’ (‘The Kids are all Right’, 2010), tercer film de Lisa Cholodenko, nominado a los Óscar en 4 categorías: película, guion, actriz protagonista y actor de reparto.

Nic y Jules tuvieron una hija, Joni, y un hijo, Laser, por inseminación artificial. Ahora los chicos quieren conocer a su padre biológico, lo que trastocará un núcleo familiar que parece que estuviese basado en una perfecta armonía y una absoluta tolerancia.

La película está realizada de forma muy fresca y dinámica, con cierto humor y mucho desenfado, por lo que se torna muy agradable de ver. Esto hace que la historia, que podemos haber visto ya muchas veces, se perciba nueva y original. El guion, escrito por la propia directora, sobresale menos que la manera en la que lo ha puesto en escena.

Lo que más destaca son las interpretaciones de un conjunto que está en especial estado de gracia. Annette Bening interpreta de nuevo ese papel de maniática del control, con unos matices muy interesantes. Julianne Moore se merece la nominación tanto como ella. Pero siento decir, en una película tan de mujeres, que el que más da el do de pecho es Mark Ruffalo, pues es quien aporta casi toda esa frescura y desenfado de los que hablaba. Existen escenas maravillosas en las que interactúan estos tres adultos con los hijos, en las que se logra una enorme apariencia de naturalidad. Para ello, Cholodenko hace una gran labor de dirección de actores, permitiéndoles aportar elementos nuevos y dejándoles reinventar las frases para acomodarlas a su forma de hablar.

Los chicos están bien

Familia en crisis sin saberlo

El análisis de cómo un elemento intruso puede trastocar las formas de vida de algunas personas —de forma diferente según las personalidades de cada una— constituye lo más interesante del film. Esta nueva incorporación a la familia no solo descoloca a sus miembros, sino que también saca a la luz las fisuras preexistentes, que, sin que nadie las hubiese percibido, amenazaban ese hogar ejemplar y avenido en el que parecía que nada podía salir mal.

El estudio psicológico sobre la pareja y la estabilidad emocional que realiza la autora podría extrapolarse a matrimonios heterosexuales o a parejas homosexuales de hombres, lo cual convierte en universal todo lo que se ve en el film y nos llega a todos por igual.

(Posible spoiler) El final, no obstante, cierra la historia de una manera convencional en exceso y, de algún modo, conformista. Todo sucede para que puedan seguir estando como estaban. Pero no se trata de un fragmento aislado y modificable, pues todo lo presentado se dirige hacia esa meta. No encuentro que tuviese cabida una resolución diferente ni que el mensaje de la película pudiese ser otro, ya que también se puede entender como una forma novedosa de presentar la crisis de mediana edad: la cana al aire que sirve para apreciar mejor lo que se tiene. (Fin del spoiler)

Los chicos están bien

La reivindicación a favor del matrimonio homosexual, lejos de convertirse en una losa que lastre a la historia con discursos o proclamas, se realiza a través de la normalización, que me parece la forma más efectiva. Las posibles declaraciones facilonas y desmesuradas sobre la perfección de tener dos madres se ponen en boca de los personajes para demostrar su exageración o ridiculez.

La música desempeña un papel importante. El título de la película coincide con el de una canción de los Who y el nombre de la niña, Joni, rinde homenaje a Joni Mitchell, de la que todos los protagonistas son admiradores. Pero la música que aparece en la banda sonora es otra, con artistas como Vampire Weekend o David Bowie.

En conclusión, ‘Los chicos están bien’ es una película cálida, agradable, muy bien rodada y con interpretaciones muy llamativas, pero que finalmente acaba siendo una más, ni marca ni resulta especialmente memorable. Veremos si se atreven a otorgarle algún Oscar, aunque en las cuatro categorías compite contra películas que tienen más posibilidades.

Mi puntuación:

3,5

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