'La víctima perfecta', cuestión de atmósfera

'La víctima perfecta', cuestión de atmósfera
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Hilary Swank no para. En estos momentos, tiene dos películas en cartel y prepara la adaptación del cómic ‘Shrapnel’, de Nick Sagan y Mark Long, que producirá, además de protagonizar. Pero eso no significa que su carrera vaya viento en popa. En mi opinión, su categoría se encuentra en un pozo del que le va a resultar difícil salir. ‘Betty Anne Waters’, que se estrenó hace unas semanas y todavía puede hallarse en los cines, ha recibido críticas muy negativas, con el argumento principal de su apariencia televisiva, por mucho que la intervención de Swank pueda ser estupenda. Y la que nos ocupa no es precisamente la película que podría elevar el prestigio de una actriz ganadora de dos Oscar, que ha protagonizado algunas películas excelsas. Me pregunto si su generosidad será excesiva a la hora de aceptar papeles o si dispondrá de una asesoría no muy bien encaminada con respecto a los guiones. Sea como sea, su camino no está siendo el más acertado. Se trata de una actriz a la que admiro enormemente y que casi siempre era motivo suficiente para moverme hasta la sala de cine, pero encuentro triste que se esté convirtiendo en una garantía poco de fiar.

‘La víctima perfecta’ (‘The Resident’, 2010), de Antti Jokinen, es, como ya sabréis, una película de la célebre productora de terror Hammer. En ella, Swank, que también es productora, interpreta a una joven doctora que se muda a un piso grande y algo destartalado. El casero, interpretado por Jeffrey Dean Morgan, se deshará en amabilidades y ayudas, por lo que ella pronto comenzará a sentirse atraída hacia él.

La víctima perfecta

La idea central de la película, que consiste en que ella se vea angustiada por un acosador, en teoría da para mucho, pues podría producir bastante miedo y asco –pero no en Las Vegas, sino en Nueva York, donde los alquileres de 3.800 dólares al mes son gangas–. Sin embargo, este acoso está mostrado con excesiva liviandad, de forma casi elegante, y no produce esos sentimientos de rechazo. Es quizá por causa del actor, que no encaja en el papel de enfermo obsesivo, por lo que el personaje se afronta con superficialidad y se mina así la opción de crear una atmósfera opresiva y angustiosa. Se informa al espectador de que el personaje es así, pero no se le transmite, no se le hace ver.

Jokinen ha hecho un trabajo efectivo como realizador, pues la fotografía y los encuadres resultan aparentes. Sin embargo, como director, se ha quedado corto en oficio para introducir tensión y atmósfera, sin las cuales, la película aburre. A esta falta de interés contribuye que cada nuevo acontecimiento o giro de la trama es un tópico, es decir, que casi todo lo que va pasando lo hemos visto ya en otras películas. A pesar de ello, el inconveniente capital no radica aquí, ya que incluso sin capacidad para sorprender y sin un excesivo desarrollo argumental, una buena cinta con atmósfera podría tener a los espectadores al borde de la butaca, sufriendo por el personaje principal, gracias al suspense.

A partir del momento en el que se descubren las intenciones del hombre, se incluye una serie de repeticiones de los hechos. Dudo que para los creadores haya sido la única manera que han encontrado para ofrecer la información necesaria, pues es sencillo dar con otras. Así que supongo que optaron por este recurso por gusto y, si bien respeto sus ganas de innovar, pues el juego estructural es original, no comparto la impresión favorable.

Christopher Lee,

Con un personaje anecdótico, no solo por lo exiguo de sus apariciones, sino también porque no tiene función dentro de la historia, Christopher Lee interpreta al abuelo del casero y su presencia se explota únicamente para dar algún susto y ofrecer prestigio al cartel. No habría sido tan difícil hacer que su participación tuviese sentido, simplemente con que, por ejemplo, (SPOILER), el malo lo asesinase al saber que va a alertar a la protagonista (FIN DEL SPOILER).

Quienes tuvimos que sufrir ‘La cosecha’ recordamos a Swank en sus momentos más bajos y, aunque aquí repita género, hay que celebrar que ‘La víctima perfecta’ no llega a esas cotas de infamia fílmica. La apariencia de ‘La víctima perfecta’ es correcta y durante su tramo inicial mantiene la impresión de que podría resultar aceptable. No obstante, se queda en nada, resulta vacía, es pura cáscara. Para personas muy sugestionables, que suplan con su propio miedo la atmósfera que el director no ha sabido crear, puede que no sea tan mala opción, pero personalmente la encontré fallida y aburrida.

Mi puntuación:

1,5

Comentarios cerrados
Inicio