'La Leyenda del Indomable', con muchos huevos

'La Leyenda del Indomable', con muchos huevos
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Nuestro querido Cinematic es el lector que más comentarios ha dejado en nuestros posts. Este joven chaval con las hormonas revolucionadas, que lo mismo te dice que 'Monster' es una gran película como que 'Blade Runner' no es para tanto, me pidió hace poco la opinión sobre este clásico de Stuart Rosenberg, aprovechando que ahora y en la medida de lo posible, os dedicaré un post atendiendo algunas de vuestras demandas tal y como os dije en la critica de 'La Ofensa'. Realmente Cinematic nos dió una de sus listas de películas, pero un servidor sólo ha escogido una por motivos más que evidentes. Me apetecía muchísimo revisar este film protagonizado por el gran Paul Newman, y que, incomprensiblemente por un lado, se ha convertido en todo un film de culto de varias generaciones.

La historia de 'Cool Hand Luke', que es su título original, nos narra las aventuras y desventuras de un hombre dentro de una prisión rural en la que le han metido durante dos años por destrozo público y rebeldía. Entre rejas enseguida se ganará la admiración y el respeto de sus compañeros, al estar continuamente cuestionado todas las órdenes, alzándose como un espíritu rebelde, y sobre todo, libre.

Estamos, sin ninguna duda, ante la película más famosa de toda la filmografía de Stuart Rosenberg, fallecido el pasado Marzo, un director más bien normalito, que destacó únicamente por un par de títulos y poca cosa más. Proveniente del mundo televisivo, 'La Leyenda del Indomable' fue su primera experiencia en solitario en el campo del cine, y en ella se nota su procedencia, sobre todo en lo que se refiere a puesta en escena. A pesar de que el director utiliza el formato scope, no puede evitar el recurrir a cierta resoluciones visuales muy típicas del mundo televisivo, como zooms o planos medios poco descriptivos. Aún así, lo verdaderamente bueno de la película en este aspecto es la extraordinaria fotografía del gran Conrad L. Hall, uno de los mejores directores de fotografía que han existido jamás. Gracias a su espectacular trabajo el espectador es capaz de sentir el calor asfixiante que sienten los personajes en la película, la cual se desarrolla en verano. Probablemente esto alcanza su máximo exponente en la calenturienta secuencia en la que los presos realizando trabajos de limpieza en una carretera, observan cómo una chica, ligerita de ropa, limpia un coche, moviéndose de una forma con la esponja y el jabón, que escandalizaría al mismísimo Diablo.

Decía antes que este film se había covertido, incomprensiblemente en cierto modo, en un film de culto. La película habla de la rebeldía, del no doblegarse jamás ante la injusticia, y sobre todo, de llegar a ser completamente libre, aún a pesar de estar encerrado físicamente. Mensaje éste que desde luego es del agrado de todo el mundo (o casi). Aunque observando bien la película se pueden apreciar ciertas irregularidades, como el hecho de que nunca sabemos el porqué de la rebeldía del personaje central, y luego dentro de la prisión, no se ve por parte de los carceleros o el alcaide, ningún abuso de poder o injusticia que le hagan rebelarse al protagonista (salvo los instantes en los que se aisla a dos presos usando excusas poco convincentes). Pero esto no quiere decir que nos encontremos ante una película mala, ni muchísimo menos, pero no es la obra maestra que muchos proclaman. Es un film estimable, entretenidísimo y lleno de fuerza, a la par que excelentemente narrado.

Parte de su culto viene por una famosísima secuencia que ha pasado ya a los anales del Cine: la de los huevos cocidos. El personaje central, en cierto momento, y prácticamente sin venir a cuento, dice que se puede comer 50 huevos cocidos (y no 60, como le gustaría a mi compañero carlanga) en una hora. Dicha secuencia se ha convertido en un icono casi cultural, hasta el punto de que son muchos los que reconocen o recuerdan la escena en sí, pero no la película a la que pertenece. Una de las cosas que hacen grande esa escena, como el resto de la película, es la portentosa interpretación de Paul Newman, para un servidor uno de los diez mejores actores de todos los tiempos y lugares. Newman está inmenso de principio a fin, convirtiendo a su personaje en una figura totalmente mítica. A su lado, un eterno secundario, George Kennedy, realizando una de sus interpretaciones más memorables, por la que conseguiría una merecido Oscar, el único de su extensa carrera. Kennedy da vida al antagonista de Newman, primero enfrentado a él, y luego amigo inseparable. Vital es la secuencia en la que ambos pelean a puñetazos, para entender sobre todo el carácter del personaje central. Hablando de secundarios, en el film aparecen en pequeños papales dos actores que luego destacarían por diversas razones, los inolvidables Dennis Hopper y Harry Dean Stanton, acompañados de los no menos importantes Strother Martin, Anthony Zerbe y Jo Van Fleet, ésta en una breve aparición como la madre del protagonista, en una secuencia exquisitamente emotiva.

Una película muy buena, perfecto ejemplo de lo que es un film mítico, aunque no perfecto. Rosenberg volvería años más tarde sobre la misma temática carcelera con resultados igual de estimables, aunque esta vez el protagonista sería uno de los mejores amigos de Paul Newman. Me refiero, como no, a 'Brubaker', a la que se le podría considerar como una especie de hermana del presente film.

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