'La guerra de las galaxias: La amenaza fantasma' (y 2)

'La guerra de las galaxias: La amenaza fantasma' (y 2)
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Habíamos hablado ya de la sosa primera parte de esta película, en la que apenas había nada relevante, salvo algunas creaciones tecnológicas, la presencia de Liam Neeson (un gran actor siempre), el personaje de Watto y poco más. Se puede decir que la segunda hora levanta un poco el vuelo, aunque sin romperse la cabeza. Comenzamos con la secuencia más espectacular de la película, que es un homenaje en toda regla a la película de William Wyler ‘Ben-Hur’. Hablamos, claro está, de la carrera de vainas.

Se aprecia algo de desgana en la dirección de segunda unidad y de figurantes durante toda la película (algo que mejorará en las siguientes entregas). Pero ni eso, ni los malos chistes de Jar Jar consiguen empañar una buena escena de carreras, tan intensa, frenética, violenta y emocionante como cabría esperarse. La planificación y el montaje de esta larga secuencia demuestra que, cuando George Lucas le pone empeño, continúa siendo el gran narrador de veinte años atrás.

Uno de los aspectos más interesantes de esta carrera es que Lucas no incluye música hasta que nos acercamos a su punto culminante, lo que por un lado cede protagonismo a un elaborado conjunto de efectos sonoros, y por otro obliga a que el ritmo se cree por imagen, no por música, lo que es indicio de que a Lucas le sobra talento para crearlo. Es una secuencia de casi diez minutos, llena de ingenio y planos maravillosos. A esta escena le sigue la poco creíble despedida de Anakin de su madre y, por fin, el encuentro salvaje con Darth Maul, que es una aparición bastante poderosa.

Escasa aventura

Lo cierto es que la película ya iba necesitando de más aventura y de menos misticismo de salón (lo de los midiclorianos es bastante chusco), aunque, eso sí, el primer combate con Darth Maul es un visto y no visto, preludio de lo que vendrá luego. Eso sí, ya no habrá más aventura hasta el clímax final, pues aún queda más de media hora de politiqueos y encuentros sin sustancia (imposible ponerle menos encanto al momento en que Anakin y Obi-Wan se conocen…). Aunque es justo decir que la intriga que lleva a cabo Palpatine para ser nombrado Canciller Supremo está bastante bien elaborada.

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En el Consejo Jedi conoceremos a Yoda (un animatronic que en nada se parece al Yoda del Episodio II) y a Mace Windu (un soso y aburrido Samuel L. Jackson, que de actor de carácter se queda en nada). Por supuesto, el consejo desoye la advertencia de Qui-Gon de que los Sith han vuelto y también su petición de adiestrar a Anakin. Vamos, que Qui-Gon es poco menos que un paria para ellos, y eso le hace un personaje aún más interesante.

Lucas se encarga también de demostrar la incapacidad burocrática del Senado Galáctico, que al igual que la ONU (imposible evitar el paralelismo) es una herramienta incapaz de hacer prevalecer la democracia, en realidad es más capaz de promover la corrupción y la injusticia. Aspectos como este hacen valer la astucia y la brillantez del creador Lucas, si bien no le redimen de una aventura con tan poca chispa. De tal forma que abandonaremos Coruscant y regresaremos nuevamente a Naboo, donde tendrá lugar el esperado “grand finale” que, a grandes rasgos, no decepciona.

La narración de la batalla por Naboo se asemeja bastante a la que tuvo lugar en ‘El retorno del jedi’, pues Lucas monta hasta cuatro acciones paralelas, y las sabe llevar bastante bien. Por un lado, la batalla en el espacio entre cazas y droides; por otro, la batalla contra los droides en las llanuras de Naboo; en tercer lugar, el combate en los pasillos del palacio llevado a cabo por Amidala; y, para terminar, el espectacular duelo de sables de luz entre Darth Maul y los dos jedi.

Hay alguna que otra torpeza (principalmente de dirección de actores), pero también hay mucha acción, y bien hecha. Desde luego, lo más brillante es el combate de sables de luz, y lo más previsible la batalla por los pasillos de palacio. Llama la atención la limpieza, el ritmazo, el ingenio, con los que Lucas narra la esgrima hiperbolizada de Darth Maul, con la brillante elección de la sala de generadores, como un gran templo sacro en el que dirimir una lucha mitológica. También resulta brillante el modo en que separa a ambos compañeros, en ese pasillo con paredes indestructibles, y sentimos mucho la derrota (quizá también porque era el mejor actor, ejem…) de Qui-Gon.

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Pese a todo, y a que como en ‘El retorno del jedi’, tras un momento en el que parece que el desastre es inminente, los buenos terminan triunfando y obtenemos una conclusión que pretende ser tan vitalista (sin conseguirlo ni de lejos) como la de ‘Una nueva esperanza’, con plano final calcado de aquella.

Conclusiones

La película convenció realmente a muy pocos, y creo que fue justo que así fuera. Lucas se puso el listón muy bajo en cuanto a autoexigencia, aunque se esforzó mucho en dotar de personalidad y autonomía un universo visual y temático cada vez más grande. Entre sus defectos, numerosos, y sus virtudes, que las tiene, terminamos quedándonos con sus defectos, lamentablemente. Escasa aventura, una historia mal elaborada, una dirección sin chispa. Con todo, la película fue un grandioso éxito de taquilla (¿alguien llegó a dudarlo?) y preparó el camino para sus dos hermanas, bastante más interesantes que ésta.

Especial ‘La guerra de las gaxias’ en Blogdecine

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