'Kick-Ass 2: con un par', sangrienta, provocativa y mediocre

'Kick-Ass 2: con un par', sangrienta, provocativa y mediocre
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Por suerte para todos, las adaptaciones cinematográficas del mundo del cómic —no os perdáis el extenso y completo especial al respecto que está realizando mi compañero Sergio— no se limitan a contarnos la historia del típico superhéroe que tiene que luchar contra su némesis de esa semana para así protegernos a los simples humanos. No es que tenga nada en contra de una fórmula que nos ha regalado multitud de buenos entretenimientos y alguna gran película, pero sí que recibí ‘Kick Ass’ como un soplo de aire fresco, ya que el cómic de Mark Millar sabía jugar con esos lugares comunes y ofrecernos algo diferente y muy disfrutable.

Lo que me entusiasmó bastante menos fue su salto a la gran pantalla, ya que la cinta dirigida por Matthew Vaughn sólo lograba captar parte de la mala leche de la obra original e introducía algunos cambios que no eran malos por el mero hecho de diferir del cómic, sino porque funcionaban bastante mal dentro del propio relato. Sin embargo, la película acabó convirtiéndose en un gran éxito en el mercado doméstico, por lo que la secuela recibió luz verde apenas unas semanas después de que se hubiese editado el desenlace del cómic. El resultado de todo ello ha sido ‘Kick-Ass 2: con un par’ ('Kick Ass 2', Jeff Wadlow, 2013), una película que intenta seguir la línea de su predecesora con resultados aún menos estimulantes.

’Kick-Ass 2: con un par’, la adaptación

El cómic

Soy el primero en defender que en una adaptación no hay que seguir al pie de la letra de la obra original, ya que lo verdaderamente importante es tener voz propia a la hora de acercarse a ella, ya sea para complementarla —‘Blade Runner’ (id, Ridley Scott, 1982) y ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’ de Philip K. Dick— o para expandir ciertas ideas ya planteadas por la misma. Eso sí, lo que nunca debe hacer es traicionar el espíritu de la misma o introducir cambios difícilmente justificables, y ahí es donde encuentro mi primera decepción con ‘Kick-Ass 2: con un par’, ya que hereda todas las debilidades del endeble cómic original de Mark Millar y al mismo tiempo introduce una serie de cambios muy poco inspirados.

Sólo hay dos o tres detalles del cómic original que realmente merezcan ser destacados por encima de su alarmante mediocridad, siendo el más llamativo de ellos el personaje que ha ido a manos de Jim Carrey. Su elección no deja de ser una mera herramienta de marketing que se ha vuelto en contra de la película —Carrey se ha negado a participar en la campaña de promoción—, pero el protagonista de ‘El show de Truman’ ('The Truman Show', Peter Weir, 1998) se revela con una elección muy acertada que consigue elevar el interés con su mera presencia. Lástima que salga tan poco y que el tono más juvenil de lo necesario acabe dominando la función.

Por desgracia, Jeff Wadlow se ha visto obligado a alterar otro de ellos por razones presupuestarias –el combate final no tiene el mismo impacto pasando de las calles de una ciudad a un local cerrado- y ha obviado por completo uno de los instantes más celebrados creados por Millar. Sospecho que esto puede deberse a la imposibilidad de sacar adelante una tercera entrega —o al menos hacerlo siguiendo la línea del cómic que ya está publicándose—, ya que Aaron Taylor-Johnson ya está demasiado mayor para el papel en ‘Kick-Ass 2: con un par’, por lo que no quiero ni imaginarme lo ridículo que podría ser dentro de unos años, pero aporta un tono bastante molesto al desenlace, algo que se agrava aún más por, más por lo que representa que por lo que es, la ridícula escena tras los títulos de crédito finales.

Entretenimiento del todo a un euro

Los protagonistas de

El cambio de director no es algo que se aprecie demasiado, ya que Jeff Wadlow ha apostado por un claro continuismo de las ideas de puesta en escena adoptadas por Matthew Vaughn en la primera entrega, llegando al punto en el que uno podría pensar que Wadlow como director se ha limitado a intentar clonar los logros de su predecesor —justo es decir que el trabajo de Vaughn era uno de los puntos fuertes de ‘Kick-Ass: Listo para machacar’ ('Kick Ass', 2010) pese a agotarse antes de tiempo—. Una apuesta inteligente dado el contenido presupuesto con el que contaba y el hecho de que Universal quería ir sobre seguro con ‘Kick-Ass 2: con un par’ y no arriesgarse a que los numerosos fans de la primera entrega diesen la espalda a su secuela.

Se agradecen los pequeños detalles para remarcar los orígenes de la historia, pero al final no son más que simples anécdotas incapaces de enmascarar la dolorosa realidad: ‘Kick-Ass 2: con un par’ no es una buena película y tampoco destaca especialmente como entretenimiento provocativo, donde la primera entrega sí conseguía redimirse hasta cierto punto. Ya he comentado que sus raíces no eran buenas, pero es que Wadlow como guionista fracasa a la hora de no querer quitar protagonismo Hit-Girl, algo comprensible dado el carisma del personaje y el gran trabajo realizado por Chloë Grace Moretz, ya que la subtrama de sus dudas sobre volver a la acción no podría tener menos interés, por no mencionar que todos sabemos que antes o después volverá a ejercer como superheroína.

Es en la idea de la creación del grupo de héroes y villanos donde realmente había posibilidades muy jugosas que lamentablemente acaban limitándose a chispazos de humor raramente efectivos, alguna frase grandilocuente fuera de lugar y la inevitable confrontación entre ambos. Ahí es donde Wadlow saca la artillería pesada —efectista y efectiva la escena en la que Madre Rusia muestra los motivos de que cobre más que el resto de mercenarios a las órdenes del antiguo Bruma Roja—, pero como espectador sólo me interesaba ver a Moretz luciéndose físicamente, mientras que el resto de peleas, por muy sangrientas que puedan ser —y tampoco lo son tanto—, acaban transmitiendo una molesta sensación de rutina que anula todo el componente transgresor que pretendan tener.

Chloë Grace Moretz es Hit-Girl

‘Kick-Ass 2: con un par’ es una película que pretende mantener el espíritu transgresor de su predecesora, pero que, al igual que el cómic en el que se basa, acaba convirtiéndose en un mediocre espectáculo en el que se pretende enmascarar la falta de ideas con sangre, violencia y algunas tramas tan aburridas que uno jamás podría esperar verlas en una cinta como ésta. Jim Carrey y, sobre todo, Chloe Grace Moretz son los que evitan una catástrofe aún mayor, pero ni ellos consiguen que la película llegue al aprobado o al suspenso tan alto que redondeando se queda en un cinco raspadillo. Suspenso.

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