'Kansas City', tiempos convulsos a ritmo de jazz

'Kansas City', tiempos convulsos a ritmo de jazz
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Muchos son los títulos en los que el cine se ha apoyado en grandes músicos de jazz, pero pocos los que han logrado hacerlo, bien retratando a algunas de sus estrellas o bien capturando la esencia de este género musical. En el caso de 'Kansas City', una película de 1996, dirigida por Robert Altman, el uso del jazz y de algunas grandes figuras, resulta ser algo más que un cariñoso homenaje.

Este título, de menor brillantez que otros títulos de Altman (memorables 'Nashville', 'El jugador' , 'El juego de Hollywood' o 'Vidas cruzadas'), supone una especie de doble homenaje. Por un lado, a la ciudad en la nació y vivió su infancia, en plena era convulsa de la gran depresión, y por otra a los grandes músicos de jazz, que confluyeron en Kansas City durante ese período y la convirtieron en una de las capitales del género.

En realidad, parece que Altman se monta una historia de época, muy bien ambientada y con un presupuesto holgado para sus costumbre (no nos olvidemos que fue el abanderado del cine independiente durante décadas), con una débil trama principal, para recrear esa etapa vital e introducir verdaderas pausas en la narración para deleitarse con algunas piezas sublimes del jazz más clásico (Lester Young, Count Basie, Coleman Hawkins, etc.). No en vano, el realizador aprovechó este rodaje para grabar un destacado documental ('34: Remembrances of Kansas City Swing) con la música empleada en la película.

A pesar de carecer del ritmo narrativo de sus mejores trabajos, en 'Kansas City' nos cuenta la historia de Blondie O'Hara (Jennifer Jason Leigh), una joven que ve como el capo de la mafia negra de la ciudad, Seldom Seen, interpretado magistralmente por el inusual Harry Belafonte, tiene retenido a su esposo Johnny (un mediocre Dermot Mulroney) por un inoportuno robo y con planes probables de acabar con él. Para evitarlo, la resuelta y atrevida Blondie no duda en secuestrar a la esposa drogadicta (gran interpretación también de Miranda Richardson) de un consejero del mismísimo presidente Roosevelt, como medida de presión para que interceda con su amado Johnny.

En el devenir del secuestro, Blondie junto a la permanentemente colocada dama, recorren la ciudad, mientras pasan las horas para lograr la liberación. En ese periplo, vamos conociendo el convulso momento que viven, con unas elecciones de fondo. Así, descubrimos, los bajos fondos y como la mafia controla la ciudad, capitaneados por Seldom, cuya caracterización a cargo de Harry Belafonte se asemeja (incluso se podría afirmar se calca) a la de 'El Padrino' de Marlon Brando.

La protagonista se mueve exclusivamente por una pasión desbordante y no duda en llegar al extremo para recuperarle. Muchos diálogos resultan insustanciales y por momentos, Jennifer Jason Leigh roza la sobreactuación. También aporta una especial ralentización en la acción, el hecho de incluir algunos momentos jazzísticos de primera clase, pero casi injustificados en la historia. A los amantes del género, como es el caso del que escribe, le supone una verdadera delicia, puesto que está grabado con enorme cariño, pasión y buen gusto, pero no termina de ser suficiente motivo para aderezar la historia.

No se puede menospreciar el excelente trabajo de la dirección artística y de la ambientación, así como una fotografía muy lograda y apropiada, sobre todo en los interiores ambientados en el popular Hey-Hey Club, el epicentro del filme y donde se concentra toda la música que se puede escuchar en la película.

De forma paralela, Altman nos introduce una trama secundaria, de una adolescente de raza negra que llega a Kansas City y es ayudada por entusiasta jovencito, enamorado del jazz. Como es habitual en el cine de Altman (un maestro de los saltos y cruces narrativos), esta historia cruzada con la principal, se verá justificada en su conclusión.

En definitiva, 'Kansas City' no logra llegar a la altura de los mejores trabajos del director, pero resulta una delicia por su particular homenaje a una ciudad, una época y una música que marcaron un antes y un después. A pesar de los altibajos, la historia mantiene el interés y tiene momentos brillantes con buenos trabajos de interpretación.

Para los amantes del cine de Altman y/o del buen jazz en el cine, se pueden hacer con el reciente DVD editado por Cameo con interesantes extras en su contenido.

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