'John Carter', misión marte: protocolo avatar

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La política americana del blockbuster no es algo que esté a prueba de fallos, ya que cada año hay alguna película que inicialmente parecía destinada a arrasar en taquilla, pero que acaban siendo un fracaso que debería llevar a la productora a replantearse ese modelo de producción. Sin embargo, la tendencia que se sigue es la de intentar producir el mayor número posible de películas de gran presupuesto. Sí que existe cierto pensamiento entre parte del público de que esas son las cintas por las que merece la pena pagar la entrada y verlas en una sala de cine, pero eso no asegura nada. ¿Por qué? Pues porque eso es algo que funciona mejor con las secuelas (o similar), de ahí que haya tantas entre las películas más esperadas de lo que queda de año, y la cosa cambia con los lanzamientos que surgen de la nada.

Este viernes se lleva a cabo el estreno mundial de ‘John Carter’, la última gran apuesta de Walt Disney cuyo presupuesto supuestamente oscila entre los 250 y los 300 millones de dólares. Tal barbaridad de inversión convierte en casi imprescindible que se convierta en una de las películas más taquilleras de la historia para justificarlo, pero los indicadores americanos para predecir la reacción del público señalan con mucho convencimiento que eso no va a suceder. Un punto que no había comentado al respecto hasta ahora es que la calidad media de los blockbusters que se estrellan económicamente suele rozar lo lamentable, ¿sucede eso en el caso de ‘John Carter’ o estamos ante una propuesta que merece la pena y no ese rumoreado fracaso?

Los dos protagonistas

Al igual que sucedió Brad Bird en ‘Misión Imposible: Protocolo Fantasma’, uno de los focos de atención es ver cómo afectaba el salto del cine de animación a la acción real a Andrew Stanton. Ambos lograron la notoriedad con su trabajo en Pixar (aunque la mejor película de Bird sigue siendo ‘El gigante de hierro’) y poco más de dos meses ha habido entre el estreno de la primera y el de ‘John Carter’. Por desgracia, mientras que Bird rodó una de las mejores películas del 2011, Stanton se ha quedado muy lejos de hacer algo equiparable. ¿Los motivos? Lo curioso es que ambos jugaban con una trama con bases similares: Un gran presupuesto para una historia sencilla, un claro protagonista, un personaje femenino fuerte, villanos no especialmente carismáticos, muchos efectos especiales y dudas sobre el éxito de la película. La diferencia es que Bird exprimió al máximo el material con el que contaba y Stanton no.

Desconozco si es algo que también sucederá en el original literario de Edgar Rice Burroughs, pero la primera herida de gravedad de ‘John Carter’ es que la evolución de argumento carece de grandes picos de interés, algo que ni siquiera el abundante uso de retoques digitales consigue contrarrestar, porque donde Bird conseguía varias set pieces que exudaban adrenalina (en especial todo lo acontecido en Dubai), Stanton no muestra la suficiente garra, siendo únicamente la secuencia de los monos blancos la que consigue transmitir algo de energía. El resto sí que hay batallas, persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo, pero la sensación de rutina se impone por encima del impacto visual que quieren conseguir. Soy consciente de que el tono naif nunca llega a desaparecer por completo y eso es algo que sólo llegarán a perdonar los que lleguen a verlo incluso como algo positivo. No es el caso.

Paisaje marciano

Ojo, el despliegue visual de ‘John Carter’ es asombroso y no es posible decir nada negativo al respecto, pero vivimos en un tiempo en el que ha habido tal progresión en este campo que eso no es suficiente. Necesitamos algo que nos deslumbre (y no sólo la creación de un Universo verosímil), que pensemos sobre cómo han sido capaces de conseguir algo así al mismo tiempo que nos impliquemos en la historia, pero ahí vienen los fallos. Tomemos como base el personaje femenino central interpretado con vulgar corrección por Lynn Collins: Nos la presentan como alguien fuerte, independiente, capaz de sacarse las castañas del fuego. La ilusión persiste incluso durante su primer encuentro con el protagonista, pero luego pasa a ser un personaje gregario, alguien que necesita ser salvada por John Carter, mientras que su espíritu guerrero decae. Esa traición a lo que nos querían vender, algo que no sucedía en el caso del interpretado por Paula Patton en ‘Misión Imposible: Protocolo Fantasma’, aviva las dudas sobre lo que uno está viendo en pantalla.

Una cosa que se comentará bastante es el parecido de ‘John Carter’ con ‘Avatar’ cuando en realidad fue James Cameron el que se apropió de varios elementos de la novela de Rice Burroughs. Y es que sí, hay varios puntos en común en la historia, aunque el que me resultó más llamativo tiene que ver con la forma en que los protagonistas están presentes en el mundo de fantasía que nos proponen. Por lo demás, uno podría sacar parecidos con millones de películas como, por poner el ejemplo que me vino a mí a la cabeza, ‘Prince of Persia: Las arenas del tiempo’ y no habría problema. Y es que tenemos muy visto lo que nos cuenta ‘John Carter’, pero eso tampoco es lo realmente grave: La forma de presentarnos al protagonista (con varios intentos de fuga) también está muy manida, pero Stanton consigue que resulte simpática confiando en su efectividad cómica. La cuestión es que más adelante ese humor redentor se diluye sobremanera hasta prácticamente desaparecer en lo que supone otro importante error. Si es que hasta el gran Michael Giacchino realiza un trabajo más discreto de lo habitual en la banda sonora.

Mono Blanco

En otro tiempo, ‘John Carter’ hubiese contado con una gran estrella como protagonista para así intentar llamar más la atención del público, pero Walt Disney prefirió dejarse los dineros en otros apartados, lo cual llevó a la contratación del poco conocido Taylor Kitsch. Hasta ahora, Kitsch no había demostrado nada en el cine, pero los amantes de las series de televisión podemos dar fe de que es alguien que sabe equilibrar carisma e interpretación, o sino sólo hace falta echar un vistazo a su Tim Riggins de ‘Friday night lights’. ¿Se ha trasladado eso a su John Carter? Desgraciadamente, la respuesta es no, ya que el protagonista se antoja un personaje demasiado plano y Kitsch sólo está físicamente a la altura de las exigencias. Por lo demás, algún apunte socarrón, un trabajo gestual sin apenas alteraciones expresivas y muy justito de carisma. Entre ‘John Carter’ y ‘Battleship’ quieren convertirle en una gran estrella, pero espero que no lo consigan si el precio a pagar es convertirse en un intérprete mediocre. Y mejor no me paro a hacer la comparación con Tom Cruise y la cinta de Brad Bird.

El resto del reparto, donde muchos intérpretes se ven limitados a poner las voces, tampoco trae grandes mejoras: El gran Bryan Cranston sigue viendo limitada su carrera cinematográfica a secundarios anecdóticos. Dominic West es un villano de chichinabo que nunca llega a infundir temor. Sí que es cierto que el hecho de ser un lacayo de la especie de monje albino que interpreta Mark Strong tampoco ayuda, del mismo modo que tampoco funciona el exceso de solemnidad en el trabajo de un actor especialista en los últimos años en dar vida a malvados, pero que aquí resulta indiferente. Podría seguir, pero en general las valoraciones vendrían a ser miméticas. Eso sí, con esto no quiero despreciar el trabajo de todo el reparto, sino simplemente recalcar que mantiene el nivel promedio de la película: Tópico y previsible, pero más o menos aceptable dentro de su mediocridad.

Villano de pacotilla

En definitiva, ‘John Carter’ es un lujoso pasatiempo que sirve para estar entretenido un par de horas si uno sabe aceptar la ingenuidad de lo que nos propone y no se para a buscar fallos en modo criticón. Y es que ya sabemos perfectamente lo que va a pasar (aquí que otras películas hayan bebido tanto de la novela original ayuda mucho), los personajes no tienen el suficiente atractivo y las actuaciones no ayudan a que parezcan mejores de lo que son, pero como espectáculo visual funciona bien si uno acepta la escasez de grandes novedades. Para pasar el rato y poco más.

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