Jennifer Aniston y Vince Vaughn pelean en ‘Separados’, guerra de sexos sin gracia

Jennifer Aniston y Vince Vaughn pelean en ‘Separados’, guerra de sexos sin gracia
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Con ‘Separados’ (‘The break-up’, 2006), de Peyton Reed, director de ‘Abajo el amor’ y ‘A por todas’; nos ocurre lo que recientemente viene pasando con casi todas las películas: nos la venden como lo que no es. Ni ‘La joven del agua’ era de miedo, ni ‘Alatriste’ era de aventuras, ni ‘La noche de los girasoles’ era puramente un thriller. Pues la que protagonizan Jennifer Aniston y Vince Vaughn ni es comedia ni es romántica. Y que no me digan eso de que es una comedia romántica que rompe las reglas de su género o poco convencional, pues podría serlo si hiciera algo de gracia y diera algo de emoción amorosa. Pero ni lo uno ni lo otro. La película es muy seria, muy aburrida, tiene una especie de intención realista que estropea cualquier momento potencialmente bueno. Y en cuanto a empatía, está muy lejos de conectar con el público. El trailer se puede ver aquí, pero no os dejéis engañar por él ni por los actores, a los que casi siempre hemos visto en comedias para creer que vais a pasar un buen rato con esta película.

Gary (Vince Vaughn) conquista a Brooke (Jennifer Aniston) de una forma bastante hortera, zafia y, sobre todo, poco graciosa: regalándole un perrito en un partido de béisbol e insultando a su acompañante. Después de eso, ya los vemos casados. Llevan dos años de matrimonio y descubren que no queda nada cuando una pequeña discusión se convierte en una pelea fuera de toda medida. Ninguno de los dos quiere dejar el apartamento que han compartido y mimado hasta ahora, y empieza una auténtica guerra. Amigos y parientes se empeñarán en aconsejar a la pareja. Para empezar tendríamos que ver lo poco creíble que resulta la pareja protagonista. Jennifer Aniston estropea casi todas las películas en las que aparece, a pesar de que es muy buena actriz. Probablemente se debe a la imagen que da, no lo sé, pero el caso es que tanto en ‘Trabajo basura’, como en ‘Como Dios’ sus momentos eran los más bajos de ambos films. Y así ocurre con muchos más. En este caso, no resulta mal y no lo estropea, probablemente porque tiene un papel protagonista, no de complemento de los protas, como en los que he mencionado antes. Y aunque no me parece tan guapa como muchos dicen que es, sí que tiene suficiente encanto, glamour y buena figura como para no estar casada con un ser infantil, medio idiota y gordo como es el personaje de Vince Vaughn.

Ahora es cuando todos saltáis a favor de él. Y es que eso es lo que producen estas películas: una guerra de sexos que no tiene sentido. Cualquiera que viva en pareja o haya vivido aunque sea brevemente, reconocerá casi todas las discusiones que tienen Aniston y Vaughn y le será inevitable ponerse en contra de uno de los dos. Esto se podría decir que es un mérito de la película, porque tiene un gran grado de realismo. Sí, pero ese realismo lo logra a costa de uno de sus grandes defectos, que es dejar las escenas eternamente largas, sin que haya puntos concretos de interés dentro de ellas y provocando que nos hartemos y aburramos en seguida. El tono muy monocorde, que probablemente también está hecho así para conferirle autenticidad a la película, impide también que haya momentos cómicos. Curioso este acercamiento en un director que había hecho un film tan estilizado y azucarado como ‘Abajo el amor’.

Es evidente de dónde bebe esta película. En ‘La guerra de los Rose’ (‘The War of the Roses’, 1989), Michael Douglas y Katheleen Turner se peleaban por la casa hasta límites macabros. Además del evidente abismo que separa a estos dos actores con los protagonistas de ‘Separados’, el tratamiento que le daba su director, Danny DeVito, que también tenía un canallesco papel en el film, era mucho más desbordado y satírico, por lo que sí conseguía la comicidad. No sólo eso, ‘La guerra de los Rose’ era una película completamente enfocada a demostrar la premisa de “no existe un divorcio civilizado”, mientras que ‘Separados’ no va a ningún sitio, conformándose con repetir la misma escena una y otra vez. Incluso tras decir esto, debo reconocer que ‘La guerra de los Rose’ no era una película que en su día terminara de convencerme y eso que yo aún era muy jovencita para conocer en carne propia las discusiones matrimoniales. Pero al lado de ésta, ahora la recuerdo como una obra maestra.

Con una escena en la que un personaje que teóricamente no es gay le canta el ‘Owner of a Lonely Heart’, de Yes a Vince Vaughn a la cara, ‘Separados’ trata de acercarse al genial momento que se añadió después de que comenzara a montarse en ‘La boda de mi mejor amigo’: la archifamosa interpretación de Rupert Everett y toda la familia de ‘I Say a Little Prayer for you’, de Gloria Gaynor. Pero claro que no se acerca en risas ni a la suela del zapato de esta secuencia, además de por lo larga que se ha dejado la escena, porque el actor está muy lejos del carismático Everett.

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Los secundarios podrían ser de los elementos salvables de la película, si hubiera alguno. Justin Long, por lo diferente que es su personaje de aquello a lo que nos tiene acostumbrados, por ejemplo en ‘Marchando’ (‘Waiting’), e Ivan Sergei únicamente por lo guapo que es. Los demás, bueno, ahí están, con sus nombres conocidos: Vincent D'Onofrio, Jason Bateman, Jon Favreau, pero no se puede decir que aporten mucho a la película.

Ante una situación como la que presenta 'Separados', mi único deseo es que acaben de separarse del todo y que cada uno encuentre pareja por otro lado. El desear que se reconcilien no es romántico, es tener mala leche, pues si no se soportan, mejor que ni se vean. Además de que no van a perder mucho ni el uno ni el otro. Si se intuyera que hay algo de amor debajo de las discusiones, se podría mantener una esperanza por que se reconciliaran, pero en una pareja que es tan poco creíble, no hay ninguna conexión entre ellos que nos haga esperar que se junten. Incluso aunque tuvieran química, ya he dicho que las discusiones hacen que los espectadores rápidamente nos pongamos en contra de uno de los dos —y no precisamente de parte del otro porque la empatía es nula—, por lo que eso hace que sea aún mayor el deseo de que no se perdonen. Por lo tanto, sin esas ganas de que lo arreglen, no hay nada que haga querer seguir viendo la película por el lado de lo sentimental. Por el lado de lo cómico tampoco hay nada porque ya hemos dicho que no hace ni pizca de gracia. Las comedias románticas fallidas suelen tener al menos un buen primer acto, ‘Separados’ no tiene ni eso. A los pocos minutos ya no apetece seguir viéndola.

La película intenta ser madura, realista y poco convencional. Pero aunque trate precisamente de resultar tan natural, en lo que más falla es en no lograr que haya nada de autenticidad en los personajes, y eso que los actores lo hacen bien. Desde que no logra que veamos la química entre la pareja, ni que nos creamos que en el fondo se quieren ni que empaticemos con ninguno de ellos, ya no puede conseguir nada más. Sólo aburrirnos.

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