Especial Paul Newman: 'Para ella un sólo hombre' de Michael Curtiz

Especial Paul Newman: 'Para ella un sólo hombre' de Michael Curtiz
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Tras trabajar para un director tan mediocre como Arnold Laven, Paul Newman se puso a las órdenes de uno de los cineastas clásicos más reputados que existieron, Michael Curtiz, quien ya merecería un lugar de honor en la historia del cine por el hecho de haber dirigido 'Casablanca' (id, 1942). Capaz de enfrentarse a cualquier género Curtiz tuvo, como todos los grandes directores, su época menos interesante o más floja en el último tramo de su filmografía —y hablamos de otro director europeo con una larga filmografía en la época silente que terminó recayendo en suelo yanqui—, concretamente después de 'Sinuhé, el egipcio' ('The Egyptian', 1954), probablemente su última gran obra. 'Para ella un sólo hombre' ('The Helen Morgan Story', 1957) entra de lleno en esos tan de moda biopics musicales que se hacían en aquellos años y a los que el director húngaro estaba acostumbrado.

Sin embargo, y a pesar de que no nos encontramos con una mala película en el caso que nos ocupa, el musical fue sin duda el género que peor le sentó a Curtiz, siendo siempre films de encargo —eran los años del sistema de estudios, algo que a finales de los 50 empezaba a desaparecer cambiando la forma de hacer cine—. Tenemos como prueba 'Noche y día' ('Night and Day', 1946) en la que un correcto Cary Grant daba vida al mítico Cole Porter y cuya estructura recuerda bastante a 'Para ella un sólo hombre', la cual narra la vida de Helen Morgan, famosa cantante de Broadway y actriz que tuvo una vida meteórica llena de éxitos hasta morir de cirrosis a la edad de 41 años y haber conocido el fracaso en primera línea. Curtiz no se aparta ni un milímetro de lo típico en un biopic y la película llama la atención por dos cosas, uno de sus guionistas y cómo no, Paul Newman.

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(From here to the end, Spoilers) Ann Blyth, muy hermosa y convincente, da vida a Morgan desde poco antes de su subida al estrellato de Boradway hasta un homenaje hecho en su famoso club tras pisar fondo por haber sucumbido al alcoholismo. Una vida llena de triunfos y varios hombres que le ayudaron, entre los que destaca el del título español —evidentemente es un de esos casos en los que el título original y el que le ponen por aquí no se parecen en nada—, Larry Maddux, papel a cargo de Paul Newman, quien realiza un papel de carácter secundario pero de una importancia vital. Maddux fue el hombre de que Morgan estuvo siempre perdidamente enamorada mientras aquel se aprovechaba de toda oportunidad, fuese del tipo que fuese, para hacer dinero a su costa o la de otros. Un vividor en toda regla que encuentra en la interpretación de Newman uno de los puntos más fuertes del film.

Entre los escritores de la película figura Dean Riesner, a quien el aficionado reconocerá por escribir años más tarde los libretos de algunas de las películas protagonizadas, y en algunos casos también dirigidas, por Clint Eastwood, como por ejemplo 'Harry el sucio' ('Dirty Harry', Don Siegel, 1971), película para la que Paul Newman recomendó a Eastwood para el personaje central. Riesner escribe junto a Nelson Gidding, Stephen Longstreet y Oscar Saul —mala señal cuando una película necesita de cuatro guionistas— un libreto que evidentemente pasa por encima de la vida de Morgan suavizando algunas partes tal y como mandan los cánones en el Hollywood de la época. Una pena, porque el film se vuelve verdaderamente interesante cuando se torna turbio al narrar los negocios con el contrabando de alcohol por parte de Maddux, o cuando Morgan cae de lleno en el alcoholismo afectando seriamente su carrera como cantante.

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Con ciertos cambios de ritmo la película adolece de tener demasiadas canciones en su repertorio, todas ellas interpretadas por Morgan en un escenario, ya sea en Broadway o en un local —Ann Blyth doblada en la voz por Gogi Grant— y entre las que encontramos alguna que otra joya de George Gerswhin. Un repaso a una vida agitada en el que se intenta tocar todos los palos de la vida de Morgan quedándose en la superficie en muchos de los casos. Donde el film gana enteros es en el feeling Ann Blyth-Paul Newman. La primera por transmitir muy bien el ascenso de Morgan y lucir como nadie sentada en un piano, una de las marcas personales de la cantante, bastante mejor que cuando intenta transmitir la pena que el personaje pueda dar al estar mezclada entre la escoria de la sociedad, parte en la que la belleza de Blyth —que aparecía por última vez en pantalla grande en esta película— es superior a su interpretación. En cambio Newman brilla a gran altura cada vez que aparece en escena, robando planos a diestro y siniestro.

'Para ella un sólo hombre' descubre a un Newman realmente sorprendente por cuanto hacía nada acababa de debutar en el mundo del cine y los tics del tan afamado Actor's Studio eran bien visibles en muchas de sus interpretaciones por aquella época. Sin embargo, aquí logra con mucho acierto y casi al cien por cien desembarazarse de todos ellos, ofreciendo una composición admirable de su personaje. Maddux es un vividor, un granujilla que vive siempre al límite poniéndose por delante de cualquier otra persona y que encuentra en los rasgos de Newman al actor perfecto, guapo —demasiado— y elegante a partes iguales. Es el personaje más rico en matices de la película y también el más agradecido; el actor logra que le odiemos por momentos —sus entradas en plano, llenas de chulería, son una verdadera clase de saber moverse por delante de una cámara, la cual además utiliza sin complejos y a lo bestia el formato scope—, y en otros le cojamos un cariño casi embriagador, sobre todo en esa parte final en la que Curtiz redime a ambos personajes en una fiesta de homenaje que suena más a epitafio que otra cosa.

Los mejores biopics musicales que dirigió Curtiz fueron 'Yanqui Dandy' ('Yanquee Doodle Dandy', 1942), película que deja literalmente con la boca abierta, y 'El trompetista' ('Young Man With a Horn', 1950), en la que poder disfrutar del mejor jazz.

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