Especial Paul Newman: 'Cuando se tienen veinte años' de Martin Ritt

Especial Paul Newman: 'Cuando se tienen veinte años' de Martin Ritt
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Martin Ritt fue uno de los directores que más trabajó con Paul Newman, dirigiéndole en películas tan memorables como ‘El largo y cálido verano’ (‘The Long, Hot Summer’, 1958) o ‘Hud’ (id, 1962), y también en films como el presente, ‘Cuando se tienen veinte años’ (‘Hemingway's Adventures of a Young Man’, 1962), en la que la participación del famoso actor se reduce a un pequeño personaje secundario, un boxeador totalmente sonado, alejado totalmente de lo que solía hacer, para demostrar tal vez que no había papel con el que no pudiese.

La película recoge varios textos del considerado por muchos como el mejor escritor estadounidense, Ernest Hemingway, cuya obra ha dado para películas del calibre de ‘Adiós a las armas’ (‘Farewell to Arms’, Frank Borzage, 1932,), ‘Tener y no tener’ (‘To Have and Have Not’, Howard Hawks, 1944) o ‘Forajidos’ (‘The Killers’, Robert Siodmak, 1946), por citar unas pocas. El trabajo de Ritt recoge varios relatos del escritor y la cinta posee muchos elementos autobiográficos.

‘Cuando se tienen veinte años’ es uno de los trabajos más impersonales de Ritt, director realmente extraño y con una filmografía de lo más irregular, en la que es fácil encontrarse grandes películas, films que son una pérdida de tiempo y ni una cosa ni otra. El famoso productor Jerry Wad es el que manda esta vez. Gran presupuesto, una historia bigger than life, reparto espectacular y filmación en varios países. Ritt es muy bueno en películas pequeñas, aquí no logra estar a la altura aunque el film tiene sus muy buenos momentos.

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El film recoge la vida de un joven que sueña con ser escritor —sin duda, el alter ego de Hemingway— y que escapará del tirano abrazo materno para vivir su propia vida. Se encontrará con varios personajes a lo largo de su andadura por el mundo que le harán ver las cosas de una manera diferente, mientras viaja sin saberlo hacia la madurez. Episodio en la I Guerra Mundial como conductor de ambulancias, historia de amor, regreso al hogar, etc. Todo ello con un academicismo nada disimulado.

De hecho toda la parte de la guerra, con la historia de amor que el protagonista —un Richard Beymer recién salido de ‘West Side Story’ (id, Robert Wise, Jerome Robbins, 1961)—, puede suponer un precedente casi completo de lo visto en ‘En el amor y la guerra’ (‘In Love And War’, Richard Attenboroguh, 1996), film que recoge la experiencia del escritor en el frente. El film de Ritt abarca muchísimo más, recogiendo más hechos y dibujando mejor el proceso de madurez del personaje central.

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Un actor en estado de gracia

Si hay algo que brilla a gran altura en una película como ésta, que no suele ser citada demasiadas veces, es sin duda la inesperada y sorprendente intervención de Paul Newman en un pequeño papel, el de boxeador sonado, primer personaje que Nick (Beymer) se encuentra en su odisea. El actor, que ya estaba en la cresta de su fama y no paraban de lloverle ofertas, se entrega a una de esas perfomances que todo actor del Actor’s Studio desea. Mucho maquillaje para hacerle casi irreconocible —pena de lentillas, pues los ojos azules del actor nos recuerdan continuamente quién es en realidad escondido tras todo ese maquillaje—, y una composición de gestos y miradas que quitan literalmente el aliento.

El tramo en el que Newman hace acto de presencia, éste roba literalmente la película hasta el punto de convertirse en el centro de atención. No nos importa lo que le suceda al joven Nick, sino lo que el boxeador tenga que decirle aunque suene incoherente. Newman controla cada uno de sus gestos y palabras, y cuando permanece callado —el instante del cuchillo— su silencio y forma de mirar a Nick transmiten una incomodidad y violencia contenida inauditas. Pocos actores obrarían dicho milagro mientras sostienen el plano casi sin moverse.

‘Cuando se tienen veinte años’ está llena de tópicos, de instantes emotivos, otrtos grandilocuentes, otros aburridos, aunque el ritmo que impone Ritt logra una función más o menos amena. Si por algo debe recordarse esta película, además de Eli Wallach y Ricardo Montalbán en entrañables personajes secundarios, es sin duda por la portentosa interpretación de Paul Newman, injustamente olvidada cuando se habla de sus grandes actuaciones.

Ritt le daría la oportunidad de volverse a lucir por todo lo alto en su siguiente película.

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