'Escondidos en Brujas', asesinos con corazón

'Escondidos en Brujas', asesinos con corazón
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‘Escondidos en Brujas’ es una película que habla sobre la otra cara de los asesinos a sueldo, cinematográficamente hablando, por supuesto. En ella no vemos a estos personajes haciendo gala de sus aptitudes como profesionales del asesinato, ni tampoco una de sus misiones. Este film, curioso donde los haya, se para en un instante de la vida de dos asesinos cuando éstos son enviados por su jefe a Brujas, preciosa localidad belga, para que se tomen un descanso después de haber cometido un “pequeño error” en su último encargo. El tiempo parecerá pararse en ese paréntesis al que son obligados los dos personajes centrales del film, y Brujas tomará forma de lugar onírico, como una especie de purgatorio idílico donde los hombres malos deberán hacer examen de conciencia antes de seguir con sus vidas.

‘Escondidos en brujas’ no es un thriller al uso, y esto no lo convierte en necesariamente buena o mala película. Es buena por muchos otros motivos que nada tiene que ver con la originalidad de la propuesta (por supuesto, esto suma algún punto), y paradójicamente no alcanza la perfección por caer en la redundancia de la propuesta en sí. Una gozada por un lado, y una pena por el otro.

‘Escondidos en Brujas’ supone la ópera prima de Martin McDonagh, quien al mismo tiempo es autor del guión. Se le nota el estar muy a gusto con su historia, quizá demasiado, de ahí la redundancia de la que hablaba antes. McDonagh más que tomarse su tiempo para narrar los hechos, los adorna innecesariamente de algunos tiempos muertos (toda la película en sí parece un tiempo muerto en la vida de sus protagonistas) que no hacen otra cosa que caer en el subrayado de muchas de sus situaciones. Da la sensación de que el director ama demasiado a sus personajes y le cuesta desprenderse de ellos, algo que por otro lado está emparejado con el propio argumento de la película.

Colin Farrell y Brendan Gleeson dan vida a dos carismáticos asesinos tan opuestos como el día y la noche, al menos en sus respectivas formas de ver la vida. Es en ese contraste de personalidades donde la película tiene sus máximos aciertos, ya que eso le ayuda al director a construir un film sobre la amistad de dos personas por las que no deberíamos sentir simpatía alguna. Su profesión es matar, y como tal no merecen ni el más mínimo respeto. Pero McDonagh ahonda en sus conciencias y las lleva de la mano hasta el tramo final, en el que los acontecimientos se desmadran. Farrell desprendiendo simpatía por todos los poros de su cuerpo, logra dar vida a un paleto de lo más simpático, y en cierta medida su personaje recuerda al de ‘Cassandra´s Dream’ por todo lo que tiene que ver con los remordimientos de conciencia. El actor logra un envidiable equilibrio entre el humor (atención al episodio con una familia “gorda”), el patetismo (sus lloriqueos, aunque justificados, lo debilitan) y la inocencia (la historia de amor con una mujer belga, aunque resulte un poco forzada), equilibrio que no existe en el guión, ya que le obliga a cambiar continuamente de registro y con demasiada facilidad. Algo que no sucede con el personaje de Gleeson, íntegro hasta la médula (partiendo de la base de que los asesinos a sueldo pueden permitirse integridad), culto y preocupado por el mundo que le rodea, observador nato (no sólo examina Brujas maravillándose de la belleza del lugar, sino los comportamientos de la gente, sobre todo el de su compañero), y ante todo leal. Dos asesinos que son como cualquier otra persona en el mundo. Hasta que aparece Ralph Fiennes en escena, dando vida a una especie de ángel del infierno vengador, que irrumpe en el paraíso terrenal de sus dos secuaces para recordarles cuál es la realidad.

A partir de la introducción del personaje de Fiennes, quien demuestra una vez más que dando vida a seres infectos e inhumanos es número uno, el film parece galopar sobre frágiles suelos, y a pesar de contener instantes de una belleza arrebatadora (Gleeson en la torre) contiene alguna que otra salida de tono bastante desconcertante. Con todo, ‘Escondidos en Brujas’ es una buena película, un pequeño bálsamo dentro de la actual oferta cinematográfica, y no sólo por intentar ser diferente al resto, sino por conseguirlo con sinceridad y buena maneras.

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