'El tren de las 3:10', remake, homenaje y exposición

'El tren de las 3:10', remake, homenaje y exposición
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A James Mangold le gusta el western más de lo que parece. Ya se había acercado al universo del género cinematográfico por excelencia (sí, otra vez, y a callar) en la interesante ‘Copland’, una puesta al día de ‘Solo ante el peligro’ (un día habrá que hablar largo y tendido sobre la infinita cantidad de influencias posteriores que tuvo el film protagonizado por Gary Cooper), en el que además consiguió el milagro de hacer que alguien como Sylvester Stallone pareciera un actor, realmente idóneo para un personaje lleno de matices y que como en los antiguos westerns se enfrentaba a todo un sistema de corrupción.

Ahora que parece que se hacen más westerns que en la década anterior, a pesar de que el género parece no resucitar nunca (seguro que entre los despachos de Hollywood hay muchos que opinan que no es rentable), Mangold realiza un western puro y duro. Una puesta al día de uno de los clásicos incontestables como es el film de Delmer Daves, contando con la colaboración de su guionista, Halsted Welles. Pero ‘El tren de las 3:10’, versión moderna, es algo más que un remake de la mencionada película.

La película cuenta exactamente lo mismo que la versión de 1957, a pesar de que ésta dura media hora más. Ben Wade es escoltado por Dan Evans quien intenta montarle en un tren que lo llevará a Yuma para que lo encarcelen por los delitos cometidos. Evans lo hace por ser alguien de verdad en la vida, porque es lo correcto, y para ello tendrá que sortear, primero acompañado y luego completamente solo, una serie de peligros, que van desde los hombres de Wade a los indios, pasando por todo un pueblo.

Lo que en la versión del 57 era sutileza, en este nuevo tratamiento de la historia, es exposición. Acorde con los tiempos que corren, en los que hay una inexplicable necesidad de explicarlo absolutamente todo, Mangold se regodea en algunas de las propuestas, haciendo un poco innecesarios algunos de sus pasajes. SPOILERS. Sirva como ejemplo todo lo relacionado con el hijo de Evans, que contradiciendo las órdenes de su padre, sigue a éste y a Wade, para evidentemente en un momento dado, ser la salvación del grupo, y como no, que su padre esté orgulloso de él y vea que su hijo se ha hecho un hombre. En el film anterior todo esto está resuelto con una simple conversación, con una mirada. Mangold necesita metraje para lo evidente. Por otro lado, también necesita justificar el comportamiento de Wade cuando mata a uno de sus hombres, con una estúpida recriminación por no haber registrado bien la diligencia. En la versión anterior lo mata y punto, dando a entender que Wade no tiene piedad. En ésta es un preámbulo de lo que puede pasar más tarde, de que Wade necesita justificar sus actos con razonamientos presumiblemente coherentes, aunque engañosos. FIN SPOILERS.

Estos son los únicos fallos que a mi parecer tiene una película excelente en otros muchos aspectos. El hecho de Mangold se adapte a los nuevos tiempos no significa que no lo haga con buen gusto, y con un sentido narrativo totalmente clásico. Mangold, a diferencia de otros, no marea con la cámara, el montaje es claro (aunque hay un par de fallos minúsculos curiosamente protagonizados por Ben Foster), nada de dos mil planos por segundo, ni zooms absurdos, o efectos de sonido y fotografía. Mangold demuestra un pulso firme, mima su película, mostrando un total respeto por el film de Delmer Daves, no traicionándolo y aportando con personalidad y buen hacer una nueva mirada a lo narrado con anterioridad. ‘El tren de las 3:10’, versión Mangold, se basa sobre todo en ser un espectáculo bien servido, con sus dosis de acción, y se apoya, además de un guión sólido como una roca (excepto en los antes expuesto), en unas excelentes interpretaciones, sobre todo las de su dúo principal.

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Russell Crowe y Christian Bale forman una pareja perfecta, al mismo nivel que Glenn Ford y Van Heflin. Dos antagonistas unidos por las circunstancias que emprenderán un viaje, no querido por ambos, pero que les unirá más de lo pensado. Mucho se dijo en su momento de que el casting estaba equivocado, que si Bale era mejor para interpretar a Wade y Crowe a Evans, pero lo cierto es que está perfecto como está. Compenetrados como pocos actores en la actualidad han demostrado estarlo, el film es la prueba de que son dos de los mejores actuales, capaces de bordar lo que les echen. Crowe experimenta con su lado oscuro, con matices tan sugestivos como el de dibujar, lo que le infiere cierto carácter culto; y Bale, antes de meterse en el traje de un superhéroe, da vida a un don nadie, hundido por su propia miseria y harto de que nadie le tenga en cuenta, ni su propia familia, algo por lo que se ve en el deber de realizar un viaje con posible no retorno. Bale y Crowe se ven vestidos por una serie de secundarios más que efectivos. Peter Fonda le sirve a Mangold para rendir un pequeño homenaje a Sergio Leone, por la pinta con la que aparece, algo que hace que recordemos a su padre en cierto film. Ben Foster, actor casi siempre insoportable, está casi perfecto en el rol de la mano derecha de Wade, algo más que un compañero y cuyas motivaciones para rescatar a su jefe van más allá de la simple admiración. Las connotaciones homosexuales del personaje están bien claras gracias a una frase soltada por el personaje de Fonda.

James Mangold alarga más unas situaciones que otras, y sirve en bandeja varios instantes inolvidables, en comparación con el film anterior. El tiroteo final, en el que se introduce una variante muy interesante con respecto a los habitantes del pueblo, es un prodigio de ritmo y de inesperado desenlace. Antes de llegar a él, incluso antes de llegar a la secuencia de la habitación, acortada por Mangold en pos de un mayor espectáculo, tal y como mandan los cánones de hoy día, existe un largo recorrido por parajes inhóspitos, en el que se producen ciertas situaciones que evocan a otra película dirigida por Delmer Daves, ‘La ley del talión’, una maravilla protagonizada por Richard Widmark, del que el personaje de Crowe rescata algunas frases.

‘El tren de las 3:10’ es de lo mejor que durante este pobre año nos ha llegado, y eso que es del 2007. Un western actual, conservando la esencia de los de antes, lleno de emoción y acción, revelando al siempre correcto James Mangold como un narrador a tener en cuenta, que ha realizado la que es, sin duda, su mejor película. Tenéis la película editada en dvd al otro lado del charco por si os interesa antes de que se edite aquí, algo que ocurrirá probablemente en algún momento de los próximos tres años.

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