'El invitado', lo que bien empieza…

'El invitado', lo que bien empieza…
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Denzel Washington, Ryan Reynolds, Vera Farmiga, Brendan Gleeson, Sam Shepard, Rubén Blades, Liam Cunningham, Robert Patrick y Joel Kinnaman, nada menos, componen el reparto de 'El invitado' ('Safe House', 2012), de Daniel Espinosa, un director chileno-sueco, nacido en 1977, que había dirigido anteriormente 'Dinero fácil' ('Snabba Cash', 2010). Esta, una vez pasadas sus buena intenciones de dotar a una historia de acción de elementos diferenciadores, quedaba en un marasmo en el que era difícil seguir la progresión. Sin llegar a tanto, la que nos ocupa puede verse afectada por cuestiones similares.

'El invitado' arranca con sumo brío. Se nos presentan dos situaciones diferenciadas que aún no sabemos cómo se unirán y en ambos casos la forma de mostrarnos a los personajes resulta intrigante y atrayente, en especial la del espía que intercambia información. Espinosa utiliza el montaje discontinuo, la cámara nerviosa y trata la fotografía con una considerable subida del chorma y un alto contraste. El grano se deja traslucir (está rodada en 35, pero probablemente con una emulsión que se acerca a la textura del 16).

La acción, que se nos ofrece en grandes dosis, está resuelta con habilidad –aunque sin llegar a ser un Greengrass—, pues se entienden siempre los movimientos y la física de los golpes tiene apariencia de realidad. Durante una media hora larga se van sucediendo diferentes cambios de tercio e introduciendo nuevos elementos y sorpresas que nos hacen augurar un viaje de lo más entretenido. Con todo, el primer tramo de la película no solo se disfruta, sino que promete lo que luego no vendrá.

El invitado

No hay amenaza

El problema no es que deje de haber acción, como podríamos temernos al leer que esto se va a desinflar. El inconveniente es que esa acción pierde el interés debido a que no se sostiene, es decir, a que comienza a darnos igual quién salga victorioso de cada pelea o persecución. Si acaso –y yo también me sorprendo diciendo esto—, es que hay demasiada acción; demasiada en proporción con otro tipo de escenas: diálogos, revelaciones de información, investigaciones… Al faltar una base sobre la que sostener los combates físicos estos se empiezan a percibir como un mero espectáculo vacío.

Está claro que el contenido del microchip por el que todos se pegan será al final un MacGuffin, es decir, algo que a los espectadores nos importa poco, pero que motiva con intensidad a todos los personajes. Eso no debería significar que no exista amenaza, que parezca que no se juegan nada ni con la huida ni con el empeño en la entrega. Decía que las escenas de acción nos resultan indiferentes. Esto es porque no percibimos que vaya a suceder ninguna catástrofe tanto si gana uno como si lo logra el otro. Se podría haber introducido una amenaza de muchas formas: desde una bomba colocada por el prófugo, hasta un secuestro de ciudadanos que incluya a alguien de categoría. Así, al menos, sentiríamos cierta inminencia en lo que presenciamos.

El invitado

El thriller psicológico o el film de espías que no fue

'El invitado' deja por el camino dos opciones quizá no complementarias, pero sí alternativas, de sumo interés. Lo tiene todo para haber resultado un magnífico psychothriller, en el que un personaje experimentado y manipulador vaya modificando las convicciones de un joven para llevarlo a hacer lo que cree correcto. Aquí entran cuestiones morales y críticas políticas, ya que ese supuesto malo en realidad puede tener una intención más loable que las instituciones, bla, bla, bla… Denzel Washington es capaz de eso con creces y hasta Ryan Reynolds habría sabido darle la réplica. Algo de ello hay en 'El invitado', pero son solo pinceladas, cercenadas siempre nada más empezar, que harían pensar incluso en un guion que comienza con otras intenciones y se transforma en esto tras rescrituras introducidas con la idea de dotarlo de más acción.

Para llegar a ser una buena película de espionaje le falta más. Apenas aparece la CIA y sus tres cabecillas y la poca investigación que llevan a cabo queda muy pobre. Un mayor detenimiento en estos aspectos la habría beneficiado, no solo para que se sostuviesen mejor las escenas movidas, como ya decíamos, sino porque este tipo de búsqueda puede ser divertida de ver. La película se guarda la poca información que tiene que revelar hasta demasiado tarde y eso que al principio, más o menos, ya se nos había dicho básicamente lo que podría contener el archivo: "¿Sabes que hay mucha gente que mataría para que no se divulgase lo que hay ahí?"

Spoilers: es frecuente que la persona corrupta sea una de las que en apariencia son las buenas y en las que se haya confiado hasta el momento. Por lo tanto, poco sorprende aquí la revelación. En este caso, además, la extrañeza es aún más difícil de conseguir, ya que solo había tres personajes secundarios y, por cierto, ninguno de ellos con demasiado papel, y solo podía ser uno de ellos. La película desaprovecha claramente a tres grandes intérpretes: Vera Farmiga, Brendan Gleeson y Sam Shepard. Los malos de pacotilla, por otro lado, encarnados en actores árabes para despistar, acaban resultando casi de risa. En mi opinión, habría tenido más fuerza si la revelación final que, como decía, no sorprende, se hubiese dado hacia la mitad, para continuar desde ahí con el joven tratando de entregar la información a la prensa (fin de los spoilers).

Eliminando estas dos opciones, lo que nos queda es 'Huida a medianoche'(Midnight Run 1988), de Martin Brest, pero sin lo mejor que esta tenía: el humor.

El invitado

Conclusión

En definitiva, con 'El invitado' nos encontramos ante una película que, por su estética y todos sus elementos, así como por el prestigioso reparto que la compone, promete en sus primeros minutos mucho más de lo que termina por ofrecer. Lo lamentable de esto es que esa mejor calidad aparente no es casual, sino que se debe a que lo narrado tenía opciones de haber llegado a estar mejor, es decir, que los elementos estaban, las ideas se incluyeron, pero ciertas decisiones han limitado su potencial. Es de esas películas, que no son pocas, ante las que te quedas con la idea de que "podría haber estado mejor". No significa que la película no se deje ver. Espinosa demuestra tener muy buena mano como realizador, esperemos que su siguiente trabajo signifique un paso adelante en la cuestión narrativa.

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