'El Caballero Oscuro', un canto a la perversidad

'El Caballero Oscuro', un canto a la perversidad
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El Joker es el puto amo (perdón por el término malsonante). Batman jubílate. Un filósofo perturbado, un temible payaso, un portador del miedo en forma de cuchilla en la boca. Con una modulación de voz propia de talentos como Marlon Brando, Heath Ledger ha bordado a un villano tan característico y tan alocado como el Joker para apropiarse de Gotham, pero también de la película al completo. ‘El Caballero Oscuro’ no tiene sentido sin el Joker, es más, Batman lucha contra él en la ficción y le teme, y no sin razón, pero es que además le ha robado el protagonismo en la cinta.

Soy un apasionado de los villanos, de las femmes fatales y de todo aquel que se mueve en el abismo del lado oscuro. Reconozco que son mi debilidad y siempre defiendo, insisto y alabo que la presencia de un buen villano, con abundante diálogo, con fuerte presencia, con profundidad psicológica es esencial en una cinta de género (y más si es un thriller de acción como es el caso). Así que sólo puedo hacer la lectura de ‘El Caballero Oscuro’ desde el prisma del Joker, como personaje que ha salido bien parado y que ha resultado el principal valor de una nueva y notable película sobre Batman.

Ahora me planteo si Nolan tuvo siempre en mente darle tanto protagonismo y tantos minutos en el metraje final al personaje del villano principal por tratarse de un soberbio trabajo del actor. O también le influyó el hecho de su prematura y accidental muerte. Supongo que una combinación de ambos aspectos unido a una elaborada escritura del guión, que se quiso apoyar en un personaje fuerte y con carisma para evidenciar el lado más débil y dubitativo del héroe. En cualquier caso es notable destacar que se trata de lo más acertado de su trabajo.

El resto de la película, siendo de ritmo trepidante, con cuidadas y espectaculares escenas de acción es tremendamente entretenida. Más que ‘Batman Begins’, y con mucho un verdadero goce para el espectador de principio a fin.

Pero… hay que intentar no cegarse por tanta promoción, tanto comentario elogioso y tanta euforia contenida y desatada como un volcán con el estreno y alejándome prudencialmente de los aplausos de mis compañeros de blog en sus críticas, veo detalles que no me han gustado tanto. La dirección de Nolan peca de autocomplaciencia.

Nolan se deja llevar por el impacto visual, pero sin aportar originalidad en este sentido. Gotham se ha convertido en Manhattan, los escenarios oscuros se han sustituido por luminosos edificios. La costosa y deslumbrante escena en Hong Kong no aporta nada especial a la trama (aunque sea un prodigio visual), mientras que se echa de menos un diálogo más intenso (y extenso) en el encuentro de Dent/Dos caras y el Joker en el hospital. Ese bautizo hacia el mal, esa manipulación caóticamente calculada por el personaje de Ledger merecía mayor importancia. Y no sólo por tratarse de una escena esencial, sino también por lo que supone de giro argumental.

Pero sería osado y simplista por mi parte destacar los detalles menos brillantes, sin ser justo y darle al director el aplauso que se merece por lograr una trepidante y espectacular entrega del hombre murciélago. El ritmo endiablado, la incesante progresión de la historia, sin respiro, convierten a ‘El Caballero Oscuro’ en una sensacional película, con un trabajo actoral más que correcto, un guión bien elaborado, con líneas de diálogo proverbiales e inolvidables. Sobre todo en las cuidadas apariciones del Joker.

Pocas veces un villano me ha resultado tan atrapante e hipnotizante. Tanto que cada escena del Joker logra una empatía tangible, logra que aplaudemos su discurso, por decir verdades como puños, por sacudir la mente del propio Batman (y a la par la del espectador) con su retorcido maquillaje de payaso. El sentimiento de ridículo que destila en el primer plano se torna en verdadero pavor cuando suelta sus primeras frases por su cicatrizada boca. Inolvidable:

«La locura es como la gravedad, ¿sabes? Todo lo que hace falta es un pequeño empujón».

Parece un loco, un perturbado, un odioso personaje, pero en realidad uno acaba poniéndose de su parte. Tan memorable es el trabajo de Ledger, que la película se resiente de su energía cuando no está en pantalla. Capaz de vapulear al resto de villanos (los mafiosos que convierte en verdaderos títeres), como al propio héroe protagonista, lo que está al alcance de un verdadero genio. Quiero más Joker, quiero que Ledger vuelva a la vida y nos deje otra demostración de talento al servicio del mal en su más pura esencia.

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