'Edmond', a lo bestia sin mojarse tanto

'Edmond', a lo bestia sin mojarse tanto
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'Edmond' supone una mezcla de lo más curiosa. Su director es el siempre poco interesante Stuart Gordon, firmante de cosas como 'Re-Animator' o 'From Beyond'. El guionista es el mucho más interesante David Mamet, que algunas veces se ha metido a director, y no le ha salido mal, como por ejemplo en 'El Último Golpe' o 'Spartan', aunque también ha metido la pata como en 'Homicide'. Personalmente le prefiero que sus concisos guiones sean tratados por otros directores, pues los resultados suelen ser bastante superiores. Ahí están para demostrarlo películas como 'Los Intocables' o 'Glenngarry Glenn Ross'. En este caso se ha limitado a guionizar su propia obra, y a pesar de lo estimulante del relato en alguno de sus pasajes, esta vez no se ha lucido tanto como en otras ocasiones, a lo que hay que añadir que la elección de Gordon para tareas de dirección, no haya sido la mejor de las ideas.

La película, ganadora de un premio en el último Festival de Sitges, data del 2005, y desde el miércoles de la semana pasada está disponible en dvd en nuestro país. Pero atención, la película se estrenará este próximo viernes en salas comerciales. No me preguntéis a qué viene esto, porque no tengo ni la más mínima idea. Creo que muy pocas veces ha coincidido que una película se estrenase en cines y saliera al mercado doméstico prácticamente al mismo tiempo. Sea como fuera, no creo que la película tenga la más mínima repercusión, ni en un mercado ni en el otro.

Su argumento podría resumirse como una mezcla de 'Un Día de Furia' y 'Jo, Que Noche', con algunas gotas de 'Taxi Driver', y como dijo un amigo mío, joder, que mezcla más explosiva. Y lo cierto es que si la película fuera una buena mezcla de esas tres grandes películas, estaríamos hablando de un film bastante estimable. Lamentablemente no es así. Edmond es un hombre que un día tiene un arrebato, deja a su mujer y sale a perderse en los suburbios de Nueva York, en los que se encontrará con todo tipo de gente, y cometerá más de una locura, mientras se pasa todo el film soltando tonterías trascendentales, que sinceramente no llevan a ningún lado, y aburren soberanamente al espectador.

Viniendo de Mamet es de esperar una riqueza en los diálogos fuera de lo normal, y lo cierto es que poco hay de eso. Únicamente tenemos un montón de palabras ametralladas, que parecen tener un sentido o un porqué, pero no es así, y para colmo, todas las pronunciadas por el personaje principal destilan una filosofía barata de andar por casa, acerca de cómo comportarse en el mundo o de si hay algo más allá de la muerte. Algunos de los momentos en los que esa frases son recitadas, rayan el más absoluto de los ridículos, como ciertas escenas en una cárcel.

Uno de los puntos positivos de la película es la interpretación de su protagonista principal, William H. Macy, quien pone toda la carne en el asador para dar vida a un personaje verdaderamente interesante, un hombre totalmente inestable emocionalmente, pero sobre el que no queda nada claro. A su lado, un montón de actores conocidos en pequeñas colaboraciones. Algunas simplemente anecdóticas, como la de Joe Mantegna, Denise Richards o Mena Suvari. Y otras tiene algo más de protagonismo, como Julia Stiles, en el papel de una camarera en cuya vida se cruza Edmond. Pero tanta cara conocida no aporta absolutamente nada a la película.

Una película muy floja, que pretende ser más fuerte temáticamente de lo que realmente es. La puesta en escena de Stuart Gordon es de lo más anodina, y bien es cierto que quedando así hubiera dado exactamente igual que la hubiera dirigido Gordon o cualquier otro director de idéntica personalidad. Quién sabe si en esta ocasión, el film no hubiera resultado mejor si lo hubiera dirigido el propio Mamet.

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