'Corazones de acero', la furia de la guerra

'Corazones de acero', la furia de la guerra
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Una de las cosas que más me molesta del Hollywood actual es que cada vez hay menos espacio para la clase media cinematográfica, es decir, aquellos títulos pensados para un público más adulto y que no nacen con vocación de blockbuster o escudándose en el cada vez más flexible sello de cine independiente. Es cierto que aún surgen obras como ‘Corazones de acero’ (‘Fury’), pero también tengo claro que la presencia de una gran estrella como Brad Pitt fue decisiva para que Sony aceptase dar 68 millones de dólares a David Ayer para hacerla.

Está claro que muchos cinéfilos van a prestar especial atención durante estas próximas semanas a las películas que aspiren a los premios más importantes en los Oscar, donde lo más probable es que ‘Corazones de acero’ como mucho consiga alguna nominación en apartados técnicos -o que se vaya de vacío-. Espero que eso no haga que pase desapercibida en nuestro país al estrenarse a la vez que ‘Birdman’, pues es un estimable relato bélico que merece la pena ser visto por mucho que Ayer no termine de saber lo que quiere hacer con él.

La guerra según David Ayer

La vida a bordo de un tanque

Conocido por su estilo seco y contundente, Ayer ha optado en ‘Corazones de acero’ por un tono visual más clásico –ojo, eso no quiere decir que obvie las atrocidades de la guerra, ya que él si muestra las consecuencias en lugar de optar por la elipsis o por el hecho de que sean los diálogos los que tengan que resaltar los detalles más escabrosos- que da un toque atemporal a la película, pero que también limita su intento de dar un giro radical a las aproximaciones más habituales al absurdo bélico.

El guión del propio Ayer resalta de entrada que la guerra no es la cuna de los héroes, sino una mera exaltación de la violencia para enarbolar la bandera del patriotismo. Por ello, opta por recuperar otro aspecto habitual en su cine: La existencia de un grupo cerrado de gente que harían casi lo que fuera por los otros, lo cual les ha servido para sobrevivir, aunque al mismo tiempo son unos animales heridos de formas de lo más diversa, siendo en ese punto y en cómo afecta a la relación entre ellos donde me hubiese gustado que se profundizara mucho más.

Brad Pitt y Logan Lerman en

Sin embargo, ‘Corazones de acero’ no tarda en convertirse en otro de esos relatos en los que la guerra provoca la pérdida de la inocencia de un recluta inexperto que acaba teniendo una relación de corte paterno-filial con su nuevo "jefe". Ayer cae ahí en un exceso de lugares comunes que nunca logra trascender y que limita las posibilidades dramáticas de la película –durante su tramo final tampoco ayuda demasiado que haya ciertos detalles que debas aceptar porque sí-.

Eso sí, tiene la audacia suficiente para oponer este punto con la sensación de abandono del resto de integrantes de su grupo durante una incómoda comida que es, sin lugar a dudas, la secuencia más estimulante de su extenso metraje. También es en la que Ayer más se deleita, desde su apacible comienzo contando únicamente con la presencia de Pitt, Logan Lerman y dos mujeres alemanas hasta que todo va complicándose, lo cual encuentra un respaldo perfecto en los cambios del estado de ánimo del protagonista de ‘Seven’.

Ese choque entre la camaradería y la relación paterno-filial es lo que mejor refleja la dualidad de la película, ya que el Ayer guionista busca desmitificar la guerra y a los soldados, pero nunca termina de saber cómo hacerlo. Todo ello deriva en una cierta indefinición tonal que normaliza sus ideas más arriesgadas y hace que al final todo reducido a un grupo de improbables camaradas, porque también se da importancia a cómo el nuevo adquiere esa condición, haciendo frente a los arrebatos de furia de una guerra, ya que poco importante es para un soldado que el devenir de la misma ya esté decidido cuando aún ha de seguir arriesgando su vida por la tozudez del bando contrario a la hora de reconocer la derrota.

Los personajes de ‘Corazones de acero’

Los protagonistas de

Ayer ya tuvo problemas en ‘Sabotage’ para dar la entidad necesaria a todos los integrantes del equipo de la DEA, pero allí asumí, desconozco si acertadamente o no, que fue resultado de que sólo pudo corregir hasta cierto punto el guión de Skip Woods y bastante hizo con sacar algo entretenido de ahí. No obstante, en ‘Corazones de acero’ no tiene excusa posible para que los personajes interpretados con solvencia por Shia LaBeouf, Michael Peña y Jon Bernthal sean tan esquemáticos –eso sí, la diferenciación entre ellos es clara-, lo cual ayuda a que la película pierda fuerza dramática, una pena, ya que sí cumple con creces en su intento de sumergirnos en la rutina a bordo de un tanque, tanto durante el combate como fuera de él.

Está claro que el personaje de Brad Pitt iba a estar mucho mejor trabajado y también que el carisma del actor iba a hacer que luciera aún mejor, pero su evolución –primero parece el más duro de todos y luego se va viendo que no es más que su escudo para salir adelante y conservar algo de civilización- no termina de ser del todo satisfactorio. Esto se hace especialmente patente por su relación con el personaje de Lerman, uno de los aspectos más frágiles de ‘Corazones de acero’ al ser incapaz de controlar sus vaivenes emocionales, algo especialmente grave, ya que su función es la de equipararse con el espectador ante lo que sucede y la pérdida de ese soporte emocional hace que ‘Corazones de acero’ pierda capacidad de impacto dramático.

En definitiva, ‘Corazones de acero’ es un estimable intento de sumergirnos en la vida de los ocupantes de un tanque durante la II Guerra Mundial, pero no termina de saber lo que quiere ser más allá de eso. Esa indefinición acaba dejándola en tierra de nadie en demasiados frentes, pero aún hay varios arrebatos de visceralidad por parte de Ayer para que al menos no caiga en el peligroso terreno de la rutina. Pese a sus problemas, recomendable, pero no tanto como la frenética genialidad de Iñárritu que también llegó ayer a los cines españoles.

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