Cine en el salón: 'Fuga de noche', Disney se pone seria

Cine en el salón: 'Fuga de noche', Disney se pone seria
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Después de haber recorrido la práctica totalidad de los títulos más significativos que la Disney puso en pie durante finales de los años setenta y la década de los ochenta en cuanto a imagen real se refiere, esta entrada comienza la cuenta atrás de las últimas cuatro producciones que servidor repasara de todos aquellos denodados intentos de la compañía por abrir campo hacia un sesgo de público más amplio que se apartara del infantil sobre el que la vertiente animada de la factoría de sueños más había centrado su atención durante décadas.

Y así, con 'Fuga de noche' ('Night Crossing', Delbert Mann, 1980) arrancamos este fin de recorrido que nos llevará también a explorar 'Condorman' (id, Charles Jarrot, 1981), 'Los ojos del bosque' ('The Watcher in the Woods', John Hough, 1980), un extraño filme que sufrió incontables cambios antes de su estreno y que supuso uno de los últimos papeles de Bette Davies y, ya cuando el ciclo de ciencia-ficción arribe a las costas de los ochenta allá por junio, finalizaremos con 'Tron' (id, Steven Lisberger, 1982), otra singular propuesta que habla muy bien de los dispares paisajes que Disney exploró hace tres décadas.

Música para la vergüenza y la esperanza

Fuga de noche 1

'Fuga de noche' arranca con una suerte de introducción histórica en la que un aséptico narrador nos pone en situación para que conozcamos el contexto en el que se van a desarrollar los acontecimientos del filme —no vaya a ser que fuerámos de los pocos que en aquellos años no habían oído hablar del Telón de Acero y la vergonzosa alambrada que separaba la Alemania Federal de la Alemania Democrática—, unos acontecimientos que se basan en hechos reales y que narran el paso de dos familias de un lado a otro de las dos partes de Alemania a bordo de un globo aerostático.

Ya en estos primeros minutos, con unos conduntendes créditos que van recorriendo la infame alambrada enmarcada por un cielo de atardecer, llama la atención la fuerza y el poderío que despliega la que, sin lugar a dudas, es la mejor baza artística de toda la producción, la asombrosa partitura compuesta por Jerry Goldmisth, un compositor que demostró en incontables ocasiones a lo largo de su carrera que una película, por muy pequeña que fuera, podía adquirir una dimensión completamente diferente gracias a una banda sonora que la tratara con dignidad.

Y eso precisamente —eso y mucho más— es lo que ofrece aquí el añorado maestro, un score que, dividido en los dos ámbitos en los que se mueve la trama, resulta de igual eficacia a la hora de aproximarse a la constante amenaza que supone para los protagonistas la policía del régimen comunista —la impopular Stasi—, marcada por el uso de una ominosa percusión, y el contraste que frente a ella supone la esperanza en la fuga de los protagonistas, caracterizada por los violines y el acordeón y por el bellísimo y espectacular tema que acompañará a aquella.

'Fuga de noche', el poder de la esperanza

Fuga de noche 2

Sorprende encontrar en los créditos de 'Fuga de noche' a Delbert Mann, un realizador que plantea aquí un ejercicio poco más que eficaz que se beneficia de la labor de edición de un sospechoso habitual de la Disney de aquellos años pero que no obstante se aleja de lo que pudimos verle al cineasta en la espléndida 'Marty' (id, 1955), el filme que supuso su debut en la gran pantalla y que le reportó el reconocimiento de su maestría tras las cámaras con el Oscar correspondiente.

Y si sorprende es porque, como decía más arriba, no es la dirección un matiz reseñable más allá de lo correcto, como tampoco lo es un guión que "mata moscas a cañonazos" a la hora de describir la situación de los alemanes al este del Telón de Acero. A fin de cuentas, esto es Disney y la sutileza a la hora de plantear las abundantes moralinas que dimanan de un altísimo porcentaje de sus producciones, nunca ha sido el fuerte de la compañía, dibujando aquí el guión de John Mc.Greevey una línea discernible a la legua entre los "malos" y los "buenos".

Dos aspectos que se intentan diluir y que si finalmente aparecen algo desdibujados aquí y allá es gracias a lo que los sólidos actores con los que cuenta 'Fuga de noche' consiguen plantear, ya sea ésto lo que vemos de mano de John Hurt, Beau Bridges, Jane Alexander —que se ha asomado recientemente en la serie 'The Blacklist'— o Ian Bannen, o lo que ese secundario que fue Klaus Löwitsch, al que siempre recordaré por su intervención en 'Firefox' (id, Clint Eastwood, 1982), pone de inquietante como el vecino de los protagonistas.

Sea como fuere, y aún a pesar de sus limitaciones —o quizás gracias a la aceptación de ellas— 'Fuga de noche' es un filme que cuyo enésimo visionado se sigue pasando en un suspiro, señal inequívoca de que hay algo que funciona, y bastante bien, en esta historia de superación que evita caer en la sensiblería, planteando una acción bastante seca que hace descansar toda la empatía por parte de los espectadores en el indudable carisma de sus intérpretes. Una cinta de esas con las que uno creció y que, a la luz de esta última revisión, no ha envejecido nada mal.

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