‘Cavernícola’ no es la mejor película de Aardman... pero sigue siendo cine de animación extraordinario

‘Cavernícola’ no es la mejor película de Aardman... pero sigue siendo cine de animación extraordinario

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‘Cavernícola’ no es la mejor película de Aardman... pero sigue siendo cine de animación extraordinario

'Cavernícola' es, quizás, la película más convencional y menos atrevida de la Factoría Aardman desde 'Chicken Run' (que ya era una película soberbia), lo que la pone en ese sentido por detrás de mayúsculas obras maestras como '¡Piratas!', 'La oveja Shaun', 'Wallace & Gromit: La maldición de las verduras' y los cortos más recientes de los personajes emblema de la casa. Y sin embargo... tiene un encanto, una adorable sencillez, un magnetismo difícil de describir y superior a prácticamente todo el cine de animación actual.

Es la innegable virtud de todo lo que sale de la factoría Aardman. Su meticuloso detallismo en el diseño de personajes, la deliciosa gestualidad de sus movimientos (resumida, cómo bien nos contó Nick Park, en movimientos de cosas tan sutiles como las cejas) y la corporeidad única que da el stop-motion con muñecos en general y la plastilina -en realidad, arcilla- en particular...

Todo ello está al servicio de una historia, como de costumbre, humana, universal, para todos los públicos y con ocasionales puntos de humor malvado/británico. Capaz de encandilar a niños con su humor bobo y físico, y sus chistes de traca ("Lleváoslo y matadlo... lentamente" es caballo ganador, no se puede fallar con eso), y a adultos con sus hallazgos estéticos y su crítica visión de la industria futbolística actual, lo cierto es que 'Carvernícola' es esencia Aardman destilada.

Nick Park, en su primer largometraje en solitario ('Chicken Run' está codirigida con Peter Lord y 'La maldición de las verduras' con Steve Box) resume todo lo que hace grande a Aardman, todas sus características marcas de fábrica. Como la devoción por el humor visual de gran sofisticación (aquí, el contexto del partido de fútbol es exprimido a fondo), los guiños a clásicos del cine (después de pasar por los hombres-lobo de la Hammer o el cine de piratas clásico, es el turno de, como el mismo Park define, ligar 'Gladiator' con 'Cuestión de pelotas') y el humor absurdo típicamente británico (la verbalización del choque entre Edad de Piedra y Edad de Bronce es hilarante).

No hay muchos peros que encontrar a 'Cavernícola', y sí muchas virtudes. La sutilidad e las "interpretaciones" rivaliza con actores de carne y hueso, y debería bastarse y sobrarse para dar carpetazo a la eterna lucha entre la animación tradicional y el CGI: cualquier producción de Aardman, pese a su aparente sencillez y ligereza, deja en evidencia la avalancha de ceros y unos hasta de las peliculas de Pixar más tiernas. Pero eso lo consigue 'Cavernícola'... y también el resto del cine de Aardman.

Una de las peores películas de Aardman sigue siendo toda una maravilla

Porque, y ahí viene el pequeño traspiés de 'Cavernícola', ni siquiera es una de las mejores películas de Aardman: quizás -y dejando aparte la defectuosa y olvidable rareza que fue 'Ratónpolis'- la peor desde 'Chicken Run'. Y ojo, que tanto 'Chicken Run' como ésta son extraordinarias, pero se acomodan con más facilidad a los códigos del cine de animación, a los personajes adorables y pensados para el público infantil un poco con el piloto automático, así como al humor inmediato y sin dobleces.

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Insisto: sin que eso las convierta en productos despreciables. Se trata, sencillamente, de que comparado con el vertiginoso riesgo silente de 'La oveja Shaun', la demoledora excentricidad de '¡Piratas!' o el delicioso costumbrismo estrafalario de 'Wallace & Gromit: La maldición de las verduras', 'Cavernícola parece solo... una excelente película de Aardman. Es complicado crear un universo de cero, es cierto, y con esa ventaja ya partían 'Shaun...' y 'Wallace & Cromit...', pero es precisamente 'Piratas' la prueba, nada perezosa y brillante en su vuelo libre de convenciones, la que demuestra que 'Cavernícola' está un poco por debajo en su construcción de un universo enteramente nuevo.

Detalles, detalles aquí y allá: el uso de la mascota como un gancho inevitable que nunca termina de definirse, el diseño de algún escenario menos afortunado que otros clásicos de Aardman, hasta algún chiste facilón y de cara a la galería que hace añorar lo que hace solo un par de años en 'Shaun' era una engrasadísima maquinaria cómica... pecados veniales en un conjunto soberbio. Pero es que a Aardman podemos exigirles que sean los mejores precisamente porque han demostrado que pueden serlo.

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