'American Ultra', buen superfumado pero mal espía

'American Ultra', buen superfumado pero mal espía

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'American Ultra', buen superfumado pero mal espía

Hace unas semanas hice una selección de 15 comedias de acción especialmente recomendables y seguro que, por un motivo u otro, me dejé fuera varias que también merecen la pena. Sin embargo, este tipo de películas no siempre funciona demasiado bien, ya sea por no tener gracia, porque la acción resulta monótona o porque la mezcla no termina de cuajar, provocando así que el resultado final se resienta de forma considerable.

American Ultra’ es la nueva víctima de ese problema, ya que la cinta protagonizada por Jesse Eisenberg y Kristen Stewart no consigue que su apuesta por convertir a Jason Bourne en un superfumado funcione. ¿El motivo? La parte cómica funciona relativamente bien, pero la acción, sin llegar a ser una catástrofe, rompe el tono casi paródico y te saca de forma constante de lo que estás viendo, hasta tal punto que el bagaje final acaba siendo negativo.

’American Ultra’, defectuosa desmitificación del cine de espías

Escena de 'American Ultra'

La desmitificación del cine de espías ha sido uno de los temas más abordados por Hollywood durante lo que llevamos de 2015, siendo ‘Kingsman: Servicio Secreto’ (Kingsman: The Secret Service) la obra más conseguida. Eso sí, hasta ahora había disfrutado con todas ellas en mayor o menor medida, siendo ‘American Ultra’ la menos interesante de todas ellas, y no es porque los espectadores hayan perdido el interés en las propuestas novedosas, algo de que su guionista llegó a quejarse, sino porque sus responsables no saben encontrar un punto de equilibrio entre comedia y acción, y eso va agigantando sus problemas a medida que avanza el metraje.

Eso sí, empecemos por lo positivo, ya que ‘American Ultra’ se aleja de forma notable del humor de ‘Project X’, el anterior trabajo de su director, para mostrarnos primero la rutina de una pareja fumeta sin grandes aspiraciones en la vida. Los dos protagonistas juegan también ahí sus mejores bazas para que nos encariñemos un poco con ellos y también para que la fase en la que Eisenberg descubre sus, por así llamarlos, superpoderes sea bastante graciosa, pues el actor sabe mostrar muy bien su desconcierto al ver lo que acaba de hacer.

Imagen de 'American Ultra'

El problema es que el guión de Max Landis ya empieza a flaquear a la hora de establecer el peligro al que tendrá que hacer frente el protagonista, tanto con la floja exposición de la misma como en el desacertado trabajo de Topher Grace para ser un villano con el más mínimo interés –y eso acaba afectando también a una Connie Britton que nunca llega a encontrar su sitio-. Esto provoca que toda la conspiración haga aguas, algo a lo que también ayuda que al final no sea más que alguien con ansias de poder que actúa un poco a loco pero sin llegar a dar nunca una sensación de amenaza real.

Eso deriva en que tanto Landis como Nourizadeh quieran maquillar las limitaciones de la propuesta incidiendo tanto en un elemento dramático, que no se viene abajo del todo por el esfuerzo de sus dos protagonistas, como en una espectacularización de una violencia un tanto sucia en el que la forma de aprovechar su calificación R en Estados Unidos es introduciendo gore. No tengo nada en contra del mismo, pero, junto a la un tanto cuestionable labor de Nourizadeh durante las escenas más movidas, es otra de las claves para que el cóctel de comedia y acción no funcione, pues la forma de abordar la primera y la segunda nunca llega a encajar.

Por el camino sigue habiendo alguna broma más o menos simpática –aunque cada vez más lo segundo que lo primero-, pero el interés va cayendo en picado y los ocasionales giros de guión sólo lo agravan. El resultado es que su intento por intentar parecer una novela gráfica “molona” fracasa con estrépito, con la salvedad de sus excelentes títulos de crédito finales, ya que ‘American Ultra’ no sabe dar con el tono adecuado para ello.

En definitiva, ‘American Ultra’ empieza siendo una comedia más que digna y sus mejores momentos a lo largo de su metraje son cuando vuelve a incidir en ello, pero su componente de acción, que encima acaba siendo el dominante, es un constante fracaso –más evidente en unos momentos que en otros, eso sí-, tanto de forma aislada como en su integración dentro de la película como un todo. Al final lo único que quería era que se acabara lo antes posible.

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