'7 días en La Habana', cuando solo los nombres venden un producto

'7 días en La Habana', cuando solo los nombres venden un producto
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Benicio del Toro, Emir Kusturica, Julio Medem, Daniel Brühl o Gaspar Noé son solo algunos de los nombres que se encuentran entre los créditos de '7 días en La Habana', ya sea como directores o como intérpretes de los siete cortometrajes que componen este film que se estrena mañana. Por desgracia, estos rutilantes apellidos no solo suponen la baza comercial –dentro de un circuito de autor, pero no por ello menos comercial–, sino uno de sus escasos aciertos.

Entre los cortos que componen '7 días en La Habana', es posible encontrar alguno que, como pieza aislada que se viese en YouTube o en una exposición artística, resultase fascinante y de gran aportación artística. Es el caso del que firma Gaspar Noé, que envuelve con el uso del sonido y de las rupturas en imagen que llevan a largos fundidos a negro, así como la oscuridad de su fotografía de chroma elevado artificialmente. Y que cumple su propósito de impactar con el tema que trata y te mete en un bucle casi de mantra. Ello no quiere decir que ese corto funcione en absoluto dentro de una colección de siete que pretende calificarse como película. Y es del conjunto de lo que estamos hablando aquí.

'7 días en la Habana

La percepción humana no es la de una máquina. La presencia de ánimo con la que se llega a algo y el contexto donde se encuentra ese algo influyen en nuestra visión, por mucho que tratemos de ser fríos o de sobreponernos a condicionantes externos. La mente, si tiene la "instrucción" de recibir algo como un todo, tratará de buscar conexiones, de organizar, de darle sentido global a lo que vea. Por todo ello, no es lo mismo crear un largometraje compuesto de siete cortos que proyectarlos cada uno por separado o incluso seguidos, pero como parte de un programa sin supuesta ilación.

Cuando el espectador llega al cortometraje de Noé, titulado 'Ritual', viene de ver 'Diario de un principiante', que puede considerarse juguetón, enigmático, humorístico y muy interesante en muchos de sus aspectos. Su director e intérprete, el israelí afincado en Nueva York Elia Suleiman, pasea por la ciudad sin pronunciar palabra, ensimismándose con lo que encuentra, mientras espera a que Fidel Castro concluya un discurso para recibirlo. Es un corto de cierta calidad y de factura independiente, donde se ve la marca de autor. Pero también es un segmento monótono y pesado, que llega tras tres cortos poco afortunados.

Así, el cansancio que acarrea quien está viendo la película –o, al menos, quien esto firma– influye en el de Noé de manera negativa hasta tornarlo insoportable. No sé si alterar el orden sería la solución o si es la selección en general la que no puede estructurarse de manera que se perciba con buen ánimo.

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Decía que llegaba tras tres cortos poco afortunados. Los dos que arrancan la película, firmados respectivamente por Benicio del Toro y Pablo Trapero, son, en mi opinión, los más flojos. El primero, 'El Yuma', interpretado por Josh Hutcherson, es turístico, no ya como resultado negativo, sino por elección. Se deja ver y entretiene, pero no aporta nada, ni siquiera una visión sobre Cuba capaz de sorprender. A continuación viene 'Jam Session', que cuenta con Emir Kusturica como protagonista y tiene varios momentos de humor gracias a que el director de 'Underground' es, por sí mismo, un personaje. Pero su contenido se queda en mera anécdota de poco fuste.

'La tentación de Cecilia', protagonizado por Daniel Brühl, se beneficia de ser el que cuenta una historia más cerrada y narrativa, más parecida a una película de cine, en la que los personajes importan y donde la decisión que la protagonista ha de tomar despierta la curiosidad de ver cuál será su desenlace. Sin embargo, la realización de Julio Medem es rancia y desafortunada para dar un resultado poco atractivo que sorprende en un director innovador como ha sido hasta ahora el donostiarra.

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Los dos últimos se me antojaron como los mejores, especialmente 'Dulce amargo', dirigido por Juan Carlos Tabío e interpretado por Mirta Ibarra y Vladimir Cruz. A pesar de sus cortinillas redondeadas y otras decisiones igual de en desuso, los actores son tan maravillosos y se percibe tal autenticidad en que el director por fin sea cubano, que la historia llena de humor y ternura, se disfruta con sencillez, a sabiendas, por supuesto, de que no es una obra maestra. 'La fuente', de Laurent Cantet, tiene el mismo grado de naturalidad y presenta elementos ciertamente curiosos como las creencias religiosas mezcladas con la santería. El personaje de la adivina y su capacidad para convencer son grandiosos. Cantet escoge actores no profesionales para conseguir el realismo al que nos tiene acostumbrados.

Casi todos los cortometrajes presentan puntos en común. La mayoría versa sobre encuentros entre hombres y mujeres y tiene a la música como una protagonista más, a veces incluso por encima de los seres parlantes. Todos están grabados en HD en exteriores o interiores naturales y formalmente solo destacan el de Noé y el de Suleiman. Los temas de actualidad que afectan a Cuba, como el turismo sexual o la necesidad de emigrar, son la constante que los une a todos ellos, la mayoría rubricados por el guionista Leonardo Padura. Para concluir con una observación positiva sobre '7 días en La Habana', los intérpretes hacen un buen trabajo en todos los casos.

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