Vampiros de verdad: 'Sombras trágicas, ¿vampiros?'

Vampiros de verdad: 'Sombras trágicas, ¿vampiros?'
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En este especial de vampiros que os ofrecemos en Blogdecine procuraremos tener en cuenta el orden cronológico de las cintas. Sin embargo esta vez, y después de haber hablado sobre 'Dracula' (id, Tod Brownning, 1931), hemos realizado un pequeño salto en el tiempo hacia delante, en 1933. Tenía previsto comentar antes la versión española de Dracula del 31 y sobre todo la impresionante obra de Dreyer, 'Vampyr', pero me he encontrado con una pequeña sorpresa clásica poco conocida más allá de los límites de la cinefilia. 'Sombras trágicas, ¿vampiros?' es el título que recibió en nuestro país 'The Vampire Bat', un film modesto filmado por la Majestic Pictures para competir con la Universal y su mítico ciclo de películas de terror.

El principio de la década de los 30 fue uno de los más importantes para el género de terror. La Universal dominaba el mercado con sus adaptaciones de los mitos terroríficos más conocidos, y pronto todas las demás grandes productoras quisieron seguir el mismo camino, incluso las pequeñas se subieron al carro con productos mucho más baratos y en la mayoría de los casos, actores poco conocidos salvo casos aislados. 'Sombras trágicas, ¿vampiros?' es una de esas películas, una producción muy barata que sin embargo contó con actores de primera fila para sorpresa de todo el mundo.

El argumento de 'Sombras trágicas, ¿vampiros?' nos lleva a una localidad europea, Klineschloss, en la que se suceden varios asesinatos que tienen atemorizada a la población. Las víctimas aparecen totalmente desangradas y con dos pequeñas marcas en el cuello, lo que provoca que todos piensen que es obra de un vampiro. Enseguida se extiende el pánico general y se comienza a señalar a algún falso culpable como vampiro, pero el inspector de policía encargado del caso no puede dar crédito a historias fantasiosas y está convencido de que los crímenes tienen alguna explicación lógica.

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Comentaba más arriba que esta película fue muy barata. Gran parte de los decorados eran de otras películas, por ejemplo la casa del inspector de policía fue el escenario central de 'El caserón en sombras' ('The Old Dark House', James Whale, 1932), una joya del cine de terror muy influyente en el cine posterior; las calles de Klineschloss fueron también las de la mítica 'El doctor Frankestein' ('Frankestein', James Whale, 1931) y las del magistral alegato antibelicista 'Sin novedad en el frente' ('All Quiet on the Western Front ', Lewis Milestone', 1930). Evidentemente debido a su reducido presupuesto, ésta era una manera —muy de práctica en aquellos tiempos— de abaratar costes.

Lo cierto es que el hecho de ser una película barata afecta en parte a su calidad. La duración del film apenas llega a la hora y diez minutos y todos los acontecimientos planteados —de gran originalidad y sugerencia— son despachados en un final algo precipitado al que se le añaden unas gotas de un desconcertante humor. Sin embargo lo apuesto de su propuesta se encuentra en su argumento, la excelente labor de todos sus intérpretes y la atrevida puesta en escena de su director, Frank R. Strayer. Fue éste uno de esos directores en nómina de los estudios, que realizaban films por encargo y que nunca destacaron por nada. 'Sombras trágicas, ¿vampiros?' fue la película más notable de su realizador, el cual se atrevió con innovaciones técnicas que aún a día de hoy asombran, travellings y trucajes de cámara difíciles de imaginar en aquella época tan lejana de los avances de hoy.

El vampiro que aparece en el film es uno de los más peculiares de toda la historia vampírica. Teniendo el aspecto físico tan extendido por la imagen de Lugosi, ropa negra y capa, en realidad se trata de un hombre normal que actúa bajo hipnosis de un científico que pretende crear vida. De esta forma la historia del vampiro se mezcla con la del científico loco y que recuerda al argumento del 'Frankestein' de Whale. En su primera parte, antes de presentar todas sus cartas, el film es un buen ejemplo del manejo del suspense, cuando los asesinatos son un misterio y la trama vampírica va tomando forma. Es en esta parte donde también los actores se encuentran en estado de gracia —hay que anotar que el film contiene muchos diálogos, lo que facilitaba al actor la oportunidad de lucirse—, sobre todo Dwight Frye, en un personaje que recuerda al interpretado en el 'Dracula' de Tod Browning. Un desquiciado obsesionado con los murciélagos y al que no tardan en tildar como culpable de todo lo ocurrido. la composición de Frye es extraordinaria y alcanza momentos de inquietud realmente perturbadores. Como anécdota cabe señalar que este actor siempre se quejó de que en el cine sólo le llamaban para el mismo tipo de papel y murió sin cumplir de sueño de dar vida a alguien normal.

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Lionel Atwill da vida al científico con la misma convicción que en títulos más conocidos del actor; Melvyn Duglas aporta toda su elegancia al héroe de la historia, su rostro se vio asociado aquellos años al cine de terror —venía de protagonizar 'El caserón en sombras' de Whale—, pasando años más tarde al de la comedia y ganando dos Oscars por sendos dramas en los que demostró toda su madurez, 'Hud' (id. Martin Ritt, 1963) y 'Bienvenido Mr. Chance' ('Being There', Hal Ashby, 1979). Como pareja de Douglas aparece Fay Wray, la eterna novia de King-Kong. Junto a Frye forman un cuarteto de actores que podían ser la envidia de cualquier película, cara o barata, en aquellos años.

Los valores señalados de 'Sombras trágicas, ¿vampiros?' me han parecido los suficientes como para incluirla en esta serie. Un film nada desdeñable, aunque no grande, no sólo por su original tratamiento del tema vampírico, sino por su calidad frente a muchos de los productos salidos de la Universal a los que supera sin ningún tipo de complejidad.

Tenéis la película editada en DVD en un fabuloso pack titulado 'Los grandes clásicos del cine de terror' compuesto por el presente título más 'La isla de las almas perdidas' ('Island of Lost Souls', Erle C. Kenton, 1932), 'Horror en el cuarto negro' ('The Black Room', Roy William Nell, 1935), 'The Undying Monster' (id, John Brahm, 1942), 'Muñecos infernales' ('The Devill Doll, Tod Browning, 1933) y 'El regreso del vampiro' ('The Return of the Vampire', Lew Landers, 1944). Salvo el título de Brahm, es una colección ejemplar de títulos a reivindicar.

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