UPoteósica

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Lo explica muy bien nuestro ex-compañero Guillermo Zapata en su crítica de ‘Up’, dando en el clavo cuando dice que aquel que piensa que un anciano no puede transportar una casa con globos, entonces es que no ha entendido nada. Yo incluso diría menos que nada. Ése es uno de los razonamientos que me he encontrado a la hora de atacar la última producción de Pixar (Disney), un peldaño más en una intachable trayectoria que nos ha dejado ya films imperecederos. Fijarse en ese detalle es simplemente no saber mirar.

Tras la magistral ‘WALL-E’ —donde ya se apreciaba un tono mucho más adulto, queriendo abarcar más público—, los chicos de la mejor empresa de animación del mundo —con permiso de Ghibli, evidentemente— se han lucido con la historia de un anciano que en el umbral de su muerte, vivirá la mayor de las aventuras, reivindicando la lucha por los sueños. La muerte, esa amiga que nos da toda una vida de ventaja, aparece por primera vez de una forma tan directa en un film de Pixar.

El argumento de ‘Up’ se resume en la historia de un anciano que hace volar su casa, de donde están a punto de llevárselo los servicios sociales, con un montón de globos, camino de cumplir el sueño de su mujer. Un sueño que se remonta al instante en el que se conocieron, siendo niños con grandes ansias de aventura, prometiendo irse a vivir a un lugar lejano y exótico, en lo que sería un viaje lleno de emociones y riesgos. La muerte de ella ha impedido la realización conjunta de ese sueño, tantas veces aplazado. Es el momento de levantarse y hacer algo.

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Se ha hablado largo y tendido sobre los primeros minutos de ‘Up’, y pienso que todo lo dicho es cierto. Una especie de cortometraje, donde maravillosamente se sintetiza la larga vida de una pareja. Con connotaciones del cine mudo —esa esplendorosa época en la que se narraba con imágenes (nota mental: hacer un especial sobre cine mudo)— se nos muestra una historia que acompañada del piano de un sublime Michael Giacchino se introduce fácilmente en nuestra mente, incomodándonos. Pocas veces un film de animación ha empezado de forma tan brutal, golpeando al espectador, dejándolo desarmado completamente para a continuación revitalizarlo.

Y es que ‘Up’ es la clara muestra de cómo los chicos de Pixar —en este caso, Peter Docter y Bob Peterson— son maestros en manejar a su antojo los sentimientos del espectador, y hacerlo además sin ningún tipo de maniqueísmo ni artificio barato. Gracias a un guión que funciona al milímetro, el espectador entregado al film podrá pasar del llanto a la risa en tiempo récord. El inolvidable prólogo no es el único momento emotivo del film, y los golpes de humor son los mejores de la marca desde hace mucho tiempo. Sirva como ejemplo el chiste del GPS —que además funciona como alegoría de que hay que perderse para encontrar la aventura—, o los referidos a unos parlanchines perros y las ardillas. Instantes, algunos de ellos, simple y llanamente desternillantes, introducidos en el momento justo y que no entorpecen el perfecto ritmo del film. Un comienzo que deja huella, y una sucesión de acontecimientos hasta un clímax final que compite directamente con el de ‘Monstruos S.A.’ (‘Monsters Inc.’), no en vano del mismo artífice que ‘Up’.

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Podríamos decir que casi toda ‘Up’ es una metáfora. Esa casa, simbolizando toda una vida, el hogar, para revelarse luego como una carga que hay que dejar atrás para vivir. Esos dos antagonistas, anciano y niño, tan iguales en sus caracteres, muestras de las dos etapas de la vida donde las personas más se parecen; y escenas tan significativas como la de vaciar lastre, o el descubrimiento de cierto álbum de fotos, nos hablan sobre el valor de la memoria y lo inútil de lo material, de la aceptación, y de afrontar la vida con ganas, ya seas un chiquillo regordete o un anciano. No hay edad para la verdadera aventura, aquella que nace de la fuerza del corazón, y todo es posible: elevar casas con miles de globos, animales imposibles, perros que hablan y pilotan aviones. Tiene ‘Up’ un punto de locura que recuerda de nuevo a aquellas viejas películas llenas de gags locos.

Y por si fuera poco, el protagonista central de ‘Up’ es el vivo retrato de Spencer Tracy —otra referencia al cada vez más olvidado cine clásico, y que los chicos de Pixar conocen muy bien—, y un villano de altura que les pone las cosas difíciles a los protagonistas, cuyo destino es otro atrevimiento por parte de la casa al mostrar cosas que se supone un niño no debe ver. Y he aquí una de las grandes bazas de la película: ésta no se anda con remilgos con los más pequeños de la casa; sí, reirán y gozarán como en todos los films de Pixar, pero a través de la mayor de las aventuras, les dirán que la vida es también muerte, que una cosa sin la otra no tiene sentido, que el final es inevitable, y antes de que ése llegue se puede salir volando a vivir.

Habéis visto a juguetes hablando, a hormigas, a peces, a monstruos de otras dimensiones, a ratones cocineros, a coches, a robots enamorados; y ahora me decís que un anciano no puede llevar una casa a cuestas. ¿Pero qué habéis estado mirando? ¿En qué punto dejasteis de creer? Obra maestra como la copa de un pino, de contagiosa vitalidad y de recuerdo imborrable, algo que en Pixar es el pan de cada día. Hablar de ellos es hacerlo a otro nivel.

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